Regnum Christi Internacional

Separación y fidelidad: el matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin

Marcelo, junto con su esposa, son ya un referente en la pastoral matrimonial, especialmente en el acompañamiento de matrimonios en crisis y de personas separadas fieles a su vocación conyugal.
El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin

¿Puede un cónyuge permanecer fiel a quien lo ha herido y abandonado? ¿Tiene sentido seguir creyendo en el «para siempre» cuando todo parece derrumbarse? ¿Qué aporta realmente la fe cuando el matrimonio entra en crisis? Marcelo Fiães, teólogo, Misionero Permanente del Regnum Christi y autor del libro «Te amaré hasta el fin», aborda con claridad, profundidad y experiencia uno de los temas más contraculturales de nuestra época: la fidelidad conyugal en contextos de dolor, separación y prueba. Su testimonio y sus estudios ofrecen una perspectiva luminosa, realista y profundamente eclesial para quienes atraviesan el sufrimiento matrimonial, y también para quienes acompañan a otros en ese camino. Una conversación que toca el corazón de la vocación matrimonial y revela el misterio de un amor que, como el de Cristo, no se rinde.

Marcelo Fiães es originario de Río de Janeiro, Brasil, y fue parte del primer grupo de jóvenes asociados al Regnum Christi en su país. Actualmente reside en Roma, Italia. Marcelo está casado con María y ambos son Misioneros Permanentes, un compromiso de vida laical a tiempo completo en el Regnum Christi al servicio de la Iglesia allí donde se le necesite. Juntos han formado una familia con tres hijos, uno de los cuales fue llamado a la presencia de Dios antes de nacer.

Su trayectoria profesional comenzó en la Escuela Naval de Brasil como ingeniero electrónico, pero pronto sintió el llamado a dedicar su vida al servicio apostólico. Fue después de una etapa de discernimiento, que Marcelo y María se comprometieron como Misioneros Permanentes y fueron a Roma, donde él cursó el Máster en Teología del Matrimonio y la Familia en el Instituto Giovanni Paolo II. Desde entonces, su misión ha estado profundamente unida a la pastoral matrimonial. Durante ocho años vivieron en Filipinas, participando en la fundación del Regnum Christi y en la formación de sus miembros, además de su labor docente en la Universidad Ateneo de Manila. Más tarde, fueron a Italia, donde él retomó sus estudios teológicos, obteniendo primero el bachillerato, luego la licencia y finalmente el doctorado en Teología, con una tesis sobre la liturgia del matrimonio.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
María y Marcelo Fiães

Marcelo, junto con su esposa, son ya un referente en la pastoral matrimonial, especialmente en el acompañamiento de matrimonios en crisis y de personas separadas fieles a su vocación conyugal. Su investigación teológica ha sido publicada, entre otras, por la Universidad de la Santa Croce, y colabora con asociaciones como Communion Notre-Dame de l‘Alliance en Francia y Fraternità Sposi per Sempre en Italia. Aunque reconoce que su esposa es quien ha profundizado más en el acompañamiento espiritual, él mismo ha cultivado una experiencia pastoral sólida y comprometida, fiel al Magisterio de la Iglesia, que se refleja tanto en sus escritos como en su acción misionera.

Acabas de publicar un libro titulado «Te amaré hasta el fin»: ¿cuál es el tema central que abordas ahí?

El libro busca ofrecer a las personas que están atravesando un abandono o una separación matrimonial un sentido cristiano a esa herida profunda que, muchas veces, enfrentan en soledad. Como todo sufrimiento en la vida cristiana, su origen es el pecado (normalmente de los dos), y su sentido último es decir, el significado de lo que viven se encuentra en Cristo y en la bienaventuranza que Él desea darles.

También en el misterio de la «noche oscura» que viven estas personas, está Cristo, precisamente por el sacramento del matrimonio, por medio del cual Él mismo se ha comprometido. El significado del sacramento del matrimonio es la participación real en el misterio pascual de Cristo, porque Él es el primer Esposo fiel (con “E” mayúscula), que amó a su esposa hasta el fin (cf. Jn 13,1).

El significado de la separación fiel es el mismo que el de cualquier matrimonio sacramental, porque, en verdad, donde está el sacramento (válido con certeza), está también la llamada a participar en el amor de Cristo Esposo, quien nos ha enseñado a amar como Dios ama: con un amor fiel hasta el fin.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
Portada y contraportada del libro «Te amaré hasta el final».

¿De la misma forma que Dios es fiel, no rompe su alianza y espera que volvamos a Él, así debe ser la fidelidad del cónyuge que no ha abandonado el matrimonio?

