Regnum Christi Internacional

El Jubileo de los Catequistas: celebrar, renovar, anunciar y testimoniar nuestra fe

¿Qué nos mueve a servir como catequistas? Nuestra motivación principal no puede ser otra que el amor a Dios y a los demás. Es el deseo de que otros puedan experimentar la misma alegría y paz que hemos encontrado en la fe.
Jubileo de los Catequistas: celebrar, renovar, anunciar y testimoniar

Vero Aguilar, junto con su esposo Guillermo, impulsa el apostolado de los Evangelizadores de Tiempo Completo en Guatemala. Ambos son Misioneros Permanentes del Regnum Christi y Vero también colabora en la Escuela de la Fe. Ambos se preparan para vivir el Jubileo de los Catequistas, uno evento del Año Santo 2025 que tendrá lugar del 26 al 28 de septiembre. Desde su experiencia en el servicio pastoral, Vero comparte reflexiones sobre la catequesis y la vida del catequista, subrayando los retos de anunciar a Cristo con creatividad en el mundo de hoy y la necesidad de mantener siempre clara la meta que orienta y sostiene la misión evangelizadora.

«Ven Espíritu Santo, ilumíname para compartir tu amor con los que has puesto en mis manos, lléname de ti porque no puedo dar lo que no tengo…». Cuántos de los que somos catequistas llevamos esta oración en nuestra mente y en nuestro corazón antes de cada catequesis… Y es que la catequesis, contrario a lo que muchos piensan, es mucho más que una clase de religión. Es más bien el proceso de compartir, iniciar, educar y formar a los creyentes en la fe católica, de ayudarles, ante todo, a encontrarse con Jesús.

Tal vez para muchos, la labor de un catequista no sea la más espectacular ni relevante, pero su importancia en la vida de la Iglesia católica es fundamental. ¿Recuerdas a tu primer catequista? Yo recuerdo con amor a mi mamá hablándome de Jesús, de la Virgen María, de mi ángel custodio, contándome historias bíblicas. Con dulzura, despertó en mí, desde muy pequeña, una enorme ilusión de recibir a Jesús y hacer mi primera Comunión.

Jubileo de los Catequistas: celebrar, renovar, anunciar y testimoniar
Vero Aguilar en una actividad formativa con Evangelizadores de Tiempo Completo. (Crédito de la imagen: Misioneros Permanentes)

A través de la catequesis, la Iglesia asegura que la Buena Nueva se asimile y viva. Nos lleva pacientemente de la mano a través de las diferentes etapas y momentos de la vida y nos impulsa a nutrirnos de la Palabra de Dios, a celebrar los sacramentos y a prepararnos para ser testigos de la fe en el mundo. Para muchas personas, la imagen que viene a su mente cuando piensan en la catequesis es la de los niños preparándose para su Primera Comunión. Y es que en la niñez nos abrimos a la fe, pero también es necesaria durante la adolescencia cuando las cosas se ponen turbulentas, y luego durante la vida adulta, para perseverar y afianzar las razones de nuestra fe. Dios me ha permitido servirle por muchos años en la catequesis de adultos. Colaboro en un apostolado que busca formar líderes católicos con una fe sólida para que sean multiplicadores en los ambientes en los que se mueven: el Instituto Catequético Escuela de la Fe, apostolado del Regnum Christi. He podido ver, una y otra vez en los rostros y en la vida de mis alumnos cómo la catequesis nos da razones para creer. Sin ella, la fe se debilita y corre el riesgo de quedarse en una simple tradición sin alma.

Celebramos y agradecemos el don y el llamado a ser catequistas

Ser catequista es un don de Dios y un privilegio. El Papa Francisco instituyó en el año 2021 el Ministerio del Catequista en su Motu Proprio Antiquum Ministerium. Hablaba de muchos catequistas «capaces y tenaces que desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe». Es un llamado a servirle en un ministerio que nutre a toda la Iglesia. Estas son tan solo unas cuantas de las muchas razones por las que, como catequistas, podemos y debemos celebrar este llamado.

Ser catequista es un servicio sagrado. Nos unimos a la misión evangelizadora de la Iglesia, continuando la labor de los apóstoles y de todos los que han transmitido la fe a lo largo de la historia. Es también un ministerio de crecimiento. Al enseñar la fe, nosotros mismos nos vemos constantemente desafiados a profundizar en nuestra propia relación con Dios. ¡Nosotros somos los primeros catequizandos! Y es una fuente de alegría. Ver cómo la fe florece en los corazones de los demás es una de las mayores alegrías que se pueden experimentar. A lo largo de los años ha sido un verdadero gozo para mí el ver los ojos de mis alumnos iluminarse al descubrir algo nuevo, el ver en sus rostros la ilusión por aprender o cuando me cuentan con emoción cómo les hicieron sentido las lecturas en la misa.

