Regnum Christi Internacional

Familias misioneras: las misiones son un regalo

Dos familias pertenecientes al Irish International School Monterrey, en el norte de México, nos comparten su experiencia como familia misionera.
Familias misioneras: las misiones son un regalo

«Id por todo el mundo y predicad el Evangelio» (Mc 16,15), dijo Jesús a sus apóstoles, llamándolos a compartir la fe a donde fueran. Cada año, miles de personas viajan a zonas rurales a esparcir este mensaje y dar testimonio de su fe en la Semana Santa, días muy importantes para todos los católicos ya que celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Dos familias de un colegio Regnum Christi han participado en misiones de evangelización y nos comparten sus experiencias. ¿Qué les motiva a ir cada año? ¿Cómo se preparan? ¿Cómo consiguen que sus hijos quieran ir con ellos? ¿Cambia la dinámica familiar después de las misiones?

Año tras año, familias completas se han sumado al apostolado de Juventud y Familia Misonera, impulsando la pastoral del matrimonio y la familia, e inspirando a otros a hacer lo mismo. Este esfuerzo por multiplicar los equipos de matrimonios en el Regnum Christi para ser agentes de evangelización, se puede ver reflejado a continuación. Dos familias pertenecientes al Irish International School Monterrey, en el norte de México, nos comparten su experiencia como familia misionera.

La familia Segovia Garza lleva algunos años participando en las misiones en distintas zonas rurales de México. Javier y Regina, matrimonio que tiene 21 años de casados, siempre tuvieron el sueño de misionar con sus hijos desde que eran jóvenes misioneros en el grupo Juventud Misionera. De hecho, los padres de Javier, a través del grupo de Familia Misionera, lideraron las primeras misiones en un pueblo de México. Hace seis años, Javier y Regina decidieron regresar a este mismo lugar a continuar con este legado, de la mano de sus hijos Javier de 20 años, Valentina de 16 y Alana de 11.

Por su parte, la familia Martínez Flores, conformada por Marcelo y Daniela, casados desde hace 18 años, y sus hijos Marcelo de 16 años, Santiago de 14 y Eugenio de 11, realizan sus misiones en un pueblo ubicado al norte de México, en el estado de Coahuila, llamado Cuatro Ciénegas. A lo largo de ocho años han participado en conjunto con otras familias para anunciar la Buena Nueva. Marcelo y Daniela hicieron misiones en su juventud; como matrimonio, siempre tuvieron el deseo de hacerlo como familia una vez que sus hijos fueran un poco más mayores. Hoy en día, llevan casi una década viviendo esta experiencia como parte de Familia Misionera.

Familias misioneras: las misiones son un regalo
Familia Martínez Flores.

¿Cómo se preparan para ir de misiones?

Marcelo Martínez comenta que cuentan con reuniones semanales para preparar materiales y ver las pláticas que se van a impartir durante las misiones. «También tenemos retiros y rezo del Rosario para ir encomendando las misiones desde semanas antes». Por su parte, Regina Garza menciona que Familia Misionera prepara a adultos y parejas a través de retiros y pláticas para «al menos refrescar el conocimiento que tenemos sobre lo que vamos a predicar».

Javier Segovia Garza comparte una experiencia del año pasado, diciendo que «batallamos para retener la atención de las mujeres del pueblo, así que esta vez nos estamos preparando para conectar más con ellas a través de actividades que sabemos que les gustan, así que mis abuelas me están enseñando a bordar para que mientras hacemos esa actividad, podamos platicar sobre cómo se sienten, sobre el Evangelio del día y de más». Su hermana, Valentina Segovia Garza, en su experiencia siente que no se tiene que preparar mucho «porque, al final, tú ya sabes lo que vas a compartir. En lo personal, no me gusta la palabra “enseñar” porque no vas a eso, vas a revivir tu fe y a compartirla con las personas, a conectar con aquellos que se sienten solos o que necesitan apoyo. Ellos ya saben quién es Jesús; en sí no es enseñarles, es acompañarlos y acercarlos».

