En la Iglesia, existen diversas formas de vida consagrada y todas ellas la enriquecen con sus diferentes matices. Pero lo que tienen en común es el seguimiento más estrecho de Cristo y la unión esponsal con Él.
En el Regnum Christi existen tres formas de vida consagrada: los Legionarios de Cristo, las Consagradas del Regnum Christi y los Laicos Consagrados del Regnum Christi.
Hace 50 años
El 25 de enero de 1972, dos jóvenes españoles se incorporan a lo que en ese momento se conocía como el “tercer grado”, iniciando así la historia de la vocación laical consagrada masculina en el Regnum Christi; hombres que, respondiendo a un llamado de entrega total a Dios, luchan por irradiar a Cristo, insertos en el mundo para hacerlo un lugar de encuentro con Dios.
Desde el 2018, los laicos consagrados del Regnum Christi son una Sociedad de Vida Apostólica de derecho pontificio que, juntamente con los Legionarios de Cristo, las consagradas y los miembros laicos del Regnum Christi, buscan hacer presente el misterio de Cristo que sale al encuentro de las personas, les revela el amor de su corazón, las reúne y forma como apóstoles, líderes cristianos, las envía y acompaña para que colaboren en la evangelización de los hombres y de la sociedad.
Para ello aportan a la familia del Regnum Christi el don de la propia consagración laical y secular a través del testimonio profético estando en el mundo sin ser del mundo; de la evangelización de las realidades temporales; de la disponibilidad, caridad, competencia profesional y alegría en el servicio al Regnum Christi, a la Iglesia y a los hombres; de la promoción de la comunión fraterna entre todos, y de la oración. Así mismo, viven el misterio de Cristo, consagrado al Padre y cercano a sus hermanos los hombres, como uno más de su Pueblo, anunciándoles el Reino con la ofrenda de su vida, su trabajo y su palabra.
Fundan su entrega en un amor personal, real, apasionado y fiel a Cristo
Junto con los demás miembros de la familia Regnum Christi, contribuyen a la santificación de sus miembros y a que el Reino de Cristo venga al corazón de las personas y a la sociedad.
Sin excluir ningún tipo de apostolado, los laicos consagrados orientan su actividad apostólica principalmente a: ayudar a cada persona para que ponga sus talentos al servicio del Reino de Dios; a impulsar el crecimiento, consolidación y desarrollo del Regnum Christi y de sus apostolados; a crear obras y redes evangelizadoras en los distintos ambientes profesionales o sociales; a formar maestros de la fe auténticos; a formar parte de las realidades temporales para llevar la buena nueva del Evangelio; y a colaborar activamente con la Iglesia local.