Enrique Samson es mexicano, del norte de la Ciudad de México, miembro del Regnum Christi por más de 24 años. Está casado y tiene tres hijos pequeños. Actualmente combate dos diagnósticos de cáncer y, curiosamente, se siente bendecido por ello. Como es de esperar, la vida familiar cambia drásticamente, las prioridades se redimensionan, la esperanza se vuelve una virtud de valientes. ¿Qué mensaje tiene Enrique para todos nosotros? «Los miembros de mi equipo del Regnum Christi han sido literalmente los amigos que llevaron al paralítico hasta Cristo y rompieron el techo de la casa para bajar la camilla», comenta Enrique.
Enrique se asoció al Regnum Christi en las Megamisiones del año 2000. Si bien por cuestiones de familia, estudios, trabajo o intereses personales, su vida ha sido la de un nómada – llevándolo a vivir en distintas ciudades de Europa y el continente americano desde pequeño –, su corazón está siempre en sus raíces mexicanas.
Actualmente reside en Atlanta, Estados Unidos, con su esposa y tres hijos pequeños. En sus propias palabras:
«Yo solía pensar que era ciudadano del mundo. Conforme más crezco, me doy cuenta de que “la tierra llama” y busco educar a mis hijos en los valores que aprendí en mi país: el idioma, las tradiciones, la cultura, la gastronomía de nuestro México.
Y aunque uno en realidad no puede ser “ciudadano del mundo” me he dado cuenta de que Dios me dio la gracia de una gran familia universal: la de su Iglesia. Para mí ha sido increíble comprobar una y otra y otra vez que a donde quiera que vaya, nunca me he sentido solo o fuera de lugar dentro de su Iglesia.
Me vienen a la mente varias experiencias, como cuando estaba en la universidad en Amsterdam y fui con unos amigos a visitar a nuestro párroco local. Nos abrió las puertas de su parroquia y de su corazón, así como lo hicieron todo su equipo y parroquianos, y más que “ir a misa los domingos” era un lugar para estar en familia. Puede sonar extraño, pero fue así.
Para mí es un pequeño vistazo de lo que debe ser el cielo: una indescriptible sensación de paz y pertenencia en lo que seguramente era lo que Dios quería para nosotros desde un principio, la Iglesia como familia.
O como me pasó en otra ocasión, con tres de mis mejores amigos en esos mismos años, uno de España y dos de Francia. Cuando uno de mis amigos franceses nos llevó a su casa a pasar un fin de semana con su familia, todos y en especial su mamá, nos trataron inmediatamente como un miembro más de la familia. Aunque me debería haber sentido entre extraños fue todo lo contrario, me sentía como en casa».
Durante estos 24 años en el Regnum Christi, Enrique ha vivido distintos roles como responsable de equipo, director de misiones y colaborador del Regnum Christi. Su vocación a esta última etapa de colaborador se puede considerar “tardía” pues la realizó a sus 33 años, resultado de una promesa personal que le hizo a Dios tras un accidente.
Durante ese periodo trabajó en el área de comunicación del Regnum Christi desde Roma, alternando proyectos en México, Madrid y Atlanta. Luego de su periodo como colaborador, Enrique ha seguido unido al Regnum Christi como miembro de equipo, dando prioridad a su vocación y responsabilidad como esposo y padre de familia.
«Vivo por mis hijos y mi esposa. Pido a Dios que no me permita tener una vida larga solo por vanidad, sino para poder verlos crecer y formarlos en su amor, si es así su voluntad».
El cáncer
«No te voy a negar que el cáncer fue una noticia devastadora al principio. Creo que viví todos los procesos del duelo, ya sabes, miedo, enojo, negación, aceptación. En pocas palabras: No aceptación de la enfermedad en sí misma».
Para Enrique, conocer los diagnósticos del cáncer fue todo un reto de aceptación de la realidad, de una cruz muy personal y que «me dio la oportunidad de ofrecerla por mí y mi familia. Ha sido un hermoso proceso de purificación. Antes del cáncer, yo decía estar consciente de mi mortalidad. Pues no tenía idea. Luego del cáncer, me siento más motivado que nunca a mantenerme siempre en amistad con Dios», comenta Enrique.
Algo que ha sobresalido en este tiempo ha sido el apoyo de «hermanos y hermanas en Cristo que Dios puso en mi camino para ayudarme a mí y a mi familia: mi equipo del Regnum Christi, las familias del colegio Regina Caeli – la escuela católica donde van nuestros niños – y hasta mi párroco, a quien considero un gran amigo», dice Enrique.
El tratamiento del cáncer tiene sus retos. «Actualmente estoy lidiando mucho con dolores de garganta por la radiación, que me dificultan mucho comer o hablar. Trato de sobrellevarlo y al mismo tiempo seguir gestionando mi trabajo para salir adelante con mi familia. Todo esto me ha puesto en una situación de aceptación humilde y vulnerable. Y Dios ha estado ahí todo este tiempo para recordarme que, si Él “viste a las flores del campo y alimenta a las aves, ¿cuánto más no hará por nosotros que somos sus hijos?”. Yo creo firmemente que luchar contra mi propia soberbia durante esta experiencia ha sido una gran bendición y un proceso purificador que espero no olvidar, independientemente de los años que Dios me dé para vivir de ahora en adelante».
