Regnum Christi Internacional

Pentecostés en Jerusalén: se inaugura una sala que revive el nacimiento de la Iglesia

En una ciudad marcada por la historia, la memoria y la fe, la Sala de Pentecostés se presenta como un recordatorio de que el Espíritu sigue su obra, y que el llamado a salir al encuentro del otro permanece vigente.
En Jerusalén, una sala que revive el nacimiento de la Iglesia

Cuando arte, liturgia y contemplación se entrelazan, no solo se inaugura un espacio: se propone una experiencia. La Sala de Pentecostés, recientemente inaugurada en el Instituto Pontificio Notre Dame de Jerusalén, no busca decorar un pasaje bíblico, sino hacerlo presente. ¿Qué sucede cuando una obra pictórica pretende representar no a doce, sino a ciento veinte personas marcadas por un mismo Espíritu? ¿Y qué significado cobra hoy un relato de unidad y misión en medio de una ciudad fragmentada? La inauguración, el mensaje pastoral, la propuesta artística y el horizonte espiritual de esta sala conforman una historia que sigue tomando forma en quienes deciden entrar y visitar.

Ceremonia inaugural en Tierra Santa

El pasado 7 de junio de 2025, el Instituto Pontificio Notre Dame de Jerusalén vivió un momento de especial significado espiritual con la inauguración de la nueva Sala de Pentecostés. El evento, muy esperado por la comunidad, se celebró en el contexto de las festividades de Pentecostés, después de un proceso de preparación que involucró a fieles locales, comunidades religiosas y diplomáticos.

La sala alberga una obra monumental: 119 figuras en tamaño real pintadas al óleo sobre lienzo, creadas por el artista chileno Daniel Cariola. La escena representa con intensidad el relato del capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles, cuando el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos. El espacio, cargado de color y movimiento, invita a una contemplación silenciosa, evocando la presencia transformadora del Espíritu.

Entre el 31 de mayo y el 7 de junio, la sala acogió una novena al Espíritu Santo. Cada noche, miembros del Centro Notre Dame, movimientos de la Iglesia, familias y congregaciones religiosas se reunieron para orar, cantar y meditar. Gracias a las transmisiones en vivo, miles de personas alrededor del mundo pudieron unirse virtualmente, recordando que la Iglesia nacida en Pentecostés es universal.

En la víspera de Pentecostés, el 7 de junio, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió una liturgia de la Palabra y bendijo la nueva sala. Lo acompañaron el Obispo Emérito Antonio Marcuzzo, el P. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, bienhechores del proyecto, los legionarios de Cristo a quienes la Santa Sede ha confiado el centro Notre Dame, consagradas del Regnum Christi y numerosos miembros de la comunidad local.

En Jerusalén, una sala que revive el nacimiento de la Iglesia
El Card. Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió la bendición de la sala.

Perspectiva eclesial y mensaje del Patriarca

Dada la gran afluencia de asistentes, muchos tuvieron que participar desde la Capilla de Nuestra Señora de la Paz mediante una transmisión en directo. Tras la bendición, los presentes compartieron un momento fraterno en el vestíbulo, seguido de una vigilia organizada por la Unión de Religiosas en Tierra Santa y culminada con la Misa de Vigilia de Pentecostés.

Durante su homilía, el Card. Pierbattista Pizzaballa destacó la importancia del Espíritu Santo en la vida cristiana. Recordó que Pentecostés es inseparable de la Pascua y esencial para comprender la fe cristiana como una experiencia viva. «No podemos entender plenamente la Pascua sin Pentecostés», afirmó. Subrayó que el Espíritu de Dios, que en otros tiempos era fuerza para conquistar, hoy es «consuelo, vida y unidad».

El Cardenal enfatizó que Pentecostés no es un momento aislado, sino el inicio de una dimensión comunitaria en la historia de la salvación. «El Espíritu ya no es solo para individuos elegidos, sino que desciende sobre toda una comunidad: la Iglesia. Es un nacimiento», expresó. Recordó también el papel fundamental de Jerusalén como lugar de origen y como referencia actual de diálogo y misión.

Frente al contexto global marcado por tensiones, el Patriarca invitó a quienes estaban presentes — y a quienes seguirán visitando la sala — a dejarse conducir por el Espíritu Santo como fuente de reconciliación. «Donde hay amor, sacrificio y consuelo, allí está el Espíritu. No debemos encerrarnos por miedo. El miedo es hijo del diablo. Nosotros somos hijos del amor», concluyó.

En Jerusalén, una sala que revive el nacimiento de la Iglesia
Daniel Cariola, es el autor de las pinturas de la Sala de Pentecostés.

