H. Anderson Dugarte, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te agradezco por permitirme un nuevo amanecer. Hoy quiero encontrarme contigo, quiero entrar en tu presencia y permanecer en ella a lo largo de este día. Ayúdame a escucharte a través de tu Palabra.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”.
Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús es un maestro que enseña no sólo con discursos y teorías, sino que se dedica también a practicar obras a través de las cuales el Reino de Dios se pueda hacer presente entre los hombres.
Desde el comienzo de sus predicaciones le vemos curando enfermos, expulsando demonios y haciendo milagros. Ahora envía a sus apóstoles a predicar. Les da la misión de ir a predicar aquello que han visto, oído y experimentado con su maestro.
Y esto es precisamente lo que nosotros vivimos como cristianos, pues experimentamos el amor de Dios en nosotros y somos testigos de los milagros que Él obra en nuestro entorno. Y de allí surge nuestro envío misionero. Jesús, que se nos manifiesta, nos envía a anunciar a los demás todo lo que hemos oído, visto y experimentado en nuestro camino de aprendizaje junto a nuestro maestro.
«Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.»
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de mayo de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a esforzarme por hacer tres pequeñas obras de caridad, para compartir todo el amor que he recibido.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.