Entre agosto y septiembre de 2025, los Legionarios de Cristo celebraron sus Asambleas Territoriales, un ejercicio de discernimiento que se ha convertido en momento clave antes del Capítulo General que tendrá lugar en Roma en enero de 2026. Más allá de la formalidad de una reunión interna, estos encuentros reunieron a sacerdotes de diversas culturas y generaciones en un ambiente de oración, diálogo y fraternidad, con el objetivo de escuchar lo que el Espíritu Santo llega a inspirar en medio de los retos actuales. ¿Qué tienen en común las inquietudes de un sacerdote en Brasil con las de otro en España o en Corea? ¿Cómo se tejen las diferencias de contexto para llegar a consensos que marcarán el rumbo de toda la congregación?
Lejos de ser reuniones administrativas, las Asambleas se vivieron como espacios de comunión y discernimiento espiritual. En ellas, los participantes compartieron experiencias de sus comunidades, analizaron propuestas y plasmaron inquietudes que, reunidas, servirán para los días del Capítulo General que tendrá lugar en Roma. El resultado fue un mosaico de voces diversas, unidas por un mismo deseo: permanecer fieles a Cristo y a la Iglesia, y fortalecer la misión apostólica de la Legión en el mundo actual.
El espíritu que marcó los encuentros
En todas las asambleas, sin importar el territorio, la oración fue el corazón de la experiencia. El canto Veni Creator Spiritus, la celebración eucarística y la adoración al santísimo sacramento fueron el punto de partida de cada jornada. La liturgia fue el eje de los trabajos, recordando a los delegados que su labor de discernimiento debía realizarse a la luz del Espíritu Santo.
El tono de fraternidad también fue una constante. En Norteamérica, los delegados escribieron al final: «Podemos decir sinceramente que ha sido una alegría estar juntos como hermanos». Palabras similares resonaron en los demás territorios, donde el ambiente de diálogo abierto y escucha sincera permitió que se compartieran no solo reflexiones, sino también preocupaciones y esperanzas. En España, uno de los participantes resumió: «Aunque siempre hay diversidad de opiniones, cada vez aprendemos más a reconocerlas como una riqueza y no como causa de división». «Han sido días de mucha oración, en los que hemos estado muy unidos y con mucha convivencia. Hay que dar gracias a Dios por todas las bendiciones, las luces, todo lo que hemos recibido», mencionó el P. Carlos Gutiérrez, L.C., director territorial del Norte de México.
Este clima de oración y fraternidad se reflejó también en la manera de trabajar: una dinámica que combinó organización y apertura, con procesos estructurados, pero siempre atentos a dar espacio a la escucha y al diálogo sincero. En Italia, dedicaron tiempo al estudio de los documentos preparatorios y a la revisión de los materiales de síntesis provenientes de las comunidades locales. Las propuestas ya recogidas en los distintos subsidios fueron objeto de reflexión conjunta, dando lugar a sugerencias y orientaciones que serán presentadas al próximo Capítulo General como fruto del discernimiento compartido, la organización se distinguió por la precisión de las votaciones electrónicas y la programación cuidadosa de las sesiones. En otros territorios, además, la metodología privilegió los comités pequeños y los espacios de escucha. En todos los casos, la intención fue la misma: fomentar la participación activa y garantizar que cada voz encontrara espacio para expresarse.
Temas compartidos: identidad, vida religiosa, vocaciones y misión
Los temas que emergieron de las Asambleas fueron notablemente convergentes. Cuatro grandes ejes articularon las reflexiones: la identidad legionaria, la vida religiosa y sacerdotal, la promoción vocacional y la misión apostólica.
