Santísima Trinidad
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú que me has amado tanto, Tú que siempre piensas en mí, Tú que me acompañas todos los días de mi vida, ayúdame a amarte más, que pueda decirte con todo mi ser «te amo».
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envío a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Si alguien te ama no sólo te lo dirá, sino que lo notarás. Las acciones que él o ella haga te harán sentirte amado, incluso experimentarás más profundamente su mirada, la cual te dará señas de cuánto le importas. Una persona que te ama desea lo mejor para ti y no dejaría que vayas por el mal camino, haría todo lo posible para que vuelvas al buen camino porque no te quiere ver infeliz.
El primer paso en un camino de amor verdadero es el sentirse amado. El primer lugar donde tenemos esta experiencia de amor es, por lo general, en nuestra propia familia, en la que hemos venido al mundo y nos han acogido. Nadie ama más a sus hijos que sus papás quienes, sin ninguna medida, dan todo por ellos. De esta primera experiencia de amor podemos aprender que el amor es donación, estar con y para el otro, como nosotros hemos vivido con nuestros padres.
El amor de Dios, que es uno y trino, es, sobre todo, misericordioso porque en la creación el Padre nos ha amado para que existamos, el Hijo nos ha amado y redimido en la pasión, dando su vida por nosotros y el Espíritu Santo enciende y mantiene en nosotros el recuerdo de este amor.
La Santísima Trinidad nos ama y nos lo recuerda a través de todo lo bello con que nos topamos en nuestra vida, pero no sólo esto, porque sabe que somos débiles, nos concede el perdón de nuestros pecados. Dios lo perdona todo siempre.
«Dejemos que el amor de Dios, que envió a Jesús para salvarnos, entre en nosotros y la luz que trae Jesús, la luz del Espíritu entre en nosotros y nos ayude a ver las cosas con la luz de Dios, con la verdadera luz y no con la oscuridad que nos da el señor de las tinieblas. Dos cosas, hoy: el amor de Dios en Cristo, en el crucificado; en lo cotidiano, en la pregunta diaria que podemos hacernos: “¿Camino en la luz o camino en la oscuridad? ¿Soy hijo de Dios o terminé siendo un pobre murciélago?”»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de abril de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Rezar por mi papá de forma especial, agradeciéndole a Dios todo lo que me ha dado.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.