¿Sabías que hay algunos diáconos diocesanos que también forman parte del Regnum Christi? Los Estatutos de la Federación Regnum Christi, en el número 4 dice: «Esta familia espiritual está formada hoy por laicos casados y solteros, hombres y mujeres laicos consagrados, seminaristas, diáconos y sacerdotes seculares, religiosos y sacerdotes legionarios de Cristo, viviendo cada uno según su propia vocación, como miembros de un único cuerpo (cf. 1 Co 12, 12-29) y entregados a la misión común». Asimismo, el Reglamento de los fieles asociados dedica el número 47 a los sacerdotes, diáconos y seminaristas seculares del Regnum Christi.
¿Y qué pasa cuando un seminarista legionario de Cristo que se prepara para el sacerdocio tiene un papá que es diácono permanente? Entrevistamos al Sr. Steve Nguyen, diácono permanente y papá del H. Maximiliano Nguyen, L.C., religioso estudiando teología y que dentro de poco tiempo será diácono. Si bien los legionarios de Cristo no tienen el diaconado permanente sino transitorio, ser diácono es un paso muy importante en su camino al sacerdocio.
«Sí, un corazón humilde que palpita con el servicio. Los diáconos nos lo recuerdan cuando, como el diácono san Francisco, llevan a los demás la cercanía de Dios sin imponerse, sirviendo con humildad y alegría» (Papa Francisco, Discurso a diáconos, 19 de junio de 2021).
El Jubileo de los Diáconos, que se celebra del 21 al 23 de febrero en Roma, cobra un relieve especial para el Sr. Seteve Nguyen que nos describe cómo su camino comenzó en una Jornada Mundial de la Juventud y también en el Regnum Christi. El Sr. Steve ejerce su diaconado permanente en la Arquidiócesis de Kansas City, Estados Unidos.
Sr. Steve, ¿cómo fue que decidió ser diácono permanente?
Fui llamado a servir. Así es como comienza el camino un diácono: llamado a servir a Cristo y a su Iglesia. Fue hace casi 14 años cuando empecé la formación diaconal y he estado sirviendo a Cristo y a su Iglesia como diácono permanente durante casi ocho años. Mirando hacia atrás, Cristo me ha estado preparando para esta vocación desde que era un niño (6 o 7 años). Cristo puso en mi corazón el deseo de servir, la «diakonia», a través de varios acontecimientos de mi vida. Menciono a solo algunos a continuación.

En 1975, mi familia y yo nos vimos obligados a huir de nuestro amado país de Vietnam. Fuimos parte de la mayor evacuación de la historia para ir hacia Estados Unidos, se le llamó Operation Frequent Wind (Operación Viento Frecuente). Salimos a toda prisa, sin equipaje, sin dinero y con muy pocas pertenencias. Mientras estaba sentado en una plataforma de carga abarrotada de gente y esperando ser transportado al navío USS Midway, con el sol abrasador y todos allí agobiados y cansados, vi a un hombre con varias jarras de agua dando vueltas y entregándolas a todas las personas que podía, incluyéndome a mí. No podía entender por qué él mismo no bebía nada. Más tarde me enteré de que era un sacerdote católico que estaba sirviendo a su gente. En ese momento supe que quería servir al pueblo de Dios como este sacerdote.
Cuando estudiaba mi último año de la universidad, fui a la primera Jornada Mundial de la Juventud en los Estados Unidos con mi grupo de ministerio universitario – y en el que también estuvo presente quien, años después, sería mi esposa –. Se llevó a cabo en Denver en 1993. Durante este increíble evento, las palabras del Papa San Juan Pablo II resonaron en mí profundamente. Recuerdo muy bien lo que nos dijo a los casi un millón de jóvenes que asistimos al evento.
A grandes rasgos, el Papa nos decía y animaba con: «No tengáis miedo de salir a la calle y a los lugares públicos», «no es momento de avergonzarse del Evangelio. Es el momento de predicarlo a los cuatro vientos», «no tengáis miedo de salir de esos modos de vida cómodos y rutinarios», «invitad a todos los que encontréis al banquete que Dios ha preparado para su pueblo».
Fue allí en esa Jornada Mundial de la Juventud donde mi futura esposa y yo decidimos que queríamos vivir y criar una familia al servicio y misión de Jesucristo y de su Iglesia. Personalmente, sentí un fuerte llamado al servicio, pero en ese momento no sabía cómo concretarlo.