La dimensión artística: una obra que invita a la contemplación

La experiencia visual y espiritual de la Sala de Pentecostés tiene un origen muy cuidado como su resultado final. Detrás de sus 119 figuras en movimiento está la mano y el corazón del pintor chileno Daniel Cariola, reconocido en Tierra Santa por su obra «Encuentro» en Magdala. Con más de treinta años dedicados a las bellas artes, Daniel Cariola comenzó a preparar este proyecto en 2016, movido por una propuesta del P. Juan María Solana, L.C. que, más que una comisión artística, fue compartida como un sueño: representar el nacimiento de la Iglesia en una gran obra envolvente, profundamente bíblica y humana.

Lejos de una simple interpretación figurativa, el proceso de Daniel Cariola fue también una búsqueda teológica y simbólica. Tras varias conversaciones con el P. Juan María Solana, L.C. concluyeron que no debían limitarse a los doce apóstoles, sino retratar la plenitud del grupo mencionado en Hechos 1: unas 120 personas, incluyendo a la Virgen María y figuras significativas como Nicodemo. Este enfoque no solo exigió una composición más compleja, sino una reflexión sobre lo que ese número representa: un pueblo en expansión, un nuevo comienzo en comunidad, un reino en germinación.

Daniel Cariola llevó su investigación hasta los rincones de Jerusalén, recorriendo calles con su esposa, fotografiando piedras, tejidos, estructuras y gestos cotidianos. Todo lo recopilado nutrió la creación de un mural donde cada personaje aparece en acción, en diálogo con los demás, dentro de una atmósfera cargada de tensión y de luz. La pandemia de COVID interrumpió parte del trabajo, que se prolongó más allá de los plazos previstos, pero el artista continuó pintando con paciencia, asumiendo la obra como un proceso espiritual que implicaba sacrificio, discernimiento y perseverancia.

La Sala de Pentecostés está cargada de simbolismos que invitan a la contemplación. La Iglesia aparece representada como una niña vestida de blanco, joven y purificada, mientras que San Pedro domina una de las paredes principales, brazos alzados, manto flotante y el libro del profeta Joel en sus manos, citando la promesa que ese día se cumplió. Al centro, una figura sin nombre pone en el centro el corazón cristológico de la escena: Cristo reconciliador, unión de los pueblos, que recibe y distribuye el poder del Espíritu Santo. Para Daniel Cariola, la obra busca encender algo más que admiración; quiere despertar una respuesta interior, un deseo de recordar lo esencial.

En Jerusalén, una sala que revive el nacimiento de la Iglesia
El Card. Pierbattista comentó en la inauguración que «lo que ocurrió hace 2.000 años, sigue ocurriendo ahora. Y somos testigos de ello con nuestra vida».

Celebración litúrgica y participación de los fieles

El domingo 8 de junio, solemnidad de Pentecostés, Mons. William Shomali, Vicario General del Patriarcado Latino, presidió la misa en la capilla de Nuestra Señora de la Paz. Durante la misa, un niño recibió su primera comunión, algo que representó también la imagen de la continuidad de la fe a través de las generaciones. También se develó una placa de agradecimiento a los bienhechores que hicieron posible la sala.

Ese mismo día, cientos de peregrinos y visitantes recorrieron por primera vez la obra pictórica guiados por un nuevo sistema de audio en inglés, árabe y español. Para Daniel Cariola, el objetivo final es que el visitante no se quede con una impresión estética, sino que se encuentre con el mensaje de fondo: el bien que Cristo vino a hacer, el fuego del Espíritu que purifica y la llamada a una vida nueva. «Esta imagen está hecha para recordar ese elemento esencial», expresó. «Ojalá la gente lo tome como una bendición».

La obra no solo representa un evento del pasado, sino que convoca al presente: a entrar en él, a dejarse interpelar, a reconocer que Pentecostés sigue aconteciendo hoy. Como dijo el Card. Pierbattista Pizzaballa: «Lo que ocurrió hace 2.000 años, sigue ocurriendo ahora. Y somos testigos de ello con nuestra vida».

Proyección futura y apertura al público

La Sala de Pentecostés permanecerá abierta exclusivamente para huéspedes del Centro Notre Dame hasta el 1° de septiembre. A partir de esa fecha, se integrará plenamente en lo que se conoce como Notre Dame Experience, permitiendo el acceso al público general. Quienes crucen sus puertas encontrarán no solo una obra artística, sino un espacio donde la experiencia espiritual continúa viva.

En una ciudad marcada por la historia, la memoria y la fe, la Sala de Pentecostés se presenta como un recordatorio de que el Espíritu sigue su obra, y que el llamado a salir al encuentro del otro permanece vigente. El mensaje de la sala, como el del primer Pentecostés, indica que la vida en el Espíritu Santa está también aquí.

Crédito de las imágenes: Notre Dame de Jerusalén y Latin Patriarchate of Jerusalem.

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