Exactamente. Pero no se trata de una norma canónica que «externamente» exige la fidelidad en el amor. Tampoco se debe a una «obligación moral» externa de fidelidad, como si fuera un tipo de «presión social eclesial». Eso sería una forma de esclavitud que no puede conducir a la bienaventuranza de las personas. La ley está para ayudar a tutelar un misterio de santificación y no al contrario. La ley es necesaria para la estructura social de la Iglesia, pero no es la razón por la cual vivimos como discípulos de Jesús.

No estoy en contra de la ley, solo quiero recordar que la ley no salva. Solamente la gracia puede dar la bienaventuranza. La única razón para ser fiel es haber experimentado el amor de Cristo un amor hasta el fin y desear amar al proprio marido o mujer de ese modo, y en Cristo, perdonar.

¿Perdonar a quien me ha herido y abandonado es posible? Para el hombre esto puede ser imposible, pero para Dios nada es imposible. Y los separados fieles son testimonio viviente de esta verdad. No se puede amar a Cristo y no amar al prójimo más próximo de todos: su marido o su mujer.

Por eso, la fidelidad y la compasión hacia el cónyuge que ha sido infiel no son solo un esfuerzo humano: son, ante todo, obra del Espíritu Santo, que realiza el misterio pascual de Cristo en la vida de cada matrimonio cristiano, es decir, de cada matrimonio celebrado sacramentalmente.

Elegir la fidelidad es un salto en la oscuridad de la fe, es un acto de confianza en las palabras y gestos de Cristo. Es seguir a Jesús hasta el altar matrimonial del Calvario, donde debería encontrar a su esposa, pero fue abandonado por ella. Sin embargo, Jesús no abandona a la esposa que lo ha abandonado, y da su vida por ella, para purificarla, salvarla y recrearla en un amor de espera. Esperanza que no se cumple plenamente en esta vida, sino en la vida eterna.

Este misterio es participado de manera elocuente por los separados fieles, pero es vocación de todo matrimonio. Lo fantástico, lo imprevisto, lo maravilloso de todo esto es que, ya en esta vida, quienes eligen participar conscientemente en este misterio de pasión y muerte por amor, ya en esta vida resucitan y viven en paz y bienaventuranza. Y es esta «maravilla» de la obra de un Dios fiel lo que quiero mostrar en el libro.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
Marcelo Fiães es Misionero Permanente del Regnum Christi.

Este es un mensaje difícil de entender en la sociedad actual. ¿Qué es lo que se necesita para poder vivirlo bien? ¿Qué tipo de motivaciones tiene un cónyuge para seguir siendo fiel al cónyuge que no lo es?

La dificultad para «entender» el misterio de Cristo Esposo, que es fiel hasta el fin, no es un problema exclusivo de hoy. Es un desafío de cada generación de cristianos, empezando por los apóstoles (cf. Mt 19, 10-13), pasando por los Padres de la Iglesia el libro menciona a san Agustín y san Basilio, aunque solo como ejemplos, por los caminos de armonización pastoral adoptados tanto en Oriente como en Occidente, hasta llegar a nuestros días.

Es importante comprender que se trata de un misterio. El matrimonio no solo el vivido en la separación fiel es un mysterium que celebramos litúrgica y sacramentalmente. Estamos en el ámbito de las virtudes teologales, es decir, de la acción de Dios en la que el hombre está llamado a participar.

Ciertamente, no estamos llamados a vivir una fe «ciega», es decir, sin comprensión. Pero el entendimiento debe ser informado y conformado por la fe, la esperanza y la caridad. Por eso, muchos separados fieles «entienden» el sentido de lo que están viviendo solo después de comenzar a caminar hacia el Calvario con Jesús.

En el camino, la fe, la esperanza y la caridad «reviven», se fortalecen y dan forma al entendimiento en el momento en que el Espíritu Santo lo quiere. Pero lo que viven los esposos fieles no es más que un caso particular del modo universal de actuar del Espíritu Santo.

Todos pasamos por una noche oscura en la vida, de un modo u otro, y salimos victoriosos solo después de caminar en la oscuridad, en las dudas, en la cruz… Lo que hace la diferencia es la fidelidad a Jesús: es querer permanecer con Él incluso en las sombras de la muerte. Es escuchar la voz del Buen Pastor en la oscuridad de la noche y, aun sin poder «ver», seguir esa voz.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
«Todos pasamos por una noche oscura en la vida, de un modo u otro, y salimos victoriosos solo después de caminar en la oscuridad, en las dudas, en la cruz» (Marcelo Fiães).

