La Iglesia nos recuerda cada año, en el mes de octubre, que estamos llamados a ser una realidad misionera, en salida y presente en los cruces de los caminos. Guillermo Aguilar, misionero permanente del Regnum Christi, director del Centro Pastoral FIDEI y del apostolado de los Evangelizadores de Tiempo Completo y que vive en Guatemala, nos comparte esta reflexión sobre el sentido misionero que va mucho más allá de un mes, y que nos interpela a seguir el modelo del mismo Jesús: de una misión valiente y radical.
La Iglesia católica celebra cada año las misiones en el mes de octubre, porque fue en este mes cuando se descubrió el continente americano, lo que brindó la oportunidad de escribir una nueva página en la historia de la evangelización; los tesoros de la fe fueron compartidos con aquellas personas que también estaban sedientas de Dios en esta tierra de misión.
Según la Redemptoris Missio (encíclica de San Juan Pablo II sobre la permanente validez del mandato misionero), la misión es la que renueva la Iglesia, refuerza la fe de sus miembros y consolida la identidad cristiana. La misión es la que le da un nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones; “¡la fe se fortalece dándola!” (Redemptoris Missio, 2). Para los miembros del Regnum Christi, y tras la Convención General celebrada en abril y mayo de 2024, la misión resuena con un tono diferente, pues se nos invita a salir “al cruce de los caminos”, como lugar de la misión.
«Vayan e inviten a todos al banquete»
Este es el lema que el Papa Francisco escogió para la Jornada Mundial de las Misiones 2024. La Real Academia Española dice que “ir” significa moverse de un lugar hacia otro apartado. El Papa nos propone dos verbos: “ir e invitar”; el “ir” debe ser una actitud permanente, constante, así como lo debe ser “invitar”. Debemos salir una y otra vez de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestras seguridades humanas, sin cansarnos o desanimarnos ante las dificultades y obstáculos que encontremos para cumplir fielmente la misión recibida del Señor.
Dar la buena noticia
Comunicar una buena noticia produce el gozo de compartir una experiencia que se ha vivido o se está viviendo, como el nacimiento de un hijo, la obtención de un excelente trabajo, un aumento de sueldo, etc. En este cambio de época que estamos atravesando, se vuelve imperativo haber experimentado esa buena noticia para transmitirla con la mayor fidelidad posible. No se puede anunciar el Evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida. Quien nos escucha y nos ve debe poder leer en nuestros actos eso mismo que oye de nuestros labios.
Dios quiere que seamos felices y que transmitamos esa felicidad que hemos encontrado junto a Él; que compartamos con los demás nuestra experiencia de y con Cristo; que ayudemos a los otros a ver la mejor opción en sus vidas.
Opción misionera valiente y radical
Dios quiere que nos arriesguemos, a pesar de los peligros y la incertidumbre del futuro, a confiar plenamente en Él. Necesitamos vivir el fervor de la “parresía” en el anuncio del Evangelio. Jesús viene a nuestro encuentro y nos repite con serenidad y firmeza: «No tengáis miedo» (Mc 6,50). «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20). Estas palabras nos permiten caminar y servir con esa actitud llena de coraje que suscitaba el Espíritu Santo en los primeros misioneros y los llevaba a anunciar a Jesucristo.
Dejar salir al Señor
«Muchas veces se termina siendo una Iglesia […] que no deja salir al Señor, que lo tiene como “algo propio”, mientras el Señor ha venido para la misión y nos quiere misioneros» (Papa Francisco en el Congreso organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, 18 de febrero de 2023).
No olvidemos que todo cristiano está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en todos los ambientes, de modo que toda la Iglesia salga continuamente con su Señor y Maestro a los “cruces de los caminos” del mundo de hoy. Sí, «hoy el drama de la Iglesia es que Jesús sigue llamando a la puerta, pero desde el interior, ¡para que lo dejemos salir!».
