Juan Pablo García Hincapié, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús vengo ante ti para que renueves mi corazón. Mantenlo en tu llama viva de amor. Que tu misericordia sostenga mi fe. Dame la gracia de que, renovando mi amor por ti pueda acercarme a dialogar contigo y poder compartir estos momentos de amistad profunda.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 41-50
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Señor nos pide ser sal. Lo salado da sabor a aquello que es insípido. Cada vez que nos acercamos a Cristo le podemos pedir esa misma gracia de ser siempre sal y luz del mundo. Muchas veces pensamos que basta con ser buenos, cumplir los mandamientos y de vez en cuando orar y hacer actos de caridad, pero no es así. Cuando nos esforzamos por vivir las enseñanzas del Señor es necesario poner en práctica cada una de las enseñanzas del Evangelio. No puedo ser seguidor de Cristo solo por momentos. No puedo seguir a Cristo solo cuando se siente bonito, cuando me parece bien o cuando solo por las propias fuerzas me lo propongo. Para poder vivir el Evangelio de Cristo la primera y gran condición es pedirle la gracia a Jesús de la fidelidad a su Palabra, así como se lo dijo a San Pablo: “Te basta mi gracia” (2Cor 12,9). Es Cristo quien realmente nos mantiene fuertes en nuestras luchas porque con Él somos capaces de vencer la tentación y el pecado en nuestra vida. Cada día podemos pedir con mucha más humildad y con mucha más devoción la gracia de la fidelidad. Las huellas del Maestro solo se siguen cuando, con su ayuda, caminamos de su mano con fidelidad.
«La sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas. Se trata de resistir a la degradación moral y el pecado, dando testimonio de los valores de honestidad y fraternidad, sin ceder a los halagos mundanos del arribismo, el poder y la riqueza. Es “sal” el discípulo que, a pesar de los fracasos diarios ―porque todos los tenemos―, se levanta del polvo de sus propios errores, comenzando de nuevo con coraje y paciencia, cada día, para buscar el diálogo y el encuentro con los demás. Es “sal” el discípulo que no busca el consentimiento y la alabanza, sino que se esfuerza por ser una presencia humilde y constructiva, en fidelidad a las enseñanzas de Jesús que vino al mundo no para ser servido, sino para servir. ¡Y hay mucha necesidad de esta actitud!». (S.S. Francisco, Ángelus del 9 de febrero de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, dame la gracia de saber ponerme en tus manos para que seas Tu quién me ayude a avanzar por la vida con fidelidad. Dame la gracia de poder unirme cada vez más a ti. No permitas que me quede solo en las cosas materiales, sino que cada momento de la vida sea un vivir con alegría nuestra amistad.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Repetiré en diversos momentos del día la jaculatoria: Dios, Tú eres fiel, ayúdame a serte fiel.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.