Erick Flores, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Buen día, Señor. Me doy un tiempo para estar ante tu presencia. No soy yo quien vengo, sino soy quien descubro tu presencia. No soy yo quien llamo, soy quien contesto a tu invitación de vivir unido a ti. Te necesito y deseo experimentar tu amor infinito. ¡Ven Espíritu Santo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 24-30
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: ‘Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti’. Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él”. Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo habla bien de los demás. Cristo habla bien de Juan porque es un hombre prudente y una persona que sabe escuchar. El contexto está en que muchos de los discípulos de Juan le informaban lo que hacía Jesús. Entonces, Juan les toma la palabra a sus discípulos y envía a dos de ellos con una pregunta para Jesús. Ellos son enviados para clarificar la identidad de la persona de Cristo. Los discípulos le preguntan: ¿Eres el enviado, a quien esperamos? Ahí Cristo, considera la pregunta y busca responder con un comportamiento auténtico, con un gesto que será la gran respuesta a su pregunta. Cristo lo hace así, para mostrar con sus obras su propia identidad de Hijo de Dios Padre. Cristo cura, Cristo sana al enfermo, Cristo da un consejo, Cristo etc…
Luego, Cristo es quien envía a los discípulos para dar testimonio. Los discípulos regresan para compartirle a Juan lo que habían visto. Ellos contemplaron a un Dios que se entrega a la humanidad como una madre amorosa y un padre amoroso. Mientras están regresando los discípulos con el maestro es cuando Cristo habla bien de Juan. Y es cuando los publicanos aceptan el bautismo de Juan y los judíos lo rechazan todavía.
¿Qué nos enseña el Maestro en el Evangelio, precisamente en esta parte? Que el hablar bien de otros mueve a los oyentes a aceptar las bendiciones que el prójimo nos trae. Efectivamente, está un hombre que vive la misión que Dios le asignó y es Juan, quien prepara el camino del Señor. Así como él, Dios a cada uno de nosotros nos asigna una misión muy concreta. Nuestra misión hoy se traduce en ser un excelente universitario, en dar lo mejor de mí en el trabajo que acabo de tomar, en cuidar a una persona que sufre, en dar lo mejor en mis responsabilidades o en aceptar los dones recibidos, el don de la alegría, el don de la fuerza de trabajo, el don de ser organizado, el don de amabilidad, don de entendimiento, etc…
Lleva tu misión hoy con fidelidad, gratitud y responsabilidad a imitación de Juan el Bautista. Dios siempre piensa bien de ti, habla bien de ti, te ama así como eres. Dios toma a cada cristiano para ser luz y para ser su palabra, la que prepare el corazón de otros la llegada de Dios. La misión que asigna a cada cristiano apunta al camino de Belén.
Entonces, toma un tiempo para darte cuenta del gran don que eres para Dios. Eres luz que ilumina el camino de otros para que veamos al Dios Hombre que viene, no tarda en llegar. Eres luz, en medida en cómo vives tu misión de ser lo que eres.
«La vida sólo tiene valor al donarla, al donarla en el amor, en la verdad, al donarla a los demás, en la vida cotidiana, en la familia. Donarla siempre. Si alguien toma la vida para sí mismo, para custodiarla, como el rey en su corrupción, o la señora con el odio, o la joven, la muchacha, con su propia vanidad – un poco adolescente, inconsciente – la vida muere, la vida termina marchitada, non sirve». (S.S. Francisco, Homilía del 8 de febrero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un misterio del Rosario como agradecimiento por los dones que he recibido.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.