H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, ven a mi corazón. Llena mi alma en este pequeño momento, Tú eres quién puede llenarla, sólo bastaría una gota de tu amor para saciarla.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, como a sus apóstoles hace 2000 años, nos dice también hoy: «Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco». (Mc 6, 31) ¿Cuál es ese lugar solitario al que Jesús nos invita a descansar con Él? La Iglesia, con su sabiduría de muchos siglos, nos enseña que cada cierto tiempo tenemos que ir a un lugar solitario. La Iglesia nos invita a buscar un pequeño espacio de desierto. Ahí encontraremos ese silencio que nos permite escuchar la voz del Dios que nos ama y que nos habla en el susurro de una brisa suave.
Hace algunos años, antes de entrar al seminario, comencé a ir a Misa todos los días. Iba al atardecer después de una larga jornada de trabajo. Iba a misa por la tarde para entregarle al Señor el cansancio de mi día y también para agradecerle por todas las cosas buenas que había hecho en mí. Debo decir que a veces llegaba muy cansado a la celebración, pero esos momentos eran verdaderamente un tiempo de descanso. Me sentaba frente al Sagrario y le decía: «Señor, gracias por permitirme encontrarme con todas estas personas a lo largo de mi día, todavía quedan muchos problemas sin resolver, pero los pongo en tus manos para que Tú los resuelvas». De esta manera, la Misa diaria no era ya una actividad más, se convertía así en un verdadero descanso en los brazos cariñosos de Dios.
De este mismo modo, te invito a que hagas un pequeño espacio en tu día para tener un momento de oración o para vivir la Santa Misa con fervor. Y verás que tu vida irá cambiando con estas paradas en el camino que serán una probadita del cielo.
«La oración realiza milagros; y los pobres entonces intuyen, por gracia de Dios, que, también en esa situación suya de precariedad, la oración de un cristiano ha hecho presente la compasión de Jesús: Él de hecho miraba con gran ternura a la multitud cansada y perdida como ovejas sin pastor. El Señor es – no lo olvidemos – el Señor de la compasión, de la cercanía, de la ternura: tres palabras para no olvidar nunca. Porque es el estilo del Señor: compasión, cercanía, ternura.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 10 de febrero de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a Misa un día entre semana para experimentar ese descanso en Dios, como un niño descansa en los brazos de su madre.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.