El 8 de octubre comienza el Jubileo de la Vida Consagrada, un tiempo para reconocer el don que supone en la Iglesia la entrega de tantos hombres y mujeres. Sus vidas, marcadas por el «sí» perseverante a Cristo, se convierten en una fuente de luz, esperanza y testimonio para el mundo. En este marco, cuatro voces — un sacerdote legionario de Cristo, una consagrada, un laico consagrado y un laico del Regnum Christi — comparten cómo la vida consagrada ha marcado su historia, su fe y su manera de vivir la misión.
El Jubileo de la Vida Consagrada es una ocasión para dar gracias a Dios por tantos «sí» a Dios que han marcado la vida de la Iglesia. Hoy queremos reconocer que cada vocación es un regalo que enriquece a todos. Laicos y consagrados caminamos juntos, compartiendo la misma misión por anunciar el Evangelio y hacer presente el Reino de Cristo.
En el Regnum Christi descubrimos cómo el carisma se enriquece cuando cada vocación — sacerdotes, consagradas, laicos consagrados y laicos — aporta su color y su fuerza a la misión común. Para José Miguel Mohedano, laico del Regnum Christi de España, las personas consagradas han sido referentes en su vida y la de su familia: «su entrega perseverante y su sí renovado cada día son un regalo para nosotros». El P. Nicola Tovagliari, L.C., de Italia, subraya que la vida religiosa «es un rayo de esperanza en el mundo» y que aporta comunidad, escucha y apertura. Desde Brasil, Camila Melo, consagrada, recuerda que «es maravilloso ser de Dios, Él no defrauda», y destaca la vida consagrada como expresión del amor universal. Y Alejandro Lara, laico consagrado de México viviendo actualmente en Italia, lo resume con el lenguaje de la esperanza: «Dios sigue llamando, y nuestro testimonio es respuesta a ese llamado».
Este Jubileo nos invita a dar gracias y caminar juntos compartiendo la misma misión: hacer presente el Reino de Cristo en los corazones y en la sociedad.
P. Nicola Tovagliari, L.C. de Italia

Los legionarios no son solo sacerdotes sino también religiosos, ¿qué aporta la vida religiosa a su sacerdocio?
La vida religiosa comporta dentro de la vida sacerdotal un vivir en familia, en comunidad. Es una gran riqueza. Nunca estamos solos, siempre estamos acompañados. Esto nos da ayuda, apoyo, nos sostiene y también nos va moldeando la personalidad. Por naturaleza, el hombre se va encerrando en su misma experiencia humana, personal. El hecho de tener una comunidad hace que siempre estés abierto. Siempre estás dispuesto a la escucha, a aprender de los demás, también a dar un paso atrás para que los demás crezcan y también para hacerte más universal. Una persona que está inclinada a recibir a otras personas y trabajar con ellas.
Cada año se habla en la Iglesia de falta de vocaciones, ¿por qué es importante que la gente valore la vida consagrada?
Siempre he intentado promover las vocaciones, promoverlas a 360 grados, en toda dirección. Está la vida religiosa legionaria, pero también está la llamada a un sacerdocio que se inspira en el fervor, el entusiasmo y que quizás se orienta hacia el estilo diocesano. Y las vocaciones a la vida religiosa consagrada, masculina, femenina, también el sacerdote tiene un papel en ello, de promoción, de animador, de ayudar, sustentar y también abrir horizontes y dar ejemplos. En mi vida me he encontrado con mujeres que buscaban una forma de vida adecuada a su personalidad. Quizás no la encontraban en una congregación religiosa con el velo puesto o de clausura y sí a una vida consagrada al estilo evangelizador de estar en el mundo, sin estar en el mundo, y que quizás correspondía más a la que era el origen de la propia vocación, del propio llamado.
¿Qué mensaje cree que tiene la vida consagrada al mundo de hoy?
Que el mundo de hoy necesita vocaciones a la vida consagrada. Necesita ejemplos, necesita testimonios. El mundo necesita esa presencia profunda, evangelizadora, de gran liderazgo como guías y de gran empatía, de gran dulzura. El mundo de hoy necesita esa figura materna y paterna, necesita de esa presencia fresca, generosa, libre y totalmente entregada, y eso es un rayo de luz en el mundo, un rayo de esperanza. La vida religiosa tiene dentro de la Iglesia ese elemento de aportar esperanza, luz, confianza. Hombres y mujeres que libremente responden al llamado y se consagran a Dios, a la Iglesia, a la evangelización… traen esperanza al mundo.
Camila Melo, consagrada del Regnum Christi de Brasil

