Pablo Vidal, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a entrar en tu presencia. Tú estás siemrpe aquí, pero te pido ayudarme a tomar conciencia de ello. Si no soy consciente de tu presencia, mi oración no tiene sentido. Quiero ponerme delante de ti. No importa si no siento nada, no importa si no escucho nada, no importa si no pienso en nada. Ayúdame a creer en ti, a esperar en ti y a amarte a ti, eso me basta.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: “¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”. Les dijo también: “Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy podemos leerlas de dos formas: como una advertencia, casi como un regaño, o como una invitación de amor, como una explicación de lo que quiere que seamos. Sería demasiado fácil ver a un Jesús que nos regaña, que nos advierte que tenemos que ser luz para los demás, que no tenemos que hacer nada a ocultas, que tenemos que darnos y amar, porque si no lo hacemos vamos a recibir un castigo proporcional. Es muy fácil leer estas palabras con ese tono. Es tan fácil que muchas veces lo hacemos.
Pero, vistas así ¿no desentonan un poco con el Jesús que tanto nos busca, con el Padre que nos ama, con el Espíritu Santo que nos transforma? Intentemos mejor ir más en profundidad y escuchar la invitación que nos hace el Señor hoy. Veamos a Jesús que se acerca a nosotros, se acerca a mí y me dice: “estás hecho para brillar, estás hecho para que Mi luz llegue a los demás”. Me dice que estoy hecho para eso, pero no que tengo que hacerlo, no es una obligación, es una invitación de amor. Me dice que está trabajando en lo oculto de mi corazón, que su Espíritu está ahí si yo le abro la puerta, que quiere hacer cosas grandes en mí. ¿Qué cosas, si a veces puedo sentir que no cambia nada en mi vida espiritual? Tal vez cosas escondidas, cosas ocultas en lo profundo de mi corazón, pero que tienen un sentido, que pronto serán descubiertas, que pronto saldrán a la luz.
Así me parece que tus palabras adquieren un sentido más profundo Jesús. Me invitas a escucharte más, a buscar qué mueves en lo profundo de mi corazón, a darme cuenta y aceptar con humildad que eres Tú el que me hace brillar. Entonces ya no seré yo el que tenga que llevarte a los demás, el que esté obligado a hablar de ti, el que se vea forzado a amar para darte gloria o a medir con una buena medida para obtener una recompensa y evitar un castigo. Entonces serás Tú, dentro de mí el que brille, el que escuche. Serás Tú el que ame en mí y a través de mí y esa será la mejor medida que pueda tener. Serás Tú y solo Tú mi recompensa.
«El Espíritu Santo no solo se manifiesta a través de una sinfonía de sonidos que une y compone armónicamente las diferencias, sino que se presenta como el director de orquesta que interpreta la partitura de las alabanzas de las “grandes obras” de Dios. El Espíritu Santo es el artífice de la comunión, es el artista de la reconciliación que sabe eliminar las barreras entre los judíos y los griegos, entre los esclavos y los libres, para formar un solo cuerpo. Él edifica la comunidad de los creyentes armonizando la unidad del cuerpo y la multiplicidad de los miembros. Hace que la Iglesia crezca ayudándola a ir más allá de los límites humanos, de los pecados y de cualquier escándalo». (S.S. Francisco, Catequesis del 19 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Voy a tomar 5 minutos, en silencio, para preguntarle a Jesús en qué aspecto de mi vida espiritual está trabajando y así poder colaborar mejor con Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.