Joaquín García Mauriño fue ordenado diácono permanente hace un año. Durante este tiempo ha desarrollado su ministerio en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Madrid. Está casado con Rosina Seral, y tiene dos hijas. Es miembros del Regnum Christi desde hace 27 años, y colabora con Familia Misionera y con los cursos prematrimoniales del DIF. Una feliz coincidencia: entre sus intenciones, el Papa ha pedido que durante el mes de mayo la Iglesia rece especialmente por los diáconos, que son los que “se dedican al servicio de la palabra y de los pobres”. Joaquín nos explica en esta entrevista a Lo+RC cuál es su experiencia, y respecto a estos últimos, nos cuenta que se dedica a los enfermos de la parroquia, “les llevo la comunión y un rato de compañía, que también lo necesitan”. En España hay unos 500 diáconos, algo más de 30 en Madrid. Pero son cifras muy lejanas a las de Estados Unidos, donde hay 16.000.
Joaquín, ¿qué es exactamente un diácono permanente?
Es el varón, normalmente casado, que se consagra a la Iglesia en el grado inferior dentro del sacramento del Orden. Su función principal es ejercer la acción caritativa de la Iglesia en la dedicación al servicio de los más pobres y necesitados. También tiene funciones dentro de la liturgia y puede impartir algunos sacramentos como el bautismo, y el matrimonio. También nos encargamos de distribuir la comunión y de exponer el Santísimo y puede presidir la celebración de las exequias.
Acabas de celebrar tu primer aniversario de ordenación, ¿cómo has vivido este año?
Ha pasado muy rápido, casi sin darme cuenta. Ha sido un año de aprendizaje y de profundización en el ministerio del diaconado. Percibes cómo el Espíritu Santo te va moldeando y te va conduciendo en tu vida. No ha sido un año de gran actividad, pero sí he vivido muchos momentos en los que vislumbras la labor que se puede hacer siendo diácono y la gran necesidad que hay de comunicar a Jesucristo y de estar al lado de los más vulnerables.
¿Y tu familia?
Contentos con esta nueva etapa que se nos presenta, porque toda la familia participa del diaconado. El servicio a los demás ha sido una constante que hemos intentado vivir en nuestra familia y ahora más si cabe.
¿Cómo combinas diaconado, trabajo profesional y tu vida familiar?
Haciendo un poco de rompecabezas hasta ajustar cada pieza en su sitio. Cada momento de mi vida lo vivo como diácono y siempre tengo en mente que la dedicación a los demás es lo principal en cualquiera de los ámbitos en los que me mueva.
¿Cómo se combina la pertenencia al Regnum Christi y a ser diácono permanente?
Por ahora muy bien. Es una gran alegría poder participar en las celebraciones litúrgicas con los legionarios. Tuve la dicha de asistir a la ordenación diaconal del P. Pou y darle el abrazo de acogida al orden de los diáconos, gesto que se realiza en el ritual de la ordenación. Por otro lado, la actividad en las tareas de apostolado, a raíz de la ordenación, se ven desde otra perspectiva, ¡puedo hacer más cosas! Especialmente en lo que estamos más involucrados, como es Familia Misionera, aunque este año no haya podido ser.
El Papa ha pedido que se rece especialmente por los diáconos durante este mes de mayo, ¡todo un espaldarazo a una forma de entrega muy desconocida en la Iglesia!
Efectivamente, el Papa, tal y como está siendo su pontificado, de dedicación a los más pobres, ve en los diáconos la personificación de esta tarea indispensable dentro de la Iglesia. Está insistiendo mucho en que la dedicación del diácono permanente ha de fijarse más en la atención a los más necesitados y no tanto en su presencia en el altar. El diaconado permanente es un ministerio poco conocido en España, incluso hay gente de Iglesia que tiene muchas lagunas, y en algunas diócesis no tienen ni siquiera presencia. Aquí en Madrid, el Cardenal Carlos Osoro, está en la misma línea que el Papa dando más entidad y presencia pública a los diáconos en las ordenaciones o acompañado por un diácono permanente en casi todas sus celebraciones.
El Papa dice que los diáconos se dedican al servicio de la palabra y de los pobres, ¿cómo vives tú en concreto estas dos tareas?
Mi dedicación a la palabra se centra en la lectura del Evangelio; siempre que tengo previsto leerlo, lo preparo previamente, para no equivocarme al leer y, fundamentalmente, para profundizar más en la Palabra de Dios, que siempre tiene algo nuevo que decirnos; y en alguna ocasión he tenido que preparar la homilía.
Mi dedicación a los pobres se ha centrado en aquellos que no pueden asistir a la parroquia por su situación de enfermedad y les llevo la comunión y un rato de compañía, que también lo necesitan.
¿Por qué sois “un signo vivificante de la Iglesia”, como pide el Papa?
El servicio al prójimo, y en especial al más necesitado, es una tarea fundamental dentro de la vida de la Iglesia. Y el Papa, como he dicho antes, tiene una predilección especial por estas personas, y el diácono es el signo, el ejemplo, la personificación de la entrega a los más débiles. El que haya más diáconos hace más visible el servicio que sustenta la vida de la Iglesia.
¿Qué hace un diacono permanente durante el coronavirus?
Hay mucho que hacer, desde la asistencia a enfermos en hospitales o en residencias de ancianos, celebrar las exequias en los cementerios, asistir a los que están en situación de necesidad o atender a aquellos que están solos, a través del teléfono. No hay que olvidar la oportunidad de largos momentos de oración y de estudio para profundizar en la Palabra de Dios y así poder transmitirla con profundo sentido caritativo.