Regnum Christi Internacional

Ser colaborador es una experiencia transformadora de servicio y crecimiento

Ser colaborador: una experiencia de servicio y crecimiento

Este Año Jubilar de la Esperanza se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el profundo impacto que el servicio desinteresado y la entrega total tienen en la vida de quienes se comprometen como Colaboradores del Regnum Christi. Es una invitación a descubrir y vivir experiencias que trascienden lo cotidiano, fortaleciendo la fe, el compromiso y el sentido de comunidad. La experiencia de ser colaborador es una oportunidad para vivir la fe de manera profunda, conocer nuevas realidades y crecer personal, espiritual y humanamente. Para muchos jóvenes, este año de entrega ha sido un antes y un después en su camino de vida.

Isabela María Valente Toniol – De Brasilia a São Paulo

Isabela, de 22 años y oriunda de Brasilia, encuentra actualmente en el llamado a ser colaboradora una oportunidad para crecer más allá de lo que conocía en su localidad. Su experiencia es un ejemplo de cómo se puede discernir la obra de Dios en la vida personal para que se vaya convirtiendo en una decisión que motiva a comprometerse con algo mejor.

Ser colaborador: una experiencia de servicio y crecimiento
Isabela María Valente Toniol

«Ver todo lo que Dios ha ido realizado en mi vida fue un punto clave para decidir si ir o no a colaborar. Sentía que lo que estaba haciendo en mi localidad era poco; quería hacer más, entregarme más, conocer más. Y veo la colaboración como una oportunidad increíble de pasar un año conociendo nuevas personas, lugares, apostolados y realidades del Regnum Christi».

Isabela destaca este año como un tiempo de crecimiento personal, espiritual y humano, donde cada desafío trae consigo la posibilidad de autoconocimiento y el aprendizaje de nuevas habilidades. En un ambiente de apoyo, legionarios de Cristo y consagradas en su zona están siempre disponibles para guiar a quienes se deciden dar este paso.

«Soy joven, llena de planes, proyectos y expectativas, y veo en mi año de colaboradora también un tiempo de crecimiento, maduración y desarrollo personal, espiritual y humano. Un tiempo de autoconocimiento y descubrimientos».

Para Isabela, el llamado a ser colaboradora es algo personal y Jesús sigue llamando a otras personas a serlo. Y debe ser una decisión que debe tomarse en unión con Él, «así que: reza, cuéntale a Dios tus miedos y confía en lo que Él ha preparado para ti».

Antonio González-Aller Lomelí – De Culiacán, México a Valencia, España

Antonio, originario de Culiacán, Sinaloa, vivió su experiencia como colaborador en Valencia, España, de 2023 a 2024. Su decisión la tomó en un momento de reflexión durante una jornada del ECYD, y fue una pregunta aparentemente sencilla lo que le abrió la puerta a un camino lleno de aprendizajes y compromiso: «¿Por qué no te vas de colaborador?».

Ser colaborador: una experiencia de servicio y crecimiento
Antonio González-Aller Lomelí

«No estaba para nada familiarizado con lo que hacía un colaborador, pero tenía claro que era un servicio que se hace por Cristo hacia los demás, y que, por tanto, valdría la pena».

Él destaca diversos momentos que recuerda bien en su año de colaborador: desde el trabajo en secciones de jóvenes y el ECYD, hasta la labor de formación y organización de actividades en colegios. Un episodio muy memorable para él fue su participación en el apostolado «Cristo de la calle», donde, al repartir abrigos durante el invierno, pudo hacer la experiencia de servir a los más necesitados. Esa vivencia no solo fortaleció su fe, sino que le enseñó que cada pequeño acto, por sencillo que parezca, es parte del llamado de Cristo de servir al prójimo.

«En este caso repartimos abrigos que recolectamos pues era invierno y hacía ya mucho frío en la ciudad. Aunque si recolectamos bastante llegó un punto en el que se nos terminó todo el abrigo que teníamos, pero vi como algunos se iban a quedar sin nada así que di el que llevaba puesto. Recuerdo haber llevado más de un abrigo encima y unos guantes soy muy friolento y terminé dándolo todo, por esto mismo el regreso a casa de noche iba con un frío que sentía hasta los huesos, pero no más que el gusto de haberme entregado. Sé que es algo muy sencillo como dar algo que llevas puesto, pero allí me di cuenta de que es de las claves que Dios mismo nos deja en nuestra misión como católicos: servir a los demás. Llegando a casa me metí a la capilla y tuve uno de esos momentos de oración que no se olvidan», comparte Antonio.

«Después de esto visité varias veces a las personas que habíamos encontrado en Cristo de la calle para darles algo de comida y sobre todo sentarme a hablar con ellos y que sepan que tienen a alguien que los escucha, cosa que la mayoría agradece bastante por ser “personas invisibles” a los que todo mundo prefiere ni voltear a ver cuando van caminando».

