Rubén Tornero, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, vengo a ti en este momento de oración. Tú me has invitado a pasar este momento de intimidad contigo. Te doy gracias por este don que me has hecho; concédeme que nunca me separe de ti. Te necesito tanto Jesús. ¡Quédate en mi corazón! Dime cuál es el bien que debo hacer, el mal que debo evitar. Muéstrame cómo puedo amarte más de manera que, amándote, sea un reflejo de tu amor entre los que me rodean. Te amo, Jesús. No me abandones.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 14, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”. Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy Jesús, en este pasaje te me presentas como el camino, la verdad y la vida.
Gracias, Jesús, por ser el camino. A veces me pareces exigente, áspero, difícil de recorrer, pero siempre viene tu gracia en mi ayuda, y me da fuerzas para seguir adelante, para no detenerme; aunque avance pesadamente, no importa, ya que es mil veces mejor cojear dentro del camino, que correr fuera de él…fuera de ti. Gracias, Jesús. Llámame a seguirte Tú que eres el camino seguro para llegar al Padre y dame la fuerza y el amor que necesito para llegar hasta el fin.
Gracias, Jesús, por ser la verdad. Tú me amas y nunca, ¡nunca! me traicionarás. Gracias, Jesús, porque puedo confiar en ti, creer en ti sin ningún miedo. No tengo ningún motivo para dudar o desconfiar de ti. Muéstrame mi verdad, para que a tu luz, pueda verme tal cual soy: un hijo amado del Padre.
Gracias, Jesús, por ser la vida. Sólo en ti puedo encontrar mi felicidad, mi plenitud… mi verdadera vida. ¿Qué es la vida sin ti, sino morir mil veces? Tú has venido para darme la verdadera vida de hijo de Dios. No permitas que la desaproveche.
«Seguir a Jesús es propiamente esto: ir por amor con Él, detrás de Él: el mismo camino, la misma vía. Y el espíritu del mundo no lo va a tolerar y nos hará sufrir, pero un sufrimiento como el de Jesús. Pidamos esta gracia: seguir a Jesús en el camino que Él nos ha revelado y que Él nos ha enseñado. Esto es hermoso, porque jamás nos deja solos. ¡Nunca! Siempre está con nosotros. Que así sea».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de mayo de 2013, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a hacer una visita a Jesús Eucaristía para agradecerle su presencia y su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.