Pasaron los años y en algún momento a mediados del año 2000 fui a unos ejercicios espirituales con los Legionarios de Cristo en Lincoln, Nebraska. Aquí cabe señalar que mi esposa y yo hemos sido miembros del Regnum Christi durante treinta años. El fin de semana de esos ejercicios espirituales vi a un hombre con estola de diácono y dalmática. Esta fue la primera vez que realmente vi a un diácono. No tenía ni idea de que existía tal vocación. Lo observé de cerca mientras proclamaba el Evangelio y servía en el altar con tanta reverencia y amor por la liturgia. Mi corazón se conmovió con un fuerte deseo de servir a Cristo de esta manera. No pude seguir este deseo de inmediato, principalmente porque estaba muy ocupado criando a mi familia, trabajando en los apostolados del Regnum Christi, y también porque la Arquidiócesis de Kansas City no tenía un programa de diaconado permanente en ese momento. Pero el Señor mantuvo ese deseo ardiendo en mi corazón.
Varios años más tarde, la Arquidiócesis de Kansas City comenzó su primer grupo de formación para el diaconado permanente; sin embargo, en ese momento no presenté la solicitud porque no creía ser lo suficientemente bueno como para calificar como diácono de Cristo. Fue hasta el 2011, mientras me preparaba para servir como maestro de ceremonias para la Misa de la Vigilia Pascual en nuestra parroquia, cuando un parroquiano que era jugador de fútbol americano de los Jefes de Kansas City y que estaba presente en la Misa, me vio con la sotana y sobrepelliz que solemos usar para las Misas y, sin que él supiera lo que yo tenía en mi corazón, me dijo que debería pensar en ser diácono. Eso fue lo que selló mi decisión. Apliqué al programa de diaconado permanente la primavera siguiente y comencé la formación en el otoño de 2011.
¿Cuál fue la reacción de su familia cuando compartió la noticia?
Acabábamos de tener a nuestro sexto hijo en enero de ese año. Necesitaba presentar mi solicitud a finales de la primavera para ser admitido en el otoño. Pero teníamos una agenda familiar muy apretada y muchas preguntas sobre cómo funcionaría todo. Tendría que ausentarme un fin de semana al mes durante los próximos cinco años. Y, por supuesto, solo entraría en el programa de diaconado si mi esposa estaba de acuerdo. Era una decisión que teníamos que hacer juntos y la tomamos en la oración y en la adoración eucarística. A lo largo de esas semanas llegué a comprender que, para ella, en lo profundo de su corazón, sabía que éste era un nuevo llamado para nuestro matrimonio y nuestra familia. Mi esposa ha sido una base sólida y una fuente de aliento a lo largo de toda mi formación, ordenación diaconal y mi ministerio. Parecía que, en su mayor parte, mis hijos estaban entusiasmados con nuestra decisión, pero tampoco estaban seguros de cómo funcionaría todo.

¿Cómo sirve a la Iglesia siendo diácono permanente?
Actualmente, estoy sirviendo en la parroquia Santa Ana, a la que nuestra familia ha asistido durante décadas. Además de servir como diácono leyendo el Evangelio y asistiendo en el altar durante la Misa, predico la homilía una vez al mes. Celebro muchos bautizos, preparo a las parejas para el matrimonio, doy formación a los acólitos y ministros de la Eucaristía, dirijo la exposición, adoración y bendición eucarística. De vez en cuando celebro el rito del matrimonio fuera de la Misa y también asisto los funerales. Estoy muy activo apoyando las actividades pastorales de los grupos de hombres: Caballeros de Colón, RICA (iniciación cristiana para adultos) y visito las escuelas. Además, sirvo como vicepresidente de la Junta de Fideicomisarios de una escuela secundaria católica, y también funjo como diácono-capellán de Life Giving Wounds, un ministerio pastoral para hijos adultos de padres divorciados.
Ud. tiene un hijo rumbo al sacerdocio, pero antes del sacerdocio tiene que ser diácono, ¿qué le diría a su hijo sobre la importancia y riqueza del diaconado?
Yo diría que ser diácono es conformar nuestros corazones al Corazón de Cristo Servidor. Es allí donde la espiritualidad del diácono, la vida diaconal y su ministerio están enraizados en la intimidad de Jesucristo. Es en esta vida interior con Jesús que aprendemos a vivir en el abandono a la Providencia, en el servicio, en el momento presente, y a vivir los misterios de Cristo servidor en este mundo roto de hoy. Le diría que se tome este tiempo para vivir la vida diaconal al máximo antes del sacerdocio.
¿Nos puede compartir alguna experiencia que lo haya marcado positivamente siendo diácono permanente?
Celebrar bautizos es uno de mis ministerios diaconales favoritos. Me encanta hablar y explicar a los padres de los niños y a su familia sobre este increíble sacramento de la iniciación cristiana; y luego ver las expresiones de sus rostros mientras vierto agua sobre la cabeza del niño y traigo una nueva alma a la familia de Dios. Me siento bendecido de haber podido bautizar a todos mis nietos y espero con ansias celebrar más bautismos.