¿Cómo es de importante el acompañamiento a los cónyuges en esta situación?

La novedad más importante de Amoris laetitia del Papa Francisco respecto a Familiaris consortio de san Juan Pablo II es el énfasis en el acompañamiento, especialmente hacia las personas en situación de fragilidad. En los primeros años, los separados están en una situación objetiva de fragilidad moral, espiritual y humana, y necesitan ser acompañados.

Todos tenemos necesidad de ser acompañados a lo largo de la vida, pero bienaventurado quien encuentra un amigo o amiga que le acompañe con amor en el momento en que cae al suelo. Ese amigo es, en primer lugar, Jesús, y su mediación temporal es su Cuerpo, es decir, la Iglesia, sus sacramentos y sus miembros. No se excluyen otras mediaciones como un psicólogo, un amigo o los propios familiares. Pero solo Jesús, a través de su Cuerpo esto es, sus sacramentos y sus miembros puede salvar y curar heridas mortales. Solo Él puede dar vida después de la muerte.

Así que la Iglesia, en sus sacramentos y en cada uno de nosotros, está llamada a acompañar siempre y a todos, en particular a quienes se encuentran en situación de fragilidad. Y hay otra cosa importante: si la persona acompañada es cristiana, también ella se convierte en mediación de Cristo para quien acompaña, de modo que la relación es de ayuda mutua. Quienes acompañan a otros cristianos comprenden bien a qué me refiero.

Es importante, sin embargo, que quienes acompañan estén formados: es imprudente acompañar a personas en situación de fragilidad sin haber sido formados. También es esencial que el acompañante, a su vez, sea acompañado por otro. En el Regnum Christi, desde sus inicios, hemos vivido siempre en una «red de acompañamiento»: dirección espiritual, formadores, responsables de equipo, y el mismo equipo es una forma de acompañamiento en grupo. En especial, la «forma» del Encuentro con Cristo ayuda mucho a acompañar.

Pero no se debe reducir el acompañamiento a una dimensión puramente carismática o funcional… repito e insisto: se necesita una formación sustancial y nutritiva, integral y permanente. Porque todos los que, de una forma u otra, acompañan deberían ser formadores.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
«La única razón para ser fiel es haber experimentado el amor de Cristo – un amor hasta el fin – y desear amar al proprio marido o mujer de ese modo» (Marcelo Fiães).

¿Qué diferencia hay entre un matrimonio católico y uno que no lo es? Porque aquí cambia una relación entre un «tú y yo», para convertirse en una de «tú, yo y Dios». ¿No?

Esta pregunta, sobre la diferencia entre un matrimonio sacramental y un matrimonio no sacramental, corresponde justamente al tema de mi tesis actual de doctorado. Es un problema más complejo de lo que puede parecer a primera vista. Pero, en líneas generales, has intuido en tu pregunta la respuesta que considero adecuada: el matrimonio cristiano es una relación al menos «triple», es decir: nosotros dos, con Dios.

En la economía cristiana, «con Dios» significa «en Cristo», y «en Cristo» implica necesariamente la mediación de la Iglesia, su Cuerpo. En la celebración sacramental del matrimonio, la pareja es la esposa y Jesús es el Esposo. Es decir, el matrimonio no es meramente horizontal (entre un hombre y una mujer), sino una relación entre la unidad de los dos y el Señor que se une a ellos y forma con ellos una alianza de fidelidad destinada a durar hasta el fin.

Son muchos los actores del matrimonio sacramental, es decir, celebrado: el Espíritu Santo (como unificador y actualizador del mysterium), los esposos (como «pareja», es decir, como unidad), la asamblea y su cabeza (el ministro ordenado, que actúa en representación de Cristo Esposo) y Jesús Esposo, presente en la comunión eucarística. En el rito de la comunión, Jesús Esposo se une a la pareja ya consagrada con la bendición.

Evidentemente, toda la acción parte del Padre, creador de la pareja y del matrimonio, y se orienta hacia el Padre, que es el fin último del matrimonio y de todo sacramento. Aquí se comprende otro aspecto del significado de «amar hasta el fin»: amar en dirección al Padre.

Esta significación específicamente cristiana solo se da realmente en la celebración del matrimonio sacramental, donde los actores mencionados realizan una única acción: la liturgia, que tiene como finalidad la participación real, en la vida concreta que sigue, del mysterium de Cristo adorador del Padre y salvador de cada uno de nosotros.