En todas las asambleas se hizo evidente la inquietud por la identidad legionaria, un tema que reapareció una y otra vez en las conversaciones. En distintos territorios surgió la inquietud de reafirmar el carisma propio; en Brasil, por ejemplo, se habló de recuperar la vivencia auténtica de la Militia Christi. «Sentí que hubo una necesidad de reafirmar nuestra misión común como Regnum Christi, desde nuestra vocación específica de legionarios de Cristo», explicó el P. Nikolaus Klemeyer, L.C., al hablar de lo vivido en España. En Brasil, los debates subrayaron la urgencia de una transformación cultural interna que refuerce tanto la espiritualidad como la organización del gobierno.
La vida religiosa y sacerdotal también fue objeto de profunda reflexión. En varias Asambleas se habló del equilibrio necesario entre la intensa vida apostólica y la dimensión comunitaria. Hubo sacerdotes que expresaron la dificultad de armonizar un calendario cargado de tareas con la vida de comunidad y oración. «Nuestra vida está marcada por una intensa actividad apostólica que puede generar tensiones con la vida comunitaria y religiosa», reconoció uno de los participantes en España.
La promoción vocacional fue otra de las prioridades. En Europa Occidental y Central se dedicó un día entero a reflexionar sobre cómo acompañar a los jóvenes que buscan descubrir su llamado. En Brasil se insistió en la necesidad de renovar la pastoral vocacional a partir de la cercanía y la escucha personal. Y en México, la invitación de Mons. Pedro Pablo Elizondo, fue de «vivir un nuevo Pentecostés que haga vibrar el corazón y renueve el entusiasmo por la vocación».
La misión apostólica ocupó también un lugar destacado en las asambleas. En Norteamérica, los delegados dialogaron sobre cómo vivir el testimonio de pobreza en un contexto marcado por el consumo, así como sobre el fortalecimiento de comunidades maduras y fraternas. En Chile y Argentina, el acento estuvo en proyectarse desde lo positivo, reconociendo fortalezas y oportunidades. En Venezuela, Colombia y Ecuador, además de los cuatro ejes comunes, se incluyó la reflexión sobre la participación en la Federación Regnum Christi y la consolidación de los ambientes seguros.
Diferencias y matices
Aunque las líneas de fondo fueron similares, cada territorio aportó matices propios. En Italia, destacó el rigor organizativo y la claridad de los procesos, los participantes no solo revisaron los materiales de síntesis de las comunidades, sino que los transformaron en propuestas concretas, fruto de la escucha y el discernimiento común. En Norteamérica, el sello fue un espíritu propositivo y orientado al futuro, con la discusión de más de ciento cincuenta propuestas. En México, se puso un énfasis en la fraternidad y el ardor apostólico. En Chile y Argentina se buscó conscientemente partir de lo positivo y evitar un enfoque que se fije solo en lo problemático. En España, en cambio, estuvo presente la preocupación por el desgaste personal de muchos sacerdotes y por la tensión entre vida comunitaria y misión. En Brasil, la celebración de los cuarenta años de presencia de la Legión en el país dio un tono de memoria y gratitud.
Estas diferencias se vivieron como una riqueza que puede enriquecer el discernimiento del Capítulo General. «Compartimos en un ambiente fraterno y con gran libertad, dando testimonio de lo que Dios está haciendo en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades», señaló el P. Rogelio Villegas, L.C., participante en la asamblea de Europa Occidental y Central.
Coincidencias y consensos
Más allá de los matices, las asambleas territoriales coincidieron en algunos puntos esenciales. Uno de ellos fue la necesidad de profundizar en el proceso de renovación iniciado en los últimos años, especialmente tras las crisis del pasado. Los delegados reconocieron que, si bien se han dado pasos significativos, todavía quedan áreas donde la vida comunitaria y la misión necesitan consolidarse.
Otro consenso fue la centralidad de la comunión. La experiencia del diálogo, escucha y fraternidad fue valorada como un signo del camino que debe seguir la Congregación en su conjunto. La convicción de que la diversidad de opiniones no debe ser motivo de división, sino de enriquecimiento, se convirtió en un hilo conductor de todos los encuentros.
