El documental «Caminando juntos» recoge experiencias misioneras: la de la familia Navarrete, cuya participación en las misiones de Juventud y Familia Misionera este 2025, en México, revela cómo el compromiso familiar con el Evangelio transforma vidas. Para conocer más a fondo esta vivencia, se entrevistó a Alfredo Navarrete, padre de familia y protagonista del documental, quien comparte cómo la misión se vuelve un camino compartido que fortalece vínculos y mantiene el corazón centrado en lo esencial.
El Papa León XIV, en su homilía por al Jubileo de las Familias del pasado 1° de junio, reflexionó sobre la oración de Jesús por la unidad de todos, no como uniformidad, sino como comunión viva fundada en el amor trinitario, y la relaciona con la familia como primer lugar donde se experimenta y transmite ese amor. Destacó que la vida es un don recibido y que todos vivimos gracias a relaciones de cuidado mutuo, subrayando la importancia de la familia como escuela de humanidad, fe y reconciliación. Ante los desafíos del mundo, el Papa invitó a las familias a ser signo de unidad y paz, animando a esposos, hijos y abuelos a vivir su vocación con coherencia, gratitud y ternura. Con esperanza, concluyó recordando que todos estamos llamados a ser uno en el amor eterno de Dios, junto con quienes nos han precedido.

En esta línea de la familia como escuela de humanidad y de fe, y del primer lugar donde se experimenta y transmite el amor, el documental «Caminando juntos», presentado el 4 de junio, narra la historia de la familia Navarrete que ha participado ya varios años en las misiones de Semana Santa, mostrando cómo la fe compartida transforma desde lo cotidiano. Inspirado en el llamado que hizo tiempo atrás el Papa Francisco a comunicar desde el corazón, el proyecto busca ser un testimonio vivo del compromiso familiar con la evangelización, destacando la preparación, los desafíos y los frutos espirituales que surgen del servicio misionero. A través de un mensaje de esperanza, el documental motiva a otras familias a hacer de la misión no solo una actividad pastoral, sino un estilo de vida que fortalece vínculos y hace presente el amor de Dios en las comunidades.
Para conocer más sobre esta experiencia, conversamos con Alfredo Navarrete, quien encabeza junto a su familia esta misión. Esto fue lo que nos contó:
Alfredo, ¿qué significa para ti el que puedas hacer misiones con tu familia? ¿Qué legado, valores, te gustaría transmitir y dejar a tus hijos?
Para mí ir de misiones en familia significa vivir y poner en práctica la frase del P. Peyton: «la familia que reza unida permanece unida» y en la práctica ir todos de misiones nos hace vivir una misión juntos y por ósmosis permeamos los valores que deseamos transmitir a nuestros hijos, la unidad familiar con Dios en medio, como pilar de la familia, ese es el principal legado que deseo dejar a mis hijos.
¿Qué retos y dificultades tienen como familia para ir de misiones y cómo consiguen superar esto?
Cada misión es un reto, implica salir de las comodidades ordinarias, las personales y familiares, para dejar todo atrás y ponerse al servicio de los demás. Es verdad que resulta complicado o todo un reto el armar la logística familiar, con niños pequeños o de brazos, con los preadolescentes que no desean hacer nada o los jóvenes que desean hacer sus planes aparte, pero todo es posible y se puede conciliar cuando uno se lo propone y Dios pone todo para que así sea.

¿Cómo ves el «antes, durante y después» de las misiones? Siguen siendo una familia como la mayoría, con dificultades, alegrías, experiencias enriquecedoras, etc. Las misiones ¿les ofrecen un plus como familia?
Por supuesto que las misiones aportan algo a la familia. Es más, me atrevo a decir que en las misiones es más lo que uno recibe que lo que da. En realidad, es poco lo que podemos dar y es mucho más lo que uno recibe, aprende, experimenta y vive. Y en cada misión se repite lo mismo, aunque llevemos años yendo de misiones siempre se aprende y se recibe más y eso es invaluable. Además, las misiones de alguna manera ayudan a no perder el rumbo en nuestras vidas y vivir de cara a lo más importante: Dios. El saber que hay un momento del año en que lo dedicamos de cara a Dios nos ayuda a tener presente nuestra razón de ser: estamos hechos para Dios. Y esto de alguna manera ayuda al antes, durante y después de nuestras vidas pues nos ayuda a buscar ser coherentes con lo que profesamos. Dificultades existen, pero con la ayuda de Dios siempre se superan y ese es el “plus” que las misiones aportan a nuestras vidas personales y a la familia.
¿Tienes anécdotas que nos puedas compartir de cómo Dios va transformando la vida de tu familia en las misiones?
No tengo en mente una anécdota como tal de una transformación de la vida de mi familia. Más bien, el mismo hecho de ir de misiones, ponerse la camiseta misionera, es ya en sí el inicio de una transformación en pequeñas acciones que van construyendo el día a día de las misiones. Ciertamente hay algunos momentos de «mayor luz», si pudiéramos llamarlos así, en los que el Espíritu Santo actúa y nos va dejando enseñanzas: un mensaje de una persona del pueblo, la generosidad de la gente que nos acoge y sacrifica sus pollos para darnos de comer, en fin… la misión está hecha de todos los pequeños detalles que van poco a poco transformando las vidas de cada uno de los miembros de la familia, de diversas maneras y con diferentes acciones. Dios tiene su momento para cada uno.
Las misiones también son momentos donde se ve la falta de vocaciones, la falta de sacerdotes, a grandes rasgos, ¿qué hacen ustedes como familia para apoyar al sacerdote de la comunidad?
Efectivamente, este año acudimos a una comunidad donde el párroco tiene alrededor de 20 comunidades distantes y que no hacen posible la presencia continua en todas ellas. Durante las misiones ayudamos a buscar reavivar y hacer presente la presencia de Dios en medio de ellos. Pero también a veces uno se sorprende porque en realidad no es que Dios no esté en medio de esas comunidades… todo lo contrario, ahí está, sólo hace falta recordarlo y todos juntos, misioneros y la comunidad, buscamos hacerlo patente. En ocasiones también ofrecemos la posibilidad de celebrar paraliturgias y acercar la comunión a personas enfermas y esto de alguna manera también es una ayuda para el sacerdote de la comunidad.

«Caminando juntos» es el documental donde tu familia hace misiones, ¿cuál sería el mensaje principal con el que quieres que se quede la gente al ver el documental?
El mensaje central que me gustaría permear con el documental es que podemos ser felices en medio de todas las dificultades ordinarias y se puede caminar juntos como familia para vivir una semana y una vida entera en plenitud si caminamos juntos con Dios de la mano.
¿Qué le dirías a otras familias que nunca han considerado ir de misiones, o que lo han pensado, pero no han dado el paso para concretar su asistencia?
Les diría simplemente que se den la oportunidad, aunque sea unas horas para hacer la experiencia de ir de misiones. Hay muchas modalidades para ir de misiones, no es necesario ir toda una semana de misiones, también se puede ir una mañana o una tarde, unas horas a una comunidad a compartir nuestra fe con la gente y esa experiencia es sumamente enriquecedora, pues el hacerlo es hacer la experiencia de Jesucristo en nuestras vidas. Él nos los dijo, lo prometió y lo cumple: «Donde dos o más se reúnen en mi nombre» (Mt 18, 20) ahí está Él y así es y así lo experimentamos y más en una misión donde de manera constante estamos reunidos en su nombre.
El documental
Crédito de las fotos: Regnum Christi México


