Vicente Toledo, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor estoy aquí contigo en medio de mis debilidades y flaquezas. Quiero ser digno de poder decir, como San Agustín: Señor, dame lo que me pides y pídeme lo que quieras. Que pueda responder con amor y libertad a lo que quieres para mí en cada instante de mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?”. Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: “Te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. A otro le dijo: “Sígueme”. Él respondió: “Déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un mismo pasaje del Evangelio puede hablarnos de maneras diversas, dependiendo de las circunstancias de la vida, del momento que estamos viviendo, porque las palabras de Cristo no están pasadas de moda, no quedaron en el ayer, sino que son presentes y se hacen vivas en mi vida, hoy, en el que estoy viviendo. Puede ser que hayamos escuchado muchas veces este pasaje o puede ser que no, pero lo que nos quiere decir Jesús hoy es único y personal.
Todos vamos caminando hacia la santidad, pero para poder alcanzarla tenemos que reconocernos primero como hijos amados del Padre. Y en este camino existen tantos modos como personas en el mundo. Cada uno tenemos una misión específica. No todos estamos llamados a alcanzar la santidad de la misma manera. Incluso los que compartimos una vocación, ya sea el sacerdocio, matrimonio o solteros, cada uno tiene una llamada específica.
Ser hijo amado de Dios es una llamada exigente, bien dice Jesús y lo deja muy claro, que quien lo sigue no va por el camino fácil, sino que renuncia a sí mismo. Seguir la voluntad de Dios implica renuncia, sacrificio, exigencias, algunas veces dolor, pero la recompensa es inimaginable, nos supera. Porque es justamente en esos momentos en donde Jesús me revela que el Padre me ama más de lo que esa situación me puede costar. Hay muchas cosas que humanamente no tienen explicación, que nos superan, y es justamente la manifestación de que solo un Padre que nos ama puede darnos lo que necesitamos para vivirlas.
Seguir la voluntad de Dios en nuestra vida muchas veces puede ser dura y difícil, pero siempre es lo mejor, y más vale dejar de “ser bueno” para ser mejor.
«Detengámonos un momento en esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con Él. Cada llamada de Dios es una iniciativa de su amor. Siempre es Él quien toma la iniciativa, Él te llama. Dios llama a la vida, llama a la fe, y llama a un estado de vida particular. “Yo te quiero aquí”. La primera llamada de Dios es a la vida; con ella nos constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las cosas en serie. Después Dios llama a la fe y a formar parte de su familia, como hijos de Dios. Finalmente, Dios nos llama a un estado de vida particular: a darnos a nosotros mismos en el camino del matrimonio, en el del sacerdocio o en el de la vida consagrada. Son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios, ese que tiene para cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Dios llama siempre. Y la alegría más grande para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al servicio de Dios y de sus hermanos». (S.S. Francisco, Ángelus del 17 de enero de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Jesús, antes de irme a dormir hoy, voy a dedicar cinco minutos para hacer un recorrido de mi día y agradecerte por todo lo vivido, pero en especial por aquello que más me haya costado trabajo hacer.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.