Por esta acción y participación real en el misterio esponsal de Cristo, la unión celebrada es «indisoluble», es decir, «creada» en un amor hasta el fin. La indisolubilidad no es simplemente un efecto jurídico de un pacto entre hombre y mujer «reconocido» por la Iglesia sin negar, por supuesto, la dimensión jurídica del matrimonio, sino que es un efecto ontológico del sacramento celebrado (siempre que sea válido), dado como don para la bienaventuranza de los esposos.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
«Es decir, el matrimonio no es meramente horizontal (entre un hombre y una mujer), sino una relación entre la unidad de los dos y el Señor que se une a ellos y forma con ellos una alianza de fidelidad destinada a durar hasta el fin» (Marcelo Fiães).

Y en este sentido, en el libro también señalas que en todos los matrimonios sacramentales o no, siempre se dan problemas, pero la diferencia entre un matrimonio que va bien y uno que va mal es cómo se afrontan las cosas. ¿Dónde radica la diferencia?

Un matrimonio «que va bien» es aquel que, con la gracia de Dios, ha superado un momento en que iba «mal». Todos estamos en camino. En camino hacia la resurrección, ciertamente, pero como bien sabemos ese  camino pasa por el Calvario siempre, de una forma u otra, tarde o temprano.

La ventaja de quienes están en crisis y aún viven juntos es que pueden iniciar el camino de conversión sin la complicación de terceras personas (el o la amante, hijos con otros, etc.). Y esto no es poca cosa. Basta pensar en el acceso a los sacramentos de la confesión y la Eucaristía. Es mejor evitar el mal que tener que curar heridas existenciales que, a veces, no tienen una solución «práctica».

En este sentido, los separados fieles son una profecía, un faro, una «estrella de Belén» para los matrimonios que están en camino. Es deseable contar con su testimonio en encuentros de matrimonios y en actividades de acompañamiento de parejas en crisis. Escuchándolos, se comprende mejor qué significa estar esposados en Cristo y el valor de la presencia del otro, a pesar de sus limitaciones. Se entiende mejor en qué consiste una «herida mortal», que hace que nuestras heridas cotidianas parezcan menos graves de lo que creemos.

Escucharlos nos ayuda a ser humildes y a reconocer que, si tenemos un matrimonio «en pie», es por misericordia, no por justicia. Escucharlos nos ayuda a redescubrir el significado cristológico de nuestro matrimonio y a restaurar en él su dimensión cultual y salvífica. Escucharlos nos da esperanza, porque, si ellos han llegado a la bienaventuranza a pesar de una separación, nosotros también podemos alcanzarla con problemas menores.

El matrimonio y la propuesta radical del amor vivido hasta el fin
«Todos estamos en camino. En camino hacia la resurrección, ciertamente, pero – como bien sabemos – ese camino pasa por el Calvario siempre, de una forma u otra, tarde o temprano» (Marcelo Fiães).

¿Algún consejo para los esposos que puedan estar atravesando dificultades en este momento?

No intenten resolver sus problemas solos. Este es el consejo más importante. El diablo tienta diciendo que serás tú quien resolverás el problema de tu matrimonio, y que todos los demás la Iglesia, las personas que te aman no tienen nada que ver con eso. Pero como hemos visto, son muchos los actores que han obrado en la unidad de su matrimonio cristiano. El matrimonio cristiano no es un problema solo de «dos», sino también de Cristo y de la Iglesia.

Pidan ayuda a quienes han colaborado misteriosamente (mysterium) con ustedes en la familia que hoy tienen. Inviertan tiempo y recursos en retiros, peregrinaciones, encuentros de matrimonios. Si pertenecen al Regnum Christi, participen en los Encuentros con Cristo, compartiendo sus dificultades en los casos a tratar, sin miedo a ser juzgados. Busquen consejo espiritual con formadores de confianza, sean sacerdotes o laicos.

A las secciones del Regnum Christi, propongo colaborar con asociaciones de fieles separados, o con iniciativas diocesanas que ya cuentan con métodos de acompañamiento ad hoc para estos casos. Si en tu ciudad no existe una de estas asociaciones, entonces es necesario crearlas (o «copiarlas» de CNDA o de la Fraternità Sposi per Sempre, por ejemplo), para que quienes han sido abandonados, o quienes están en situaciones graves de crisis, puedan recibir el acompañamiento que necesitan, con medios ya probados durante años.

El libro «Ti amerò fino alla fine» se puede adquirir en la tienda Amazon en Italia, en este enlace; y en México, en este enlace.

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