Jubileo de los Catequistas: celebrar, renovar, anunciar y testimoniar
Para Vero Aguilar, la formación es un proceso continuo en todo sentido, como persona, como creyente, como educador en la fe. (Crédito de la imagen: Misioneros Permanentes)

Unirnos al Año Jubilar de la Iglesia

Como catequistas, este Año Jubilar de la Esperanza es una oportunidad invaluable para renovar nuestra vocación. Este tiempo especial es una ocasión para reflexionar sobre nuestro servicio, pedir perdón por nuestras faltas y renovar nuestro compromiso de seguir a Cristo con mayor fervor. Es una oportunidad para unir esfuerzos y aprender unos de otros. El Jubileo nos invita a celebrar con nuestros hermanos catequistas, compartiendo experiencias, apoyándonos mutuamente y creciendo juntos en la fe.

Es una oportunidad para recibir gracias especiales. Los años jubilares son un tiempo de gracia, de indulgencias y de cercanía a Dios. Participar activamente nos permite beneficiarnos espiritualmente de este regalo de la Iglesia. Nos ayuda a fortalecer nuestro camino de formación. Para todo católico, pero sobre todo para un catequista, la formación es un proceso continuo en todo sentido, como persona, como creyente, como educador en la fe.

El desafío de la creatividad: anunciar a Cristo en el mundo de hoy

Vivimos en un mundo saturado de información y de mensajes que, a menudo, compiten o contradicen los valores del Evangelio. Ante este panorama, como catequistas enfrentamos el desafío de ser creativos para presentar el mensaje de Cristo de una manera atractiva, relevante y significativa.

La creatividad no significa inventar una nueva doctrina, sino encontrar nuevas formas de comunicar una verdad eterna. Los catequistas de hoy necesitamos conectar el Evangelio con la vida real. Mostrar cómo la fe responde a las preguntas, los sufrimientos y las alegrías de las personas. El Evangelio no es una teoría lejana, sino una luz que ilumina nuestra realidad cotidiana. Necesitamos utilizar nuevos lenguajes y medios. Esto puede incluir el uso de la tecnología, las redes sociales, la música, el arte, el cine o el testimonio personal. La Iglesia necesita estar presente en los lugares donde la gente se encuentra, especialmente los jóvenes. Y también necesitamos crear experiencias significativas. La catequesis debe ser un encuentro que toque el corazón, que invite a la reflexión, al diálogo y a la celebración de la fe.

Jubileo de los Catequistas: celebrar, renovar, anunciar y testimoniar
Guillermo y Vero son Misioneros Permanentes del Regnum Christi, y ambos llevan adelante el apostolado de los Evangelizadores de Tiempo Completo en Guatemala. (Crédito de la imagen: Misioneros Permanentes)

Al ser creativos, no solo hacemos la catequesis más interesante, sino que demostramos que el Evangelio es siempre nuevo y que Jesucristo es la respuesta viva para las inquietudes de cada generación.

Cuidar mi corazón de catequista

El centro de mi vida como catequista no puede ser un método o un programa, sino la persona de Jesucristo. Hace años conocí la historia de un catequista increíblemente talentoso que dibujaba unas caricaturas extraordinarias para sus alumnos. Contaba que cada caricatura suya nacía de la oración…

La catequesis nace de nuestro encuentro personal con el Señor. Es esa experiencia transformadora la que enciende el deseo de compartir con otros lo que hemos recibido: el amor de Dios, la alegría del Evangelio y la esperanza que solo Él puede dar. El catequista no es un simple transmisor de conocimientos, sino un testigo que da razón de su esperanza.

Nuestra meta como catequistas debe ser siempre guiar a otros a tener su propio encuentro personal con Cristo. Mi objetivo debe ser que mis catequizandos no solo conozcan datos sobre la fe, sino que lleguen a una relación viva y profunda con el Señor, transformando así sus vidas. ¿Qué nos mueve a servir como catequistas? Nuestra motivación principal no puede ser otra que el amor a Dios y a los demás. Es el deseo de que otros puedan experimentar la misma alegría y paz que hemos encontrado en la fe.

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