Protegido: El Regnum Christi en el Jubileo del mundo de la comunicación: Un compromiso renovado con la Iglesia

La familia en la comunicación tienen una estrechísima relación, de hecho, sin comunicación no hay familia. La familia surge a partir de un acto de comunicación amorosa, y desde ese instante se convierte en la escuela por excelencia de comunicación. A veces podemos confundir la comunicación con el discurso o con la técnica, y pensamos que comunicar es transmitir ideas o imágenes. El Papa Francisco, sin embargo, en su mensaje por la Jornada Mundial de las Comunicaciones del año 2015, nos muestra que la comunicación es mucho más. En la familia entendemos que comunicamos más con la fuerza del ejemplo que con la retórica de las palabras. De hecho, aprendemos a hablar sin palabras. En la familia, una mamá desarrolla la increíble capacidad de reconocer los múltiples significados del llanto de su bebé, cuando es de hambre, de miedo, de sueño, si le duele algo o si lo que necesita es un cambio de pañal. En la familia aprendemos a llorar, a reír juntos, a celebrar, a acoger con un abrazo, a descifrar silencios, a pelear, a perdonar. Comprendemos el poder curativo de un beso o, si algo no está bien con una simple mirada; pero sobre todo aprendemos a amar a quien está a nuestro lado sin importar si nos agrada o no, porque en la familia el amor es un don gratuito. Es que, en la familia no se aprende solo a exponer ideas o argumentos, se enseña a comunicar la persona misma en todas sus dimensiones, se enseña a amar. Y el amor es la expresión más plena de comunicación del ser humano.