El centenario de Quas primas invita a mirar de nuevo una fiesta que, año tras año, nos recuerda a quién pertenece en verdad la historia. En este contexto, Fernando De Navascués, Misionero Permanente del Regnum Christi, propone una reflexión que conecta la celebración de Cristo Rey con la vida real de nuestra misión en el mundo. ¿Qué nos dice hoy esta fiesta sobre el modo en que anunciamos a Cristo? ¿Y qué desafíos plantea a una familia espiritual que quiere servir allí donde la Iglesia más lo necesita?
En 2025 se cumplen cien años de Quas primas, la encíclica de Pío XI que instituyó la fiesta de Cristo Rey del Universo. Para el Regnum Christi, esta solemnidad es una ocasión para renovar la llamada a hacer presente su Reino en el corazón del mundo, viviendo la vocación como respuesta de amor y de servicio al más puro estilo de Jesús.
Un siglo de la realeza de Cristo
En diciembre de 1925, el Papa Pío XI publicaba la encíclica Quas primas, con la que instituyó la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Aquel documento, escrito en un contexto de secularización y de ideologías que querían construir el mundo al margen de Dios, proclamaba una verdad esencial: solo Cristo, y no los poderes del mundo, es el Señor de la historia. “Cuando los hombres reconocen el señorío de Cristo, florecen la paz y la justicia”, afirmaba el Papa. Cien años después, ese mensaje conserva toda su fuerza y actualidad.
La celebración de Cristo Rey marca el final del año litúrgico y se centra en la realeza de Cristo crucificado. Las palabras que el Evangelio pone en sus labios –“Hoy estarás conmigo en el paraíso”– revelan el modo de su reinar: un reinado que no se impone, sino que se ofrece; que no domina, sino que salva. Jesús reina desde la cruz, donde el poder se convierte en amor, y la victoria en misericordia.

Una solemnidad profundamente vocacional
Para los miembros del Regnum Christi, esta fiesta no es solo una fecha litúrgica, sino una invitación a renovar la propia vocación. Toda vocación nace del encuentro con Cristo y encuentra su plenitud en hacerle reinar en el corazón y en la vida cotidiana. El Regnum Christi lo expresa en su mismo nombre: es una familia espiritual y un cuerpo apostólico llamados a hacer presente el Reino de Cristo en el mundo.
La vocación en el Regnum Christi se entiende como una respuesta de amor al Amor. No se reduce a una elección de estado de vida, sino que abarca toda la existencia. Vivir el Reino es dejarse transformar por Cristo para servirle en los demás. En este camino, los cinco elementos del estilo de vida del Regnum Christi ayudan a desplegar esa llamada y a hacerla concreta:
La vida espiritual nos pone en relación viva con Cristo, fuente de sentido y de misión. El apostolado nos impulsa a ser testigos activos del Reino, convencidos de que no hay vocación sin misión. El acompañamiento nos enseña a discernir la voz de Dios y a responderle con libertad. La formación configura nuestros criterios con los de Cristo y nos capacita para servir con madurez y responsabilidad. La vida de equipo y comunidad nos recuerda que el Reino se construye juntos, en comunión con otros.
Estos cinco elementos no son compartimentos aislados, sino un itinerario vital que ayuda a los miembros del Regnum Christi a vivir su vocación como discípulos y apóstoles del Reino.
Son propios de nuestra identidad, de cómo Dios quiere que sean los miembros del Regnum Christi, de nuestra vocación más allá de que seamos legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados o laicos.
Hacer reinar a Cristo hoy
Celebrar a Cristo Rey, cien años después de Quas primas, es más necesario que nunca. En un mundo que a menudo exalta el poder, la eficiencia o la imagen, el cristiano está llamado a testimoniar un reinado distinto: el del amor que se dona, del servicio que transforma, de la esperanza que no defrauda. Allí donde un miembro del Regnum Christi ora, trabaja con rectitud, acompaña a otro, forma a un joven o sirve con alegría, allí el Reino crece silenciosamente.
Pío XI quiso que esta fiesta recordara que Cristo reina no solo en los templos, sino también en la cultura, en la vida pública y en las estructuras humanas. Por eso, la solemnidad de Cristo Rey tiene también una dimensión social: reconocer a Cristo como Rey implica comprometerse con la justicia, la verdad y la dignidad de toda persona. El Reino se extiende cuando la fe se traduce en obras, cuando el Evangelio se hace visible en las relaciones y en el modo de trabajar, educar y amar.
Una vocación que se hace misión: la entrega laical en todas sus formas
En el Regnum Christi, el llamado a hacer reinar a Cristo se vive como un camino de plenitud vocacional, cada uno en función de su vocación -sacerdotes, vida consagrada o como laicos- que abarca todas las dimensiones de la vida: la familia, el trabajo, las relaciones y el apostolado. Los laicos – casados o solteros – están llamados a integrar la fe en su vida profesional y social, haciendo de su labor diaria un lugar donde Cristo pueda reinar.
Dentro de esta misma llamada laical, el Regnum Christi cuenta también con los Misioneros Permanentes, laicos que expresan de modo particular esa disponibilidad al ofrecer su vida y su trabajo a dedicación plena. Desde la evangelización, la formación o el acompañamiento espiritual, su misión es una forma concreta de proclamar la soberanía de Cristo con la existencia entera. Son un signo visible de lo que todos los laicos del Regnum Christi están invitados a vivir: una vida centrada en Cristo, abierta a las necesidades de la Iglesia y orientada a transformar el mundo desde dentro. De alguna forma reflejan la esencia de Quas primas: que Cristo reine con total plenitud no solo en los corazones, sino también en todas las realidades humanas con una disponibilidad total, que no solo se mide en tiempo, sino en la entrega del corazón, en la apertura a servir y en la voluntad de poner los propios dones al servicio del Reino.

Cien años después, el mismo Reino
El centenario de Quas primas es una oportunidad para redescubrir que la soberanía de Cristo no es un título honorífico, sino una realidad que transforma. Quien deja reinar a Cristo experimenta la libertad interior, la paz que nace del perdón y la alegría de saberse amado.
Por eso, al celebrar esta solemnidad, los miembros del Regnum Christi renuevan su deseo de responder con todo el corazón a la invitación de Cristo: hacer de la propia vida un lugar donde Él pueda reinar. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” no es solo una promesa futura, sino el anuncio de un Reino que ya comienza aquí, cuando dejamos que Cristo sea verdaderamente el Señor de nuestra vida.
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Fernando De Navascues trabaja en la Oficina de Comunicación del Regnum Christi en España y es profesor en la Universidad Francisco de Vitoria.


