Evangelio: Mt 16,13-20
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. Ellos dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas”. Díceles él: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Replicando Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Entonces mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
Fruto: Fomentar mi amor al Vicario de Cristo, el Papa Francisco, reflexionando en sus enseñanzas y siguiéndolas fielmente.
Pautas para la reflexión:
Pedro es quien recibe la misión directamente de Jesucristo de llevar adelante la Iglesia. Pedro no lo buscó, no lo pidió. Cristo se lo entregó personalmente. Y queda claramente definido que lo que él, Pedro, lo que ates o desates, quedará atado o desatado en el cielo.
1. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Cristo no dice: “sobre estas piedras” edificaré mi Iglesia o mis iglesias. Indica que Pedro es “la” piedra sobre la cual deja edificada su Iglesia. Pedro es el garante, el guardián de las llaves. Esta es una clara invitación a renovar nuestro amor incondicional al Santo Padre, representante (vicario) de Cristo en la tierra. Es el puente (pontífice) que nos lleva a Dios a través de sus enseñanzas y gracias a Dios, también con el ejemplo de su vida. Difícil dejar caer en el olvido las enseñanzas y el maravilloso ejemplo de San Juan Pablo II, de Benedicto XVI, y hoy en día del Papa Francisco. Gran certeza gozamos al tener un guía asistido por el Espíritu Santo para llevar adelante a la Iglesia.
2. Las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella
A pesar de los contratiempos y de los azotes del mal hacia la humanidad, tenemos la promesa de Cristo: las puertas del infierno no pueden vencer. No pueden vencer ni en mi vida ni en la Iglesia, si realmente caminamos según la voluntad de Dios. Esto no es ajeno a nuestra fe, o al menos no debería serlo. Y hay que ser conscientes que siempre ha habido, los hay y los seguirá habiendo, quienes se consideran más papistas que el Papa. A ellos, a los más papistas que el Papa, a ellos Dios nunca les dio las llaves, Dios nunca les prometió nada y no son garantes de nada. Quizá ya se han encontrado con alguien que ataca directa y llanamente al Papa porque, según su opinión, el Papa está equivocado. Los hay incluso que van más allá diciendo que el Papa actual sigue siendo Benedicto y no Francisco. Son personas que se piensan superiores al Espíritu Santo y que le quieren corregir la plana a Jesucristo: “No, Jesús, las puertas del infierno sí prevalecieron contra ella porque ahora hay un Papa que no se rige por la camisa de fuerza que yo insisto se debe usar, de un Papa que ya no vive en un palacio, que no usa zapatos rojos pero es “rojillo”, etc”. Son el tipo de personas que se quedaron atrapadas y se niegan en caminar al paso de la Iglesia y que interpretan con mirada miope la realidad eclesial actual. La promesa de Cristo se hace presente día a día, y las puertas del infierno no prevalecerán porque esa es Su promesa, no la nuestra.
3. Lo que ates quedará atado, y lo que desates, desatado
En esta declaración podemos visualizar el significado del servicio de autoridad del Papa. También es una prefiguración del sacramento de la reconciliación. Lo que ates y desates se cumple en el momento de exponer ante el sacerdote mis pecados. La Iglesia es depositaria de este perdón, otorgado por Cristo a Pedro. ¡Cómo no aprovechar este gran don que reconforta el alma, acrecienta la gracia (la amistad íntima con Dios), nos ayuda a ser perfectos en nuestra vida cristiana, sobre todo para no caminar vagamente, para abrir nuestro corazón al conocimiento de Dios! ¿Confiamos plenamente en estas palabras de Cristo? ¿O ya nos suenan como algo lejano e incomprensible?
Propósito: Aprovecharé este fin de semana para acercarme al sacramento de la confesión. Y aprovecharé para realizar un examen de conciencia a fondo.
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