El 25 de noviembre de 2018, en la solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia reconoció oficialmente a las Sociedades de Vida Apostólica de las Consagradas del Regnum Christi y los Laicos Consagrados del Regnum Christi como instituciones de derecho pontificio. Un evento que marcó la renovación en la vida del Regnum Christi y que celebra el sexto aniversario.
El 27 de noviembre de ese mismo año, durante la celebración eucarística, Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, entregó los decretos de la aprobación canónica a la directora general de las Consagradas, y al director general de los Laicos Consagrados. Ambos decretos, firmados por el Card. João Braz de Aviz y aprobados previamente por el Papa Francisco, otorgaron personalidad jurídica pública a estas comunidades y aprobaron sus Constituciones.
Un don para la Iglesia
La aprobación canónica no solo fue un acto jurídico, sino una expresión de la Iglesia al reconocer estas vocaciones como un don que enriquece su misión. Tanto las Consagradas, como los Laicos Consagrados, son caminos de santificación que buscan llevar a los hombres y mujeres de hoy al encuentro con Dios.
Este reconocimiento también fue un paso clave en el proceso de la configuración canónica del Regnum Christi como una Federación. Junto con los Legionarios de Cristo, estas dos sociedades forman una comunidad de apóstoles unificada que permite la asociación de laicos que comparten el carisma del Regnum Christi.
Un camino de renovación y misión
Este acontecimiento marcó la culminación de años de renovación dentro del Regnum Christi bajo la guía de la Santa Sede; un camino que buscó profundizar en la identidad carismática y fortalecer la comunión entre las diferentes vocaciones.
Hoy, seis años después, el Regnum Christi celebra este aniversario con gratitud y renovado compromiso hacia su misión de evangelizar el mundo desde su carisma particular. La aprobación canónica no solo consolidó la estructura, sino que también subrayó su propósito: ser una comunidad de apóstoles al servicio de la Iglesia y de la humanidad.
Hoy es una ocasión para mirar hacia el futuro con esperanza, reafirmando la fidelidad al llamado recibido y el deseo de seguir respondiendo con generosidad a las necesidades de la Iglesia y de la sociedad.