Desde que Enrique tuvo los diagnósticos, su equipo del Regnum Christi y muchas amistades de la sección de señores de Atlanta, han estado rezando día y noche por él y por su familia. «Me lo recuerdan seguido y sus oraciones me sostienen. Ante la dificultad de manejar para ir a mis tratamientos, mientras mi esposa cuida a los niños, se organizaron e hicieron un calendario para llevarme y traerme. Han dejado de lado horarios de trabajo y distancias para darme la generosidad de su tiempo. Uno de ellos, que vive a cinco horas de Atlanta, maneja hasta acá sólo para llevarme y traerme, y luego se va de nuevo a su casa, cinco horas de regreso. A veces se organizan para venir a ayudarnos con tareas de la casa. Y más recientemente, que nuestra deuda médica se salió de control y mi seguro de gastos médicos dejó de cubrir los tratamientos importantes, mi equipo del Regnum Christi se organizó para abrir una campaña de GoFundMe y apoyarme a recaudar fondos para mis tratamientos».
«No hemos llegado a la mitad de la meta siquiera, pero la gente ha sido sumamente generosa y con los fondos recabados hasta la fecha, estamos más en paz cada vez que hay que cubrir un deducible nuevo del hospital. Ha sido una experiencia de humildad para mí ver como amigos muy cercanos han ayudado significativamente, de la parroquia, de la escuela de mis hijos y del Regnum Christi, a través de GoFundME. Todo con tal de asegurarme a mí y a mi familia que estemos tranquilos durante el tratamiento. No tengo palabras», explica Enrique.
Las familias de la escuela donde van los hijos de Enrique se han organizado para llevarles una comida a su casa diariamente, para que tengan menos trabajo en cocinar, limpiar, etc. «La cultura de Estados Unidos es una cultura muy solidaria y organizada para serlo. Los miembros de mi equipo del Regnum Christi han sido literalmente los amigos que llevaron al paralítico hasta Cristo y rompieron el techo de la casa para bajar la camilla. Les digo con frecuencia que espero algún día poder corresponder a toda su generosidad… ¡pero me han puesto el estandarte muy alto!», asegura Enrique.
Hay luz al final del túnel y… con mariposa monarca
«Mis doctores dicen que esto es curable. He decidido creerles. Me llegan muchas “señales del cielo” de que así puede ser».
Enrique nos narra a continuación su experiencia de estos últimos meses:
«Mi padre murió de un cáncer hace cuatro años. Fue mi primer modelo de vida cristiana, tanto mi padre como mi madre. Recuerdo que siempre nos quiso llevar, a mi esposa y a mí, al santuario de la mariposa monarca en México. Pero, por una razón u otra, siempre se frustraba su intento.
Antes de fallecer y gracias a Dios, mi padre recibió la comunión. Fue un primer viernes del mes de mayo, mes de María y a la hora del ángelus. El mismo día de su muerte, alguien que no sabía nada sobre mi papá y del tema de las mariposas monarcas, me mandó un videoclip de un noticiero mexicano con el conductor diciendo: “Y antes de despedirnos, quiero dejarlos con estas imágenes”. El video era una serie de imágenes del santuario de la mariposa monarca en México. Dios nos habla de muchos modos.
Desde que mi cáncer empezó, el tema de la mariposa monarca ha aparecido aquí y allá. El día de mi biopsia, estuve muy nervioso. Le recé a la Virgen María que me acompañara en el proceso. En ese momento el doctor me empieza a hacer plática:
- ¿De dónde eres?
- De México.
- ¡Yo acabo de ir a México con mis hijos! ¿Sabes cuál fue mi parte favorita? El santuario de la mariposa monarca.
El día de una de mis citas de seguimiento más importantes, me pidió el doctor que lo viera en un hospital distinto, en Atlanta. En la sala de espera había una exhibición fotográfica temporal y la pieza central era una foto del santuario de la mariposa monarca en México.
Desde luego no fundamento mi esperanza en esto. Y no culparía a nadie que viera menos que coincidencias en lo que para mí son “Diosidencias”. Pero el mensaje central es que Dios nos habla de muchos modos y sobre todo en el silencio, si ponemos atención. Dicen por ahí que entre más rezamos más coincidencias vemos.
Mi diagnóstico médico donde me anunciaban una recaída vino este año 2024, el Jueves Santo. Ha sido el Jueves Santo más especial de mi vida. La incertidumbre, el miedo al tratamiento agresivo, la soledad que sientes de que es un dolor personal, que nadie va a poder cargar contigo. Yo sentía que solo esa compañía del Cristo sufriente podía entenderme y consolarme en los momentos más difíciles y de soledad.
¡Qué curioso que sean momentos así que nos hagan vislumbrar, aunque sea en una mínima proporción, esa soledad que vivió nuestro Señor la noche de Getsemaní! No me comparo para nada con el sufrimiento de Cristo, pero su ejemplo me impulsa a decir todos los días: “Señor, no quisiera pasar este trago amargo, pero hágase en mí tu voluntad”», finaliza Enrique.
La experiencia de Enrique Samson nos interpela a vivir una esperanza anclada en Cristo. ¿Cuál es mi respuesta ante la enfermedad? ¿Cuál es mi respuesta ante la enfermedad de un familiar, amistad o colega de trabajo? ¿Sería esa amistad que lleva al enfermo al encuentro con Cristo?