¿Ha valido la pena consagrarse?
¡Sin duda! Cuando me consagré di un «sí» lleno de ilusión y entusiasmo, pero fue con el pasar del tiempo que entendí lo que implicaba aquel «sí» inicial. Y a lo largo de mis 21 años de consagrada he vuelto a decir ese «sí» muchas veces, cada vez más maduro y consciente. Es maravilloso ser de Dios, Él no defrauda.
En un mundo donde se están acentuando más las divisiones de pensamiento, ¿qué aporta la vida consagrada para unir a las personas?
La vida consagrada es una expresión del amor universal de Dios. Las consagradas buscan estar abiertas a acoger, guiar, cuidar de todos, en los diversos carismas de la Iglesia. Basta pensar qué sería del mundo si no existieran las consagradas y eso nos da una muestra del amor y la acogida que ellas traen en este mundo.
¿Qué mensaje tiene hoy la vida consagrada para la era de las redes sociales?
Que vale la pena dar la vida por Cristo. En Él encontrarán respuestas para todas sus preguntas. Búsquennos a los consagrados, recurran a nosotros, también en las redes sociales, pues tenemos un camino increíble para mostrar, o, mejor dicho: el Camino que lleva a Cristo.
Alejandro Lara, laico consagrado del Regnum Christi de México viviendo en Italia

¿Cuál es el mensaje de esperanza que brinda hoy la vida consagrada, ante la falta de vocaciones?
Dios llama y sigue llamando. El testimonio y la vida de miles de almas consagradas en todo el mundo son la manifestación del amor de Dios para su pueblo. No nos cansemos de «orar al dueño de la mies», como el mismo Jesús nos pide.
¿Por qué tiene sentido vivir hoy los consejos evangélicos?
La vivencia de los consejos evangélicos sigue teniendo vigencia hoy en día, como lo ha tenido en toda la historia de la Iglesia. Quienes buscamos configurarnos con Cristo, los consejos evangélicos son el camino cierto para lograrlo.
¿Cómo explica el 100 por uno que Cristo promete a quienes lo dejan todo para seguirle?
Lo pongo con un ejemplo. Como padre de familia, hubiera podido aspirar a tener 2, 3 o hasta 10 hijos. Pero como consagrado soy padre espiritual de decenas de personas jóvenes con las que he tenido contacto a lo largo de mi vida consagrada. No hay que olvidar que nos promete el ciento por uno con persecuciones. Esas persecuciones son para que podamos poner nuestro granito de arena en la redención del hombre.
José Miguel Mohedano (Chemi), laico del Regnum Christi de España

Un acompañamiento muy importante. Son personas que tienen una clara misión en el servicio y, sobre todo, que quieren reflejar a Dios en el día a día, en el mundo. Me ha servido mucho su entrega en el apostolado, donde generalmente me han acompañado en Juventud Misionera, en misiones, a mis hijos en apostolados del ECYD… son también referentes para mis hijos y eso es un regalo. Fueron referentes y siguen siéndolo para mí, cuando era más joven, y luego también con mis hijos.
También hay otra realidad: los consagrados que están muy enfocados al estudio académico. Aquellos que tienen esa perseverancia en buscar la verdad e investigar para aportar luz al mundo. Son personas que también ofrecen sus dones intelectuales y sus dones de servicio en este ámbito, no solo en el apostolado, sino también en el estudio y en el trabajo académico y en la formación de los demás. Estas personas consagradas ayudan mucho desde esa realidad.
¿Qué le agradeces a quien se consagra a Dios?
Primero, gracias por su «sí» a Dios. Ese momento en que ellos descubren esa vocación, la van madurando y al final ellos deciden en libertad y por amor a Dios y a los demás. Por ese compromiso, por un ideal mayor, por una vida plena, lograda, con sentido. Siempre con los ojos puestos en el Señor y en nuestra Madre, la Virgen María.
Segundo, gracias por esa perseverancia en el «sí». Esa renovación dentro de su vida ordinaria continúa con cada gesto, y es otro fruto que hay que agradecer, porque ese primer «sí» está lleno de ilusión y alegría, pero lo importante es renovar ese sí cada día, año con año.
Ayer estuve hablando con Rafael Gil, laico consagrado del Regnum Christi, que cumplía cuarenta años de consagrado. Una vida de entrega, de servicio a la formación, de acompañamiento a los jóvenes, a muchas personas… es un regalo. Por eso agradezco el «sí» inicial, el «sí» perseverante y el regalo de una vida de entrega a los demás.
¿Qué esperas de alguien que se consagra a Dios?
La alegría de un cristiano que, por su consagración, conoce y vive con Cristo resucitado. Esa alegría que transmite a los demás porque ha descubierto el sentido de su vida, ese amor de Dios en su vida y en la de los demás, porque se sabe instrumento y sabe de forma humilde que Dios, a través de él, va a iluminar a otras personas en su vocación, en sus problemas, en sus alegrías, en su día a día. Y también espero compromiso, porque es un reflejo del Señor.
Yo también pido y me pido a mí mismo que sepamos acompañar a todas las personas consagradas, entregadas al Señor, que estemos con ellos, les acojamos y entendamos, en sus buenos momentos y también en los no tan buenos.
Que este tiempo jubilar nos impulse a renovar nuestra entrega cotidiana con alegría, esperanza y confianza en Él, que nunca defrauda.


