H. Edgar Maldonado, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hazme un instrumento de tu paz para encontrar amor donde hay odio. Acepta mi corazón para que en mí ames a tu Padre y a todos los hombres. Conviérteme en signo visible de tu misericordia para lo humanidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.
Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús dice – En esto reconocerán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. Ama al que te odia y te hace mal. Este es el corazón de ser mi amigo: renunciar a nuestro derecho de odio y venganza.
Tú dices – ¿Cómo puedo amar a quien no me ama? ¿Cómo puedo pensar bien del que me insulta, del que me roba, del que me hace violencia? Tengo derecho a sentirme ofendido, herido cuando me atacan. Señor, lo que dices es muy difícil de aceptar.
Jesús dice – Sin embargo, ese es camino de la libertad. Te quiero libre de la esclavitud del odio. El rencor nos hace inhumanos, endurece nuestro corazón … y pesa. La perfección en el amor es humana. Amar como yo te amo implica tener el corazón listo para ser despreciado, flagelado y crucificado. Mi corazón soporta la soledad porque comprende que esas personas no han sido amadas y buscan desahogarse con quienes han sido amados. Sus acciones no son más que un reflejo de la falta de amor que no han conocido.
Deseo que tu corazón comprenda y acoja el dolor y la soledad de los hombres y mujeres que no me han encontrado. Sobre todo, te pido que acojas mi soledad y mi dolor en tu vida. Ámalos por mí. Diles que no me olvido de ellos, los tengo tatuados en mis manos.
«El Señor extiende su mano: es un gesto gratuito, no obligado. Así es como se hace. No estamos llamados a hacer el bien solo a los que nos aman. Corresponder es normal, pero Jesús pide ir más lejos: dar a los que no tienen con qué devolver, es decir, amar gratuitamente. Miremos lo que sucede en cada una de nuestras jornadas: entre tantas cosas, ¿hacemos algo gratuito, alguna cosa para los que no tienen cómo corresponder? Esa será nuestra mano extendida, nuestra verdadera riqueza en el cielo. Extiende tu mano hacia nosotros, Señor, y agárranos. Ayúdanos a amar como tú amas. Enséñanos a dejar lo que pasa, a alentar al que tenemos a nuestro lado, a dar gratuitamente a quien está necesitado. Amén.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Tú dices – Señor, comprendo lo que dices. Me pides que te ofrezca las ofensas recibidas para que sanes mi corazón. Cuando me ofendan, pensaré en Ti, no actuaré como si nada hubiera pasado, sino que me pondré en tu presencia y te diré, ‘perdónales, no saben lo que hacen’, ayúdame a perdonarles también. Enséñame a amarte en el perdón. Ayúdame a recordar que Tú me has perdonado.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En mi balance del día, me haré las siguientes preguntas: ¿Cuándo fue la última vez que pedí perdón con corazón sincero? ¿Hay alguien a quien no he perdonado de corazón? ¿Creo que es posible ofrecer perdón? ¿Quiero perdonar o prefiero aferrarme al rencor?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.