Ascensión del Señor.
H. Erick Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola, Señor, creador del cielo y de la tierra. Me pongo ante Ti como mi creador quien, con su soplo, infunde vida de donde no la hay. Que el viento de tu amor pase por mi interior de tal forma que tenga la fuerza para romper el caparazón que me impide ser pleno y feliz, apaga el deseo de vivir con esperanza y me cierra a tener relaciones auténticas con el prójimo. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrogarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Quiero dividir la reflexión en dos partes. La primera habla sobre la aparición de Cristo y la segunda sobre la ascensión a los cielos. Cristo se les aparece y no a todos, pues sólo hay once. A los que están en comunidad, signo de unidad, les trae una gran alegría: poder ver a su amigo y Señor. La espera de los once no se ve defraudada, siempre el Señor cumple sus promesas y la fe les daba tal seguridad. A mí me llama mucho la atención cómo Cristo se presenta con una tarea y una responsabilidad. Cristo desea y los anima a ir por todo el mundo para compartir las experiencias del amor verdadero, de la fe sólida y de una soledad habitada.
En segundo lugar, vemos a un Cristo, un hombre como cualquier otro que sube a los cielos. Eso se vuelve un signo para el cristiano, nos dice que la vida no termina, sino que sigue, pues la vida consiste en vivir eternamente con el Padre. Eso dice el Evangelio, Cristo está sentado a la derecha del Padre. Inmediatamente, vemos que los once siguieron y cumplieron con el deseo del Señor de ir por todo el mundo. No se quedaron solos pues llevar el mensaje de Cristo, es compartir su Palabra. Compartir su palabra, es compartir lo que hemos vivido con el Señor. Quiere decir que, ir por el mundo es compartir un mensaje de vida, no de muerte, un mensaje de sanación y no de tristeza.
Nos disponemos a estar en oración y volver a pasar ese milagro de ver al Señor que viene a nuestra vida. Reconocer su presencia en la oración y escuchar su voz celestial que nos da una misión, la cual la abrazamos con gran pasión. Cristo no nos deja solos y desea acompañaron en todo lo que hacemos para trasmitir su mensaje, un mensaje de vida.
Por último, agradezcamos la entrega de tantos misioneros, consagrados, religiosos, sacerdotes, laicos comprometidos y a toda la Iglesia, pues gracias a su fidelidad al mensaje y a su predicación, podemos conocer y escuchar al Señor que nos llama a ser sus apóstoles. A Dios sean dadas las gracias.
«La fe es siempre misionera, de lo contrario no es fe. Se lleva la fe con el testimonio de la vida, sobre todo. A veces, hay una falta de convicción de fe, que no es sólo un dato del carné de identidad. Quien tiene fe debe salir de sí mismo y mostrar “socialmente” la fe. Esto no significa hacer proselitismo, es dar testimonio de la fe con servicio, es vivir como cristianos. Antes de decir algo cristiano uno tiene que vivir la fe concretamente. No se transmite la fe para convencer, sino para ofrecer un tesoro. Se lleva la fe con humildad. En la transmisión de la fe siempre está el Señor, en la transmisión de las ideologías están los “maestros”. Que el Señor nos ayude a vivir una fe abierta y transparente que lleve la salvación a los demás.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de abril de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un Padre Nuestro por las personas que no han recibido el mensaje de Cristo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.