Angélica Roa
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En estas semanas de Pascua, Señor, nos has acompañado, confirmándonos en la fe y en el amor, como a tus primeros discípulos, antes de volver a la Casa del Padre. Como a ellos, quiero que me regales la gracia de disponer mi corazón para afianzarme en ti, en tu amor infinito, y, así, poder permanecer a tu lado y realizar esa hermosa misión que me has confiado, la misión de llevar tu Evangelio a todos aquellos que has puesto en mi camino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los he destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cómo te ama el Padre, Señor? Háblame de ese amor. No puedo imaginar un amor infinito…, pero ciertamente lo anhelo, porque ningún amor humano, por muy grande que sea, puede colmar mi corazón.
Señor, ayúdame a permanecer en tu amor. Ese amor puro, que busca lo mejor para cada uno de nosotros. Permanecer en tu amor es, entonces, ¿abrirme a lo que Tú anhelas para mí? ¿Abrirme a ese plan que has soñado para mí, desde la eternidad?
Te pido que me ayudes a entrar en ese torbellino de amor, en el cual experimentamos ese amor infinito y queremos compartirlo unos con otros. Este es tu querer, tu testamento: que nos amemos los unos a los otros como Tú nos has amado.
Esta ha sido tu misión: descubrirnos el Amor del Padre. Ese Amor que te llevó a dar la vida por nosotros. Esta es también nuestra misión: amarnos unos a otros, como Tú nos has amado. Ayúdame, ayúdanos a permanecer en tu amor y aprender a dar la vida unos por otros. Así, nuestra vida será fecunda, dará el fruto que has soñado.
«Estamos invitados a celebrar, esa misteriosa comunión entre Dios y su Pueblo, entre Dios y nosotros. La lluvia es signo de su presencia en la tierra trabajada por nuestras manos. Una comunión que siempre da fruto, que siempre da vida. Esta confianza brota de la fe, saber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regará nuestra tierra. Una confianza que se aprende, que se educa. Una confianza que se va gestando en el seno de una comunidad, en la vida de una familia. Una confianza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos estimulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona jamás. El discípulo se siente invitado a confiar, se siente invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida. “A ustedes no los llamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabía de mi Padre”. Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús». (Homilía de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar una ocasión en el día, de mostrar mi amor a alguna persona, pidiendo a Dios que sea su amor el que yo transmita.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.