Retos de cara al futuro
Los retos que surgieron de las asambleas son múltiples y complejos, pero también realistas y compartidos. El primero es el de encontrar un equilibrio entre vida apostólica y vida comunitaria, evitando el desgaste personal de los sacerdotes. Hubo quienes reconocieron que la intensidad del trabajo pastoral puede conducir al agotamiento si no se cultiva una vida espiritual y comunitaria sólida.
El segundo reto es la promoción vocacional, que requiere creatividad y cercanía en un mundo donde los jóvenes enfrentan múltiples alternativas y presiones. El tercero es la consolidación de una identidad legionaria clara, que permita responder a los desafíos contemporáneos sin perder el carisma fundacional. Finalmente, aparece el reto de fortalecer estructuras de gobierno más sencillas y eficaces, capaces de sostener la misión sin burocratizarla.
Voces que iluminan el camino
Las palabras de algunos participantes ilustran bien lo vivido. El P. Benjamín Clariond, L.C., en México, resumió la experiencia como «un momento de mucha oración y convivencia, de discernimiento, de fraternidad, y también de la preocupación de ver las cosas que podemos hacer mejor para estar al servicio de la Iglesia». El P. Giovanni Espinoza, L.C., recién ordenado, destacó la alegría de compartir con quienes han construido el Regnum Christi en su territorio. En Europa, el P. Sylvester Heereman, L.C., recordó que el objetivo fundamental es «honrar a Dios y alcanzar la santidad». Y en España, el P. Juan José Ferrán, LC, subrayó la importancia de volver siempre al amor a Cristo, a la Virgen, a la Iglesia y al Papa.
El P. Juan Antonio Ruiz, L.C., del territorio del Norte de México, dijo que «estamos precisamente pidiéndole a Dios luz para ver hacia dónde quiere que vaya la Legión, pensemos ante todo si estamos yendo a Él. Si nos estamos centrando en Él. Si estamos poniendo nuestros cimientos de vida en Él. Si nuestra santidad está haciendo construir mi corazón en Él… Y lo demás será muy importante, será muy grande, pero porque estará basado precisamente en Jesucristo. Porque somos eso, legionarios de Cristo».
Estas voces, diversas en estilo y procedencia, coinciden en señalar un mismo horizonte: la fidelidad a la misión y la esperanza en el futuro.
Un horizonte común hacia Roma
Las asambleas territoriales de 2025 fueron, en definitiva, un ejercicio de discernimiento comunitario que unió oración, reflexión y fraternidad. Cada territorio aportó su visión y su experiencia, pero todos compartieron la convicción de que el futuro de la Congregación debe construirse desde la escucha al Espíritu Santo y la comunión entre hermanos.
El próximo Capítulo General de enero de 2026 será el momento de reunir todos estos aportes y de darles una forma común. Será, como lo describe el derecho canónico, «un signo de unidad en el amor» y una oportunidad para renovar la misión de los Legionarios de Cristo en el mundo.
Las asambleas han mostrado que, más allá de contextos y culturas, lo esencial permanece: la llamada a ser sacerdotes al servicio de Cristo y de la Iglesia, unidos en comunión fraterna y con la mirada puesta en el futuro. O como expresó uno de los delegados en la conclusión de su asamblea: «En el fondo, todos queremos lo mismo: entregar nuestra vida al Señor y a los demás».
Para una información más detallada sobre las asambleas de cada territorio, se pueden consultar estos enlaces: Italia, Europa Occidental y Central, México y Centroamérica, Norte de México, Norteamérica, Chile-Argentina, Colombia-Venezuela, España, Brasil.
Asimismo, la página internacional de los Legionarios de Cristo publicó un artículo sobre las asambleas con el título «Asambleas Territoriales: camino hacia el Capítulo General 2026».
Foto de portada: Asamblea territorial de México-Centroamérica.
