H. Cristian Gutiérrez LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti para adorarte, para darte el lugar que te mereces en mi día. Quiero responder a tu invitación y por ello quiero orar y estar contigo. No quiero dejarte solo jamás. Dame la gracia de ser fiel a tu amor. Creo que eres mi Dios y mi Señor. Te amo con todo mi ser y quiero corresponder a tu amor. Sé que Tú nunca me dejarás defraudado. Todo, Señor, lo espero de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy me hablas de un tema central de mi vocación cristiana, de mi vocación al Regnum Christi. La caridad.
Me hablas de la caridad que se manifiesta en actos concretos y que no es para nada puro sentimentalismo, buena intención o simple proyecto. Es tan concreto lo que me propones que me lo manifiestas con verbos sencillos: amen, hagan el bien, rueguen, saluden.
Quieres de mí una caridad que actúa, que se mueve, que se inquieta por llevar tu amor a todos los hombres. No es la caridad que se conforma solamente con evitar el mal sino que procura el bien. No habla mal, sino que perdona, bendice, alaba. No sólo comparte de lo que le sobra, sino que da lo que necesita. No sólo estima, sino que ama.
La caridad es el elemento que me identifica con mi Padre. Amar es la mejor forma de imitarte y hacerme cada vez más semejante a Ti, como un hijo que se parece a sus padres.
La caridad hace mi vida extraordinaria. Es decir, más allá de lo ordinario, de lo común, de lo elemental. La caridad tiñe mi existencia con tus colores: alegría, paz, serenidad, confianza, libertad. Dame la gracia de tener una caridad como la que Tú has tenido conmigo. Dame la gracia de comprender que en la caridad concreta encuentro la perfección de mi vida, la realización plena de mi existencia, la completa imitación de Ti.
«Jesús nos enseña que el Padre celestial “hace salir su sol sobre malos y buenos”. Nosotros también, después de haber experimentado el perdón, tenemos que perdonar. Esta es nuestra vocación fundamental: “Por tanto, sean perfectos, como es perfecto el Padre celestial”. Una de las exigencias fundamentales de esta vocación a la perfección es el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Jesús ha insistido mucho sobre este aspecto particular del testimonio cristiano.»
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cambiaré la crítica a alguna persona por un comentario en que resalte algún aspecto positivo que ella tenga.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.