Regnum Christi Internacional

El arte de aprender y servir: transición y crecimiento en Dublín Oak Academy

A través de experiencias como la de José, las Academias refuerzan su misión de ofrecer una formación integral a todos sus alumnos a través de principios y valores cristianos.
Aprender y servir: el crecimiento de José en Dublín Oak Academy

José Camps González, un joven de 19 años originario de Monterrey, México, ha vivido una experiencia muy enriquecedora en lo espiritual y personal. José fue un año en Dublín Oak Academy y años después regresó como colaborador de Academias para acompañar a las nuevas generaciones. A través de sus vivencias, se refleja cómo las Academias Regnum Christi ofrecen, además de la educación, un espacio para el crecimiento personal, la vida en comunidad y el fortalecimiento de la fe, formando jóvenes comprometidos con su desarrollo humano y espiritual.

Lo que para José Camps González comenzó como una gran aventura de formación académica en Dublín Oak Academy, un centro de internado e intercambio internacional de las Academias que forman parte de la Red de Colegios Regnum Christi en Irlanda, llegó a ser una misión para inspirar a nuevas generaciones a través de su papel como colaborador.

Amistades, fe y recuerdos duraderos

Para José, Dublín Oak Academy va más allá de ser un centro educativo o una experiencia académica. La invaluable oportunidad de asistir a la Academia en Irlanda se le presentó a José mientras era estudiante del Irish International School: «Recuerdo muy bien que nos visitaron en el colegio para platicarnos de las academias que existen para que los alumnos pudieran vivir las experiencias internacionales. Entre las opciones, mencionaron Dublín y yo me emocioné mucho porque soy muy aficionado del fútbol. Al finalizar el día, llegué muy entusiasmado a mi casa y le conté a mis papás del tema, pero eso no se concretó sino tiempo después, cuando mis papás hablaron conmigo y comentaron que sería una gran oportunidad el vivir un año fuera».

Una de las experiencias que José atesora más, son las amistades que formó en su tiempo como alumno, y cómo el convivir con personas de diferentes lugares y de carácter internacional, los convirtió en una familia a pesar de las distintas costumbres que cada uno tenía: «Desde que llegas sin conocer a nadie empiezas a formar grandes amistades, pues compartes de todo. Es algo muy especial aquí».

Otro de los mejores momentos que vivió José en Dublín, fue la ocasión en la que su equipo ganó un torneo interno de fútbol, un reto en el cual encontró compañerismo y confianza. Menciona que, años después, pudo reencontrarse con algunos de ellos en otras competencias, demostrando cómo es que los lazos que forman en la academia permanecen a pesar del tiempo y de la distancia.

Aprender y servir: el crecimiento de José en Dublín Oak Academy
José (el tercero de izquierda a derecha) con alumnos de la Academia, en Londres.

José recuerda cómo la vivencia de su fe con retiros espirituales, las dinámicas por casas y el acompañamiento del personal, influyeron en un crecimiento interno: «Ahí fue donde dejé de vivir mi fe solo por mi familia. En la academia, decidí por mí mismo tener una relación con Cristo. Lo que aprendí en ese año, fue el inicio de una relación más personal con Él».

Sin embargo, debido a la inesperada pandemia de COVID-19, es que el tiempo de intercambio de José se vio interrumpido, obligándolo a regresar a su ciudad de origen antes del fin de ciclo.

Del recuerdo a la acción: La reapertura de Dublín Oak Academy

Como consecuencia de la pandemia, Dublín Oak tuvo que cerrar sus puertas debido a las estrictas medias de seguridad. Aunque fue un cierre repentino, esa partida le dejó el deseo de volver algún día: «Al llegar a Monterrey, me subí al carro y le comenté a mi mamá que quería volver». José nunca se imaginó que iba a regresar, pero ahora, como colaborador de Academias.

Los colaboradores de Academias son jóvenes que acompañan a las nuevas generaciones como guías y referentes en el día a día. Ellos ayudan a los alumnos en su proceso inicial de formación humana y espiritual, actuando como una figura cercana de apoyo. «Yo sabía que quería ser como Andrés, mi colaborador, quien me inspiró y me ayudó a ser mi mejor versión». Esa experiencia con Andrés dejó una profunda huella en el intercambio de José, proporcionándole claridad sobre la vocación de servicio y su futuro. Decidió finalizar su preparatoria y prepararse para cumplir con su objetivo de regresar a Dublín una vez que la academia estuviera activa nuevamente.