Marcelo Rodríguez Lara – De Saltillo a la Ciudad de México y más allá

Marcelo, de 24 años y procedente de Saltillo, Coahuila, encontró en la figura del colaborador una respuesta a una inquietud que tenía desde la secundaria. Inspirado por la experiencia de su pa y de un primo que también fueron colaboradores, Marcelo decidió dar ese paso de 2019 a 2020 descubriendo en ello un espacio para fortalecer su relación con Dios y con los demás.

Ser colaborador: una experiencia de servicio y crecimiento
Marcelo Rodríguez Lara junto con el P. Patrick Barry, L.C.

«Lo que me motivó fue ver todo el bien que un colaborador puede hacer; era como un responsable de equipo todo el tiempo, enfocado en su sección y en su equipo».

Durante su año de colaborador en el poniente de la Ciudad de México y en diversas instituciones educativas, Marcelo se dedicó a formar jóvenes y organizar apostolados. Una experiencia muy significativa fue la organización de misiones virtuales durante la pandemia, donde la creatividad y el compromiso permitieron seguir ofreciendo espacios de encuentro y oración, demostrando que la fe se adapta a cualquier circunstancia.

«En la pandemia, cuando parecía que ya no tenía mucho qué hacer como colaborador porque era muy difícil mantener contacto con la gente, en Semana Santa pudimos sacar adelante un nuevo equipo. Siempre recordaré esa experiencia: ¡en tiempos de pandemia, hicimos las misiones virtuales y, de esas misiones, formamos un nuevo equipo del Regnum Christi!».

Para Marcelo, antes de ser colaborador su relación con Dios era más repentina, de a veces sí, a veces no. Pero destaca que en la actualidad es más consciente y que su año de colaborador lo ayudó a definir qué tipo de persona quiere ser, qué tipo de novio y esposo quiere ser y qué tipo de hijo quiere ser, a llevar a Dios a su profesión, a tenerlo de manera más real en su vida y no solo por momentos, sino «una relación sí, con altibajos, pero más constante y perseverante». Todo lo que aprend en ese año lo ha ayudado para seguir siendo responsable de un equipo y poder ayudar a los jóvenes de su equipo en su vida de oración y en su relación con Cristo.

Ana Clara Poffo Lamas – El amor y la sorpresa, de Brasilia a Argentina

Ana Clara ha vivido una experiencia transformadora marcada por el amor, la superación del miedo y la sorpresa de descubrir nuevas dimensiones en su vida espiritual. Rodeada de colaboradores del Regnum Christi, Ana Clara decidió lanzarse al reto con una mezcla de inquietud y esperanza.

Ser colaborador: una experiencia de servicio y crecimiento
Ana Clara Poffo Lamas (primera a la izquierda).

«Con miedo de perder mi tiempo, usé la famosa frase: es solo un año, no me va a derrumbar. Y realmente, no me derrumbó. ¡Viví de manera extraordinaria en lo ordinario de la colaboración!».

Ana Clara comparte cómo el trabajo en el Colegio Oakhill de Buenos Aires, Argentina, y en apostolados para jóvenes universitarios y profesionistas le permitió reconectar y descubrir la belleza del servicio cotidiano. Ser colaboradora la hizo valorar la vida en comunidad, la importancia de la oración diaria y el profundo sentido de pertenencia a una misión mayor, donde cada pequeño gesto se convierte en un reflejo del amor de Dios.

«Entiendo que ahora el ritmo de vida es diferente y necesito adaptarme, pero jamás olvidaré la experiencia de encuentro que tuve con Jesús. Puedes tener miedo, pero no dejes que te impida actuar con el corazón. Puede que pienses que afectará tu futuro, que tus amistades ya no te reconocerán o que tu familia nunca te apoyará… no es verdad, ¡solo déjate sorprender.

Ana Clara comenta que fue el tipo de persona que pospuso ser colaboradora todo lo que pudo, pero al final no logró huir de esa inquietud por mucho tiempo. Dios sigue confirmando que esos temores no son nada comparados con el Amor que Él tiene por todos y cada uno.

Un año que trasciende

Cada una de estas experiencias evidencia que el llamado a ser colaborador no es solo un compromiso temporal, sino todo un camino de autoconocimiento y crecimiento interior. Isabela, Antonio, Marcelo y Ana resaltan la importancia de responder a ese llamado con fe, valentía y la certeza de que, en cada paso, Dios obsequia lecciones de generosidad, solidaridad y transformación personal.

Sus testimonios son una invitación a reflexionar en el significado de entregarse por completo al servicio de los demás, y un recordatorio de que, aunque un año puede parecer breve, su impacto se extiende mucho más allá del tiempo, marcando un antes y un después en la vida de quienes se atreven a seguir esa invitación de Cristo de vivir para la misión.

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