H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre mío, quiero hacer en todo momento tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cada vez que rezamos el Padre Nuestro una de las cosas que pedimos al Padre amoroso es ¡Venga a nosotros tu Reino! ¡Venga tu Reino!
En el 2016 estuve en la Jornada Mundial de la Juventud. Fue en Cracovia, Polonia. Yo era parte de los voluntarios y contemplaba algo increíble. Estas palabras del Evangelio se hacían vida en miles de jóvenes: ¡Venga tu Reino! Cristo reinaba en nuestros corazones. Jóvenes de Chile, Angola y México. También de Italia, Canadá, Polonia e India. Parecía que esta súplica del Padre Nuestro se cumplía. Cristo y el Padre de las misericordias reinaban en el corazón joven de la Iglesia universal. Todos seguíamos a un rey que tomó por trono una cruz y aceptó una corona de espinas. Y el mensaje en aquel momento era uno: la misericordia. Una misericordia, a la que nos invitaba el Papa Francisco a vivir en gerundio: «misericordiando». A vivir perdonando. Esto es hacer presente el Reino de Cristo en el mundo. A esto nos invita el Evangelio de hoy. A pedir a Dios su perdón, pero también a perdonar a nuestros hermanos.
Es así como esta petición que elevamos al Padre (¡Venga tu Reino!) se convierte en misión. Es súplica y misión a la vez. Porque perdonando, Cristo reina. El rencor y la venganza son muy mundanos, muy de un plano horizontal. En cambio, el perdón y la misericordia son verticales. Son unir el cielo y la tierra. Son hacer que venga el Reino de Cristo. Son hacer que Él reine en los corazones de todos los hombres.
En este momento de oración, contemplemos la grandeza del Reino de Cristo en nuestro corazón y en nuestra vida y preguntémosle al Rey: ¿Cómo te podemos ayudar para que Tú reines en el corazón de los hombres?
«Una oración que no distingue, no separa, no margina, sino que se hace eco de la vida del prójimo; oración de intercesión que es capaz de decir al Padre: “Venga tu reino”. No con la violencia, el odio o la supremacía étnica, religiosa, económica y otras, sino con la fuerza de la compasión derramada en la Cruz por todos los hombres.»
(Discurso SS Francisco, 31 de marzo de 2019)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Perdonar de corazón a alguien que me ha causado una herida, ya sea consciente o inconscientemente.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.