Pero Dublín Oak Academy permaneció cerrada por cinco años, hasta que el 19 de septiembre de 2024 reabrió sus puertas con la ceremonia de reapertura. Gracias a ello, José logró regresar a la academia como colaborador. La reapertura trajo mucha alegría y compromiso a la comunidad de maestros, docentes y exalumnos.

José llegó a Dublín en agosto para apoyar en todo lo que se necesitaba: «Había mucho por hacer. Tuvimos que hacer de todo en un lapso de 15 días para prepararnos para la llegada de los niños, así que nos pusimos a limpiar, reparar muebles, pintar y de más. Fue un gran desafío porque no sabíamos lo grande que sería, pero afortunadamente nos pudimos adaptar y sacar adelante este gran proyecto. Fue trabajo en equipo y, al ver que lo logramos, te llena de gran orgullo», comparte José.

Aprender y servir: el crecimiento de José en Dublín Oak Academy
En un paseo con los alumnos a los alrededores de la Academia.

Hoy en día, la rutina diaria de José inicia muy de mañana y termina después de que los alumnos se han ido a descansar. Dentro de sus responsabilidades está ayudar a preparar la misa diaria, acompañar a los alumnos durante clases, entrenamientos y momentos de formación: «Al concluir la jornada de clases, tenemos deportes, cenamos después del entrenamiento y cerramos el día con tiempo libre para que llamen a sus familias, jueguen o platiquen».

Como colaborador de Academias, también es responsable de preparar las actividades del día siguiente, siempre tomando en cuenta la rutina de los alumnos. Además, menciona que su experiencia como exalumno aporta un inmenso valor en la manera de organizar la jornada y en su cercanía con los alumnos: «Me preguntan mucho cómo era la rutina y actividades en mi tiempo y eso me permite conectar con ellos, darles consejos y guiarlos».

Una colaboración que deja huella

Más allá del día a día, José desea que su paso por la academia pueda marcar a las nuevas generaciones, así como su colaborador Andrés lo hizo con él años atrás: «Me encantaría que muchos de los niños que hoy acompaño puedan regresar en un futuro como colaboradores de Academias, que quieran repetir esta experiencia desde el otro lado y puedan dar lo mejor de sí para servir a los demás».

Para José, uno de los momentos que le han conmovido es cuando puede ver cómo se relacionan los estudiantes entre sí: «Desde el primer día ves cómo llegan desde su casa con una forma de ser completamente distinta a cuando se van. Pasan los meses o hasta el año y ves lo mucho que han crecido, su madurez, cómo viven y se sobreponen a la vulnerabilidad por extrañar su casa y su manera de vivir las experiencias alegres aquí. Ver todo eso es lo que me tiene feliz, lo que me motiva a seguir todos los días y ser parte de ese cambio en ellos».

Además de verlos desenvolverse, José también atestigua cómo los estudiantes quieren ir conociendo a Cristo: «Muchos de ellos vienen a preguntarme sobre el tema, y gracias a que pasé por esa experiencia en la academia, ahora yo puedo compartirles esa parte y orientarlos para que ellos empiecen su propio camino espiritual. Siento que vale mucho la pena compartirles la amistad que tengo con Jesús».

¿Qué le diría José a quienes piensan ir a una Academia? Los adolescentes tienen la necesidad de ser escuchados, reconocidos y acompañados en su camino de formación personal y espiritual. José comparte un mensaje para quienes están por tomar esa decisión: «Anímense. Tomen la decisión. Puede que tengan que renunciar a algo, pero valdrá la pena. No se queden con el qué hubiera pasado. Esta experiencia cambia vidas; a mí me cambió y ahora tengo la oportunidad de sumarme al cambio de los demás».

A través de experiencias como la de José, las Academias refuerzan su misión de ofrecer una formación integral a todos sus alumnos a través de principios y valores cristianos, enriqueciendo la práctica del lenguaje, la cultura internacional y abordando la necesidad de crear comunidades de apóstoles que lleven el mensaje del Evangelio a las nuevas generaciones. Cada una de las Academias crea espacios en donde los alumnos puedan cultivar sus talentos y aprender a vivir con sentido a través del servicio, la comunidad y la fe.

Oak International Academies se compone de cuatro academias que funcionan como «boarding schools», o internados de intercambio. Dublín Oak y Woodlands Academy están ubicadas en Irlanda, mientras que Le Châtelard se encuentra en Suiza y Everest en Estados Unidos. Ya sea con su programa anual, de primavera, verano u otoño, estos centros están dedicadas a la formación integral de niños y adolescentes, acompañándolos en su desarrollo académico, espiritual y humano, bajo la misión de las obras educativas de la Red de Colegios Regnum Christi: formar líderes cristianos que sean agentes de cambio en la sociedad.

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