Familias misioneras: las misiones son un regalo
La familia Martínez Flores visitando una casa durante las misiones.

¿Cómo conectan con la gente durante las misiones?

Para Marcelo Martínez, eso fue algo que fueron aprendiendo con el tiempo: «te tienes que ubicar, dónde estás y a quién tienes enfrente, e ir encontrando tu camino. A veces parte desde algo muy casual el hablar de Jesús y de ahí ver cómo responden. Por ejemplo, nos han tocado muchos casos con niños o jóvenes que tienen nombres bíblicos como Jesús, José, María, Juan y les preguntamos que si saben de dónde viene o por qué tienen ese nombre. A veces no tienen el conocimiento de eso, pero a través del nombre es que podemos conectar y empezar a hablarles de Jesús. Dentro de la conversación notamos que no les han platicado mucho y vemos cómo surge su interés y hasta piden que hablemos más sobre el tema. Y ahí es en donde empezamos a conectar y a encaminarlos».

Daniela Flores ha tenido encuentros en el cruce de caminos: «También nos han tocado casos de personas que se encuentran viudas, que no tienen familia y se sienten solos, así que te empiezan a platicar de su vida y a través de eso notas cómo es que tienen mucha sed de saber más. Nos han preguntado desde ya nació mi bebé y no sé cómo bautizarlo, me quiero acercar a la Iglesia y no sé cómo…  También hay personas que se encuentran confundidas, tienen dudas que quieren resolver y ahí es donde nosotros entramos y aportamos lo que sabemos para poder orientarlos».

¿Cómo ha fortalecido su vida familiar el ir de misiones?

Javier Segovia Garza dice que al estar en la ciudad «estamos ajetreados, pensando en el trabajo, en la tarea, en la clase de fútbol y lo que nos rodea… Pero cuando estamos de misiones, es como estar en un retiro con tus seres queridos. Convives más con ellos, les dedicas tiempo y regresas con más anécdotas que vives en familia».

Marcelo Martínez confiesa que las misiones son una oportunidad para salir «con el corazón lleno de gratitud. Ese sentimiento es, sin duda, lo que nos hace volver cada año. Es como dicen, cuando más das es cuando más recibes».

Familias misioneras: las misiones son un regalo
Miembros de la familia Segovia Garza en misiones.

«Este año vamos a regresar a la misma localidad donde fuimos el año pasado y nos da mucho gusto que ellos son los que más quieren que regresemos», comenta Daniela Flores. «Y en general, como dice Marcelo, es el sentimiento con el que nos quedamos al terminar la misión. Volteas para atrás y ves el reencuentro de todo lo que pasó durante la semana y son muchas más las bendiciones que te deja la experiencia. La misión fundamental que tenemos es levantar a la comunidad, no solo religiosamente en cuanto a sacramentos, sino en cuanto a educación, nutrición, etcétera. Tenemos un plan para el 2040, para que se vea reflejado este esfuerzo que estamos haciendo en cuanto a la educación de los niños que nacieron 20 años atrás.

Experiencias de impacto

Las misiones de evangelización aportan también experiencias enriquecedoras. Para Daniela Flores, hay una misión que recordará siempre, «en esa ocasión nuestro hijo Santiago realizó su primera comunión. Nos preparamos mucho como familia y con él para ese momento, para que pudiera estar listo al recibir a Jesús». Marcelo Martínez Flores, por su parte, que organiza torneos de fútbol para los niños, dice que ha «presenciado experiencias muy bonitas entre los niños y jóvenes porque siempre terminamos aprendiendo más nosotros de ellos que ellos de nosotros. Llega un punto entre los partidos en donde platicamos de cómo es su vida y cómo es la nuestra, y terminamos conectando con algo. Todo ese proceso es una experiencia muy llenadora».

