Regnum Christi Internacional

Andrés y Ale Jiménez: «Más que llevarse el trabajo a casa, vivir entregados a Dios es una música de fondo en nuestra vida»

Andrés y Ale Jiménez, misioneros permanentes del Regnum Christi

Andrés y Ale Jiménez, con 22 años de matrimonio y cuatro hijos, han dedicado 21 años a ser Misioneros Permanentes, allí donde la Iglesia y el Regnum Christi les ha pedido que se desempeñaran profesional y apostólicamente. Un estilo de vida donde su vocación laical, matrimonial y familiar convive en plena armonía con su llamado misionero. Su historia nos lleva desde sus inicios en San Cristóbal de Las Casas y Monterrey (México), sus ciudades de origen, a El Salvador, su primer destino misionero, y después a Querétaro, México, donde Ale se desempeña como Subdirectora del Cumbres International School y Andrés es coordinador de Localidades y de Pastoral de Adultos en la oficina territorial de México. Esta entrevista explora cómo su misión ha fortalecido su matrimonio y familia, y cómo enfrentan juntos los desafíos y bendiciones de su vocación.

¿Cómo viven esa vocación laical y matrimonial y de padres de familia junto con una dedicación misionera a tiempo completo? 

Nuestra vocación enriquece nuestro matrimonio y familia. Desde recién casados pusimos a Dios como centro y eso nos ha fortalecido como pareja. Y nos alegra ver que nuestros hijos han heredado esa fe y buscan crecer en su amistad con Cristo. Al mismo tiempo tenemos las luchas, alegrías y retos de una familia normal.

Poco después de la boda, hicimos un viaje en carro de más de 2,000 kms. de Monterrey a San Salvador, con todas nuestras pertenencias y con mucha ilusión.

¿Les une de una forma especial la experiencia misionera? Puede parecer que es como llevarse el trabajo a casa… 

Nuestra vocación de disponibilidad en el Regnum Christi nos ha servido siempre para estar más unidos. Incluso desde el noviazgo vimos que un aspecto determinante para decidir casarnos o no, era la posibilidad de que pudiéramos asumir juntos el ser misioneros permanentes. Más que un trabajo ininterrumpido, el vivir entregados a Dios es como una música de fondo que llena toda nuestra vida: el trabajo, la oración, los momentos de descanso, las fiestas y hasta los momentos de prueba.

¿Participan en el mismo destino misionero o en diferentes? ¿Cómo ha sido esto a lo largo de su matrimonio? 

En términos generales participamos lógicamente del hecho de estar en la misma ciudad, en Querétaro. Pero desde el inicio de nuestro matrimonio hemos trabajado profesionalmente en instituciones distintas (Ale, en Familia Unida y en colegios, Andrés, en Evangelizadores de Tiempo Completo y en la oficina territorial de apostolado en el territorio de México). Al mismo, tiempo, hemos compartido experiencias apostólicas juntos, como misiones, charlas a novios y matrimonios, etc.

No siempre sucede, pero es habitual que algunos misioneros permanentes cambien por un tiempo de país. ¿A dónde han ido ustedes y cómo se vive en el seno familiar? 

La aventura del inicio de nuestro matrimonio coincidió con nuestra primera asignación de destino en Centroamérica. Poco después de la boda, hicimos un viaje por tierra de más de 2,000 kms. de Monterrey a San Salvador, a bordo de un carro con todas nuestras pertenencias y con mucha ilusión. A los 19 años, ya con nuestros 4 hijos, dejamos amistades entrañables y aquella tierra tan querida para regresar a México, asignados ahora a Querétaro. Nuestros hijos participaron en esta decisión; fue un proceso de cambio para todos, con los retos que eso implica, pero estamos seguros que Dios lo quería para nuestro bien.

Para asumir un destino apostólico entra en juego la armonía que debe haber entre la disponibilidad que le hemos ofrecido a Dios en el Regnum Christi, y el bienestar de nuestra familia, que es nuestra primera vocación.

¿Y si mañana les proponen cambiar de destino misionero? ¿Cómo se gestiona ese posible cambio? 

Para asumir un destino apostólico entra en juego la armonía que debe haber entre la disponibilidad que le hemos ofrecido a Dios en el Regnum Christi, y el bienestar de nuestra familia, que es nuestra primera vocación. No es un equilibrio fácil de lograr, pero es necesario buscarlo. Es importante que nuestros directores puedan contar realmente con nosotros; al mismo tiempo, para aceptar un destino, se requiere mucho diálogo y discernimiento.

Andrés y Ale Jiménez, misioneros permanentes del Regnum Christi

¿Estaban formados para los destinos misioneros o se fueron formando con el tiempo? 

Sí teníamos una cierta base de formación en el área de fe y familia, así como la experiencia que te dan varios años de compromiso apostólico en el Regnum Christi, incluyendo nuestros años como colaboradores. Pero ha sido necesario también formarnos con el tiempo, sobre la marcha, tratando de responder a las necesidades de nuestro campo de trabajo.

Ustedes fueron miembros de lo que antes se llamaba el “segundo grado tercer matiz”. ¿Qué ha cambiado de aquello a cómo se vive ahora esta vocación laical en el Regnum Christi? 

Nuestra vocación hunde sus raíces en al antiguo “segundo grado, tercer matiz”, que buscaba ofrecer una disponibilidad total al servicio de la misión. Pero ha tenido también una importante evolución: ahora existimos como una comunidad especial (red) dentro del conjunto de los laicos, en la que nos apoyamos unos a otros, mientras que antes nos conocíamos poco entre nosotros; se ha purificado la relación entre trabajo profesional y misión; se ha enfatizado en la prioridad de la familia como nuestra primera vocación; tenemos un interlocutor que no es autoridad, pero nos representa ante nuestros directores; contamos con un proceso de discernimiento más largo y objetivo para ayudar a futuros miembros a darse cuanta si Dios los llama a este camino específico.

¿Cuál es la situación actual de los misioneros permanentes después de los cambios desde que fueron llamados segundo grado tercer matiz?

Somos un grupo renovado de apóstoles que aspira a ser una ayuda eficaz a la misión del Regnum Christi. Nos mueve la “alegre tarea de evangelizar”, como dice la promesa de disponibilidad misionera que hemos hecho. Actualmente somos 20 personas (la mayoría, matrimonios) presentes en cinco territorios, trabajando en ámbitos educativos, en la difusión de la fe y en el servicio directo a nuestra familia espiritual.

Nos alegra saber que, además, hay varios miembros atraídos por este estilo de entrega que están decididos a iniciar un proceso formal de discernimiento. Nos ilusiona pensar que en el futuro habrá más misioneros permanentes dispuestos a impulsar el desarrollo y la consolidación del Regnum Christi. Considero que esta vocación es un regalo del Espíritu Santo a nuestro cuerpo apostólico, para responder a las grandes necesidades actuales de la Iglesia y del mundo. A Él confiamos nuestra fidelidad y el crecimiento de nuestra Red.

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