Regnum Christi Internacional

Domingo 7 de noviembre de 2021 – «El don total»

conquista

Tibério Graco de Moraes Transfeld, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, hoy Tú me presentas dos ejemplos: el de los escribas soberbios y el de una generosa viuda. Te pido que me ayudes a crecer en humildad para poder confiar en tu providencia, y a crecer también en generosidad para dejar que transformes mi vida.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa”. Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ella echó todo lo que tenía para vivir… Podemos imaginar cuando la viuda estaba en su casa mirando a sus dos moneditas en la palma de su mano. “No es mucho”, podría haber dicho, “pero Dios merece al menos esto”. ¿Acaso alguien intentó disuadirla de esta acción? “¿Pero por qué no compras un pan para satisfacer tu hambre? ¡Déjate de tonterías!” Si alguien le dijo esto a ella, no fue lo suficientemente convincente para impedir que ella diera sus monedas (y en cierto sentido, su vida) para Dios.

Jesús observaba a la gente… Él sabía quién era esta viuda, de donde venía, y cómo sería el resto de su vida. Las bolsas llenas de dinero de los ricos, los sonidos de las monedas cayendo que llenaban el arca y las miradas de los circundantes no lo impresionaron. Pero la viuda sí: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. El don total de uno mismo es algo que conquista el corazón de Dios.

«Jesús desenmascara este mecanismo perverso: denuncia la opresión instrumentalizada de los débiles por motivos religiosos, diciendo claramente que Dios está del lado de los últimos. Y para grabar esta lección en la mente de los discípulos, les pone un ejemplo viviente: una pobre viuda, cuya posición social era insignificante porque no tenía un marido que pudiera defender sus derechos, y por eso era presa fácil para algún acreedor sin escrúpulos. Esta mujer, que echará en el tesoro del templo solamente dos moneditas, todo lo que le quedaba, y hace su ofrenda intentando pasar desapercibida, casi avergonzándose. Pero, precisamente con esta humildad, ella cumple una acción de gran importancia religiosa y espiritual. Ese gesto lleno de sacrificio no escapa a la mirada de Jesús, que, al contrario, ve brillar en él el don total de sí mismo en el que quiere educar a sus discípulos». (S.S. Francisco, Angelus, 11 de noviembre de 2018).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

¿Hay algo en tu vida de lo que no quieres desprenderte? Sea lo que sea: dinero, bienes materiales, la opinión de los otros, el tiempo no empleado para amar y dar a tus familiares… Dios te pide el don total de tu vida. Haz un sincero examen de conciencia y entrega a Dios lo que Él te está pidiendo.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

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