Por otra parte, Javier Segovia, recuerda la misión en un pueblo llamado Atongo. «Fue muy emotivo porque los residentes llevaban 15 años de no recibir una misión. Esa vez conectamos mucho con las personas y en específico con la familia que nos prestó su casa. El señor llevaba meses estando en cama y esa situación afectaba muchísimo a toda la familia, así que la pasamos platicando con el señor, le llevábamos un sacerdote y se sentía como que lo estábamos preparando para su partida. Nos tocó volver a ir en diciembre a una posada y fue muy emotivo porque supimos que ya había fallecido el señor, así que la señora nos recibió con mucho cariño, como si fuéramos familia. Hasta cierto punto, sí generas esos lazos de amistad, de familia y te das cuenta de que eres un instrumento para poder traer alegría, una sonrisa y esperanza, aunque quizá uno no sea experto en la evangelización».

Marcelo Martínez nos comparte una experiencia que lo transformó. «Una vez nos encontrábamos visitando casas y recuerdo que ya era el último tramo de nuestro recorrido del día. Al final de una calle se encontraba una casa, la cual a lo lejos parecía que no estaba habitada. De todos modos, fuimos, tocamos la puerta y nos abrió la puerta un chico que se veía algo temeroso. Lo primero que nos dijo fue no gracias, váyanse; sin embargo, insistimos un poco y accedió a dejarnos pasar. Adentro, encontramos a un señor que estaba algo delicado, llamamos a las brigadas médicas y nos comentaron que el señor estaba casi desahuciado. Ante la situación pedimos el apoyo de los sacerdotes que nos acompañaban, y uno de ellos pudo confesar, bendecir y dar la comunión al hombre. Esa experiencia fue impactante para nosotros, especialmente para nuestro hijo que presenció todo. Al final de la semana, volvimos para saludar al señor. Cuando entramos nos quedamos asombrados. El ambiente del hogar era diferente y el hombre parecía una persona completamente renovada; había una mejoría evidente en él. Esta experiencia nos hizo reflexionar: cuando sientes que ya no puedes más y piensas que ya no te van a abrir, no te rindas porque nunca sabes qué te puede esperar del otro lado».

Familias misioneras: las misiones son un regalo
En uno de los torneos deportivos que organiza la familia Martínez Flores durante las misiones.

Las misiones, una experiencia que hay que vivir

Con el paso del tiempo, es fácil encontrarte con familias que conservan la intención de ir de misiones y que al final siguen postergando la posibilidad de asistir. Regina Garza está convencida de que las misiones son una experiencia que hay que vivir. «Tienes que animarte. Es normal que al principio mucha gente va sin tanta motivación, pero estando ahí te cambia la disposición totalmente. La experiencia es lo que hace que te sigas apuntando una y otra vez».

Para Valentina Garza hay que ir más allá de lo que cuesta. «Yo les diría que vean las misiones como un regalo más que un sacrificio. Sí, te puede costar, pero todo en la vida te cuesta. Es algo extra que vas a dar de ti para ayudar a alguien más. Es un regalo para ti y para alguien más. Todos los días haces algo que te cuesta, así que por qué no hacerlo una semana con pasión y por algo que tiene un fin más grande».

Javier Segovia les diría que se animen porque «Familia Misionera también genera comunidad, pues conoces a otras familias y personas que tienen los mismos valores que tú. Eso es muy motivante porque te das cuenta de que vas bien como familia, además de que eventualmente tus hijos eligen un camino similar; se contagia».

Las vivencias compartidas por las familias Segovia Garza y Martínez Flores reflejan el propósito de las misiones: emprender un camino de fe, servicio y entrega a los demás. Cada testimonio es ejemplo de que ser una familia misionera no es solo una oportunidad para compartir el Evangelio, sino también para colaborar, fortalecer lazos, formar una comunidad y vivir la Semana Santa desde la entrega y el servicio a través del amor al prójimo.

(Foto de portada: Familia Segovia Garza)

Comparte la noticia

Noticias Relacionadas

Toda la actualidad cada semana
en Noticiero RC