Rubén Tornero, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me conoces. Sabes qué es lo que más necesito en este momento. Tú me has creado. Sueñas con mi amor. Cada vez que me miras aquí, delante de ti, tu Corazón se inflama de amor y de gusto por verme. Te gusta cuando estoy así, cuando te abro mi corazón y dejo de lado todos los tapujos y formalismos. Me amas, Jesús, como soy. Ayúdame a corresponderte con mi amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me dices que tus ovejas escuchan tu voz, la reconocen y la siguen. Te pido, amado Jesús, que me ayudes a escuchar tu voz.
Hoy día, en el mundo, hay tanto ruido que me impide escuchar tu voz; son tantas las voces que se levantan a mi alrededor pidiendo que las siga: mi soberbia, mi vanidad, mi orgullo… ¿Cuáles son las voces que me acechan?, ¿sé reconocerlas y diferenciarlas de tu voz, Jesús?
¡Ayúdame, Jesús, a conocer tan bien tu voz, que sea capaz de diferenciarla de todas las otras voces!
También son muchos los ladrones que intentan imitar tu voz prometiéndome una vida más cómoda; los lobos con piel de oveja que intentan atemorizarme con sus dientes; los «verdes pastos» sintéticos de una felicidad superficial y pasajera que, lejos de calmar mi hambre, me dejan vacío y enfermo por dentro.
Son muchos los peligros que me circundan Jesús, sin embargo, no debo temer, pues Tú has venido para que yo tenga vida y la tenga en abundancia.
Quiero reconocer tu voz, Jesús, para ello, tengo que estar cerca de ti, tengo que ser una oveja con el olor a su pastor. ¡No permitas que me separe de ti! Dame la gracia y la fuerza que necesito para poder seguirte hasta el final.
«Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un refugio, no una prisión! La casa de Dios es un refugio, no una prisión, y la puerta se llama Jesús. Y si la puerta está cerrada, decimos: “¡Señor, abre la puerta!”. Jesús es la puerta y nos hace entrar y salir. Son los ladrones, los que tratan de evitar la puerta: es curioso, los ladrones siempre tratan de entrar por otro lado, por la ventana, por el tejado, pero evitan la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas. Nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si escuchamos su tono de voz, estamos seguros, estamos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro».
(Audiencia de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar 10 minutos de mi día a rezar pidiéndole a Dios que me ayude a reconocer su voz.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.