Muchas gracias, Sr. Steve. Y Ud. H. Maximiliano, ¿cuál fue su reacción al escuchar que su papá iba a ser diácono permanente?
Creo que al inicio estuve un poco confundido. Realmente eso no estaba en mi radar ya que yo me encontraba en mi propio proceso de discernimiento con los Legionarios de Cristo en el Centro Vocacional del Sagrado Corazón, en Estados Unidos, así que era algo así como: «¿Entonces, mi papá va a ser diácono antes que yo?», y también me quedé pensando: «¿De dónde le vino esta idea…?». Pero entendí que esto era muy importante para él y, al mismo tiempo, no fue una sorpresa especial ya que mis papás han estado muy activos en nuestra comunidad parroquial por muchos años. Y como ya lo mencionó, él y mi mamá discernieron que ese era el siguiente paso al que se sentían llamados. Un llamado en cierto modo para toda la familia. También en esos cinco años en los que completó sus estudios para el diaconado me impresionó el nivel de compromiso y discernimiento con el que mis papás continuaron trabajando a medida que las implicaciones de esta próxima etapa se hacían más claras.
¿Qué significa para Ud. que su papá sea diácono permanente?
No estoy seguro de qué tan común es que el padre de una persona que se prepara para el sacerdocio sea un diácono permanente. Pienso que es como una situación muy singular, pero también es una gran oportunidad de tener a un papá que me puede ofrecer consejos desde su propia experiencia pastoral y ministerial, de una manera que no me imaginé. Como miembro de una congregación religiosa, siempre supe que podía contar con los consejos de mis hermanos sacerdotes legionarios, así como de los de mis papás, pero, por supuesto, la relación de uno con su papá nunca deja de tener un significado especial. Espero que su entusiasmo por el servicio y su dedicación a quienes lo rodean sea algo que yo pueda imitar.

¿Cree que saber que su papá es diácono permanente le inspirará a vivir su diaconado transitorio de una manera especial antes de ser ordenado sacerdote?
Esto es algo que cruzó por mi mente cuando él fue ordenado diácono permanente. Yo solía pensar en el diaconado solo como un paso hacia el sacerdocio, en parte porque para nosotros en la Congregación es una fase de transición de un año más o menos. Ver a mi papá vivir su vocación de diácono me ha ayudado a reflexionar que mi diaconado no será transitorio solo porque es un paso formal, sino porque Cristo y la Iglesia llamaron primero a los apóstoles y a todos los sacerdotes al servicio, desde el momento del lavatorio de los pies. De hecho, los sacerdotes todavía poseen esta llamada al servicio que no desaparece solo porque son ordenados sacerdotes. Esto es tan importante para el sacramento del Orden Sagrado que uno no puede «saltar» directamente al sacerdocio, sino que debe aprender y encarnar el liderazgo de servicio de Cristo como un paso necesario. Mi papá, entre otros diáconos, ayuda a representar a Cristo en este servicio de manera permanente en la Iglesia, lo que parece contribuir a la profundidad, armonía y eficacia de la Iglesia universal.
(Foto de portada: H. Maximiliano Nguyen, L.C. con sus papás)