Regnum Christi Internacional

La formación, prioridad para nuestra vocación de apóstoles del Reino de Cristo

La formación del apóstol del Reino comienza con el llamado de Dios, pero no termina ahí. Muchos han sido llamados, pero pocos están dispuestos a atravesar el proceso que implica ser formados a la manera del Reino.
La formación, prioridad para nuestra vocación de apóstoles

Formarse como apóstol del Reino no es una meta inmediata ni un itinerario improvisado, sino un camino exigente que reclama constancia, apertura y una disposición generosa del corazón. Inspirado en una propuesta formativa del Regnum Christi, Eugenio Grandío, Misionero Permanente del Regnum Christi, nos invita a redescubrir el valor de ese proceso, donde la configuración con Cristo no solo da sentido a la vida personal, sino que capacita para una misión fecunda y transformadora. ¿Cómo vivir ese camino con autenticidad? ¿Qué papel juegan la comunidad, el carácter y la entrega cotidiana en la formación del verdadero apóstol?

Inspirado en el ensayo La formación del apóstol del Reino. Orientaciones formativas para el laico del Regnum Christi, escribo esta reflexión sobre el llamado a configurarnos con Cristo y la importancia de responder con generosidad al camino formativo. «La formación ha de estar orientada de tal modo que nos ayude a descubrir en Cristo el sentido pleno de nuestra vida, a configurarnos con Él y cumplir nuestra misión» (Estatutos de la Federación Regnum Christi, n.30).

Un llamado que implica un proceso

La formación del apóstol del Reino comienza con el llamado de Dios, pero no termina ahí. Muchos han sido llamados, pero pocos están dispuestos a atravesar el proceso que implica ser formados a la manera del Reino. Este proceso no es corto ni fácil: requiere generosidad y una respuesta personal a las invitaciones que el mismo Regnum Christi nos hace para formarnos: retiros, cursillos, círculos de estudio, conferencias, etc. 

¡Cuántas veces hay que renunciar a periodos de descanso o de vacaciones, vislumbrando en estas actividades formativas una gran inversión para nuestra seria formación apostólica! Es en el «desierto» donde Dios pule el corazón del apóstol, donde mueren las motivaciones egoístas y donde se forma un carácter conforme al de Jesús. Cuántas veces, en mi vida, esos cursillos — primero en «El Dorado», luego en Amecameca y, en ocasiones, en el extranjero — implicaron ofrecer con generosidad de mi tiempo y búsqueda de los recursos para poder asistir a ellos, y siempre constaté que Cristo no se dejaba ganar en generosidad, llenándome de bendiciones.

La formación, prioridad para nuestra vocación de apóstoles
«¡Cuántas veces hay que renunciar a periodos de descanso o de vacaciones, vislumbrando en estas actividades formativas una gran inversión para nuestra seria formación apostólica!», comenta Eugenio.

El carácter cristiano: fundamento del apóstol

Uno de los pilares de esta formación es el carácter cristiano. Dios no busca instrumentos talentosos pero inestables; busca hombres y mujeres íntegros, que vivan lo que predican, que amen la verdad más que la fama y que permanezcan firmes aun cuando nadie los vea.

Un verdadero apóstol del Reino no se forma solo en plataformas, sino en lo secreto, en la intimidad con Dios, en la rendición diaria. La unción puede abrir puertas, pero es el carácter quien las mantiene abiertas.

Formación como camino de configuración con Cristo

«La formación se entiende como un camino personal de configuración con Cristo» (La formación del apóstol del Reino, p. 7) que nos lleva a descubrir en Él el sentido pleno de la propia existencia y nos capacita para la misión. Esta visión da unidad y coherencia al proceso, donde Cristo es el modelo, el criterio y el destino.

En palabras del documento: «Podemos decir que, en el camino de configuración con Cristo, aprendemos a conocerle, amarle y seguirle de modo cada vez más profundo y completo» (p. 8).

La formación, prioridad para nuestra vocación de apóstoles
Eugenio Grandío es Misionero Permanente del Regnum Christi.

Acompañamiento y comunidad en el camino formativo

Este proceso formativo no se puede vivir en soledad. La paternidad espiritual y el discipulado son fundamentales. Necesitamos caminar acompañados, ser corregidos, animados y afirmados por hombres y mujeres de Dios que ya han recorrido el camino.

El apóstol no nace listo: se forma con humildad, con tiempo, con entrega. Nadie llega a la madurez espiritual sin ser parte de una comunidad donde pueda ser afilado y edificado. Esto lo constatamos al asistir a nuestros cursillos, en los que, además de la formación recibida, contamos con la ayuda de nuestros formadores para la confesión y la dirección espiritual, mejorando también en todo lo que se refiere a nuestra relación íntima con Cristo, en la oración y la Eucaristía.

Como bien lo recuerda el ensayo, «en este proceso formativo, la comunidad adquiere una importancia fundamental. Así como nadie puede vivir solo, tampoco nadie puede formarse solo. Todos necesitamos de otras personas con quienes compartir ideas, iluminarnos y apoyarnos mutuamente; corregirnos cuando es necesario; motivarnos en momentos difíciles y así enriquecernos unos de otros» (p. 27).

Formación humana y profesional: cimientos de santidad

También en este campo de la formación, no podemos dejar de hablar de la importancia de nuestra formación humana. Primero formar el hombre, luego formar el santo. Para ello, debemos aprovechar también las oportunidades que tenemos en temas como las virtudes humanas, el matrimonio y la familia, la educación de los hijos, y todo lo que se refiere a nuestra formación profesional — en el campo de cada uno — en la que debe destacar nuestro liderazgo para influir positivamente en la sociedad.

La formación integral, como recuerda el documento, «procura un desarrollo equilibrado y armónico de las facultades (afectividad, inteligencia, voluntad), así como una integración por la que se potencien mutuamente» (p. 16).

Una experiencia que marca la vida

En lo personal, tuve la gran oportunidad de pasar ocho meses de formación, como seglar, en lo que fue el Centro de Estudios Superiores de los Legionarios de Cristo, en Roma, junto con otros tres compañeros laicos. Ha sido una de las experiencias más fuertes y enriquecedoras de mi vida, no solo por lo aprendido, sino por la convivencia con los padres y hermanos, por su testimonio y por las actividades compartidas.

No dejemos pasar las oportunidades

Todos los años, en nuestros calendarios de las distintas secciones, aparecen programadas diversas oportunidades de formación. No las dejemos pasar. Son llamados de Jesucristo para hacernos mejores apóstoles, a su servicio y al servicio de la Iglesia. Como concluye el ensayo que inspira este artículo: «El camino formativo, como progresiva configuración con Cristo, dura toda la vida e implica a toda la persona […] para vivir con creciente plenitud su vocación-misión como persona y como miembro de esta familia espiritual y cuerpo apostólico» (p. 32).

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