La ciudad de Roma atestiguó una manifestación de la fe en el Jubileo de los Adolescentes, celebrado del 25 al 27 de abril. Los miembros del ECYD se hicieron presentes esos días junto con miles de jóvenes de todo el mundo que se congregaron para vivir una experiencia de Iglesia cercana, universal y, por las circunstancias del fallecimiento del Papa Francisco, también conmovedora. Entre experiencias de oración, comunidad y peregrinación, los adolescentes del ECYD, acompañados por algunos legionarios, laicos consagrados y consagradas, compartieron momentos entre ellos que les dejaron huella.
Un escenario con experiencias que les durarán toda la vida
El Jubileo de los Adolescentes fue una experiencia eclesial única para miles de adolescentes que llegaron a Roma desde diferentes rincones del mundo. En medio de la belleza de la Ciudad Eterna, se encontraron con una Iglesia viva, vibrante, que les abrió sus puertas en un momento tan significativo como inesperado: el fallecimiento del Papa Francisco. Para los miembros del ECYD, atravesar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, mientras se despedían del Santo Padre, otorgó un tono de profundidad espiritual y emocional al encuentro.
Uno de los momentos destacados fue también la reunión internacional del ECYD el 26 de abril, celebrada en el Colegio Internacional de los Legionarios de Cristo. Fue una oportunidad para reconocerse como parte de una comunidad internacional, con idiomas distintos pero unidos por un mismo ideal. Al día siguiente, los adolescentes participaron en la misa central del Jubileo en la Plaza de San Pedro, una experiencia que, para muchos, se convirtió en un testimonio palpable de la universalidad de la Iglesia.
El lunes 28, la peregrinación culminó con un viaje a Asís, donde visitaron la tumba del Beato Carlo Acutis, uno de los referentes espirituales más cercanos para la juventud católica. Este gesto de cierre fue también un comienzo para muchos: el de un camino de «esperanza renovada y santidad posible», como lo atestiguaron entre ellos mismos.
Voces que inspiran y una juventud dispuesta a la santidad
El Jubileo también fue una oportunidad para que los adolescentes compartieran sus impresiones, muchas de ellas cargadas de asombro y gratitud. Para Patricio Larraín, la misa del jubileo fue particularmente especial. «Fue muy impresionante estar tan de cerca con tanta gente de muchos países. Ha sido un gusto estar acá estos días», dijo.
Un grupo de amigas compartió espontáneamente sus emociones al finalizar la misa dominical del jubileo. Una de ellas expresó que «fue un privilegio que el Papa, antes de fallecer, haya logrado reunir a tantos jóvenes y adolescentes, traerlos a la Iglesia, integrarlos». Otra añadió que lo vivido les permitió «aprender de los demás y de su visión de Iglesia», mientras una tercera destacó lo que más la conmovió: «acá te das cuenta de lo masivo que es ser Iglesia y eso para mí es muy importante». La última del grupo concluyó que fue emocionante ver «lo que la Iglesia puede hacer cuando tantas personas se juntan para celebrar, de tantos países».
Lejos de tratarse de una misa más, cada joven compartió su confirmación personal que refuerza la misión del ECYD: formar adolescentes que vivan su fe con convicción y alegría.
El encuentro con Carlo Acutis: la santidad es posible
La visita a Asís fue también uno de los momentos más significativos para los participantes del ECYD. Frente a la tumba de Carlo Acutis, muchos de ellos se sintieron muy interpelados por su ejemplo. Una adolescente confesó que le rezaba desde tiempo atrás y que, al verlo tan cerca: «Me ha dado esperanza. Saber que una joven como yo puede ser santa y que no es algo imposible».
Para otro adolescente, proveniente de Estados Unidos, Carlo es un ejemplo claro de que «no hay que tener miedo de llevar a Dios a los demás». Su testimonio de vida es inspirador: «un adolescente común que amó profundamente a Dios y vivió su fe con naturalidad, sin necesidad de grandes gestos heroicos».
Una joven, también estadounidense, comentó que Carlo le enseñó a «amar la Eucaristía en la adoración y en la misa». Su amiga que la acompañaba agregó: «Carlo fue un chico común como todos nosotros que estamos hoy aquí. Nos enseñó que la santidad es algo muy normal y todos podemos hacerlo». Otra participante reafirmó esa idea al señalar: «Nos enseñó qué fácil es amar a Dios en tu día a día, así como puedes amar a tus amigos y a tu familia».
El llamado para una nueva generación
Para los adolescentes, esta experiencia fue más que una peregrinación: fue un redescubrimiento del llamado personal a evangelizar. Una adolescente chilena lo expresó así: «Los jóvenes estamos llamados a evangelizar como Carlo Acutis, que evangelizó a través de las redes sociales. Nosotros también lo podemos hacer».
Otro de los adolescentes estadounidense que participó esos días añadió que «Carlo vivió la santidad y, a pesar de que murió muy joven, supo cómo mantener viva su fe». Esta certeza fue una de las ideas que más se repitió en los adolescentes que participaron en el jubileo: no hay edad mínima para la santidad, ni límites geográficos o culturales que impidan vivir una vida centrada en Cristo.
Así, entre oraciones, cantos, peregrinaciones y experiencias que dejaron huella, el Jubileo los confirmó al ver que miles de adolescentes reunidos bajo el signo de la fe están invitados a vivir la santidad y a transmitir con su vida el amor de Dios a los demás.
Se puede ver un álbum de fotos del ECYD en el Jubileo de los Adolescentes, aquí.
Crédito de las fotos: Flickr Regnum Christi Internacional.