En el corazón de Colombia se ha formado una historia de educación y entrega que ha impactado a cientos de vidas. Andrea Piñeres, actual directora del Colegio Mano Amiga Zipaquirá, recuerda cómo fue que todo empezó hace casi 11 años. Hoy, el colegio refleja cómo la educación puede transformar vidas cuando se fundamenta en la fe, la entrega, el amor y el servicio.
Evangelizar educando: el corazón de la misión
Andrea Piñeres, actual directora de Mano Amiga Zipaquirá, comenzó su camino en esta institución como voluntaria. Asumió la dirección del colegio en 2014, sin embargo, con mucho cariño e ilusión recuerda sus inicios con 78 niños, tres aulas y un equipo de trabajo conformado por tres personas: «Cuando me ofrecieron ser directora, sabía que era un desafío que nunca antes había enfrentado, pero la misión del colegio me dio la fuerza para aceptar y entregarme de lleno. El colegio estaba naciendo y tomé el compromiso de crecer a su lado. Fue así como nació mi sueño de poder ver a la primera promoción graduada».
A partir de ese momento, Andrea se siguió formando académicamente para desempeñar su cargo y dirigir el colegio con la mejor preparación: «Creo que es raro que las cosas se den de esta manera, es decir, que el director vaya creciendo a la par del colegio. Por eso, nunca he dejado de prepararme, y ahora tengo una maestría en Dirección de gestión y Dirección de instituciones educativas. Pero, a decir verdad, aunque la universidad me ha aportado mucho conocimiento, el devenir del colegio y la experiencia han sido la mejor maestría. No hay nada como la experiencia».

Una visión integral: formar desde el alma
En Mano Amiga Zipaquirá, la educación va más allá del aula. Como parte del propósito de formación, el colegio acompaña de manera espiritual a los alumnos, familias y al personal, siendo este un valor agregado a la propuesta de aprendizaje que ofrece.
«Formar de manera integral significa que los alumnos no solo obtienen conocimiento académico, sino también espiritual, lo cual equivale a impulsarlos a ser ellos mismos y darles las herramientas correctas para que puedan cumplir sus respectivas misiones de vida. Otra parte importante es el apoyo de la familia, ya que sin ellos no podríamos cumplir con este objetivo», explica Andrea.

Una manera de aportar a la formación de la familia es otorgando herramientas de apoyo como reuniones grupales, capacitaciones trimestrales, espacios donde se promueve la reflexión y el acompañamiento continuo, ya que es fundamental motivarlos a fortalecer la relación con sus hijos.
«La familia es la que prioritariamente hay que cuidar. Primeramente, recordarles que la educación también se da en casa. En segundo lugar, enseñarles a identificar y afrontar los contratiempos que puedan presentarse en el desarrollo integral de sus hijos».
Adicionalmente, Mano Amiga Zipaquirá ha implementado diversas iniciativas que fortalecen la comunicación y el vínculo con los padres de familia. Entre ellas se encuentra una convivencia por curso, cápsulas informativas de valores, reuniones individuales con personal académico y un canal de difusión de WhatsApp.

«Creamos todo un abanico de posibilidades para que los padres de familia cuenten con diversos canales de apoyo e información para que así podamos brindar diferentes recursos que les permitan acompañar activamente el desarrollo integral de sus hijos desde casa», comparte Andrea.
Tejiendo lazos: familia, empresa y comunidad
Desde sus orígenes, Mano Amiga se ha consolidado como un proyecto educativo que se fortalece gracias al apoyo de donativos, por lo que es esencial establecer alianzas con organizaciones comprometidas con el bien común para mantener la sustentabilidad y crecimiento del colegio.
«La colaboración con empresas es inherente a la naturaleza de nuestros colegios porque se apoya en su operación de la responsabilidad social empresarial. Este proceso es parte del ADN de la institución, en donde les hacemos saber a las organizaciones que Mano Amiga beneficia al crecimiento social», explica Andrea.
Dentro del proceso para realizar esta sinergia, el colegio se presenta como un proyecto elegible dentro de los programas de responsabilidad social empresarial, ofreciendo a las organizaciones un espacio donde su colaboración puede generar un impacto real. «Cuando encontramos ese punto en común es muy fácil establecer una relación porque la educación es una necesidad de primer orden, por lo que es fácil tocar a la puerta».

Esta visión de comunión permite que el apoyo de las empresas pueda llegar de distintas maneras, como financiero, en especie o prestando servicios. «Para mí, la empresa, la escuela, la familia y la Iglesia haciendo comunidad, son los agentes que construyen el bien común, y no lo podemos hacer al margen unos de otros. Cuando las organizaciones comparten la visión del proyecto, encuentran la manera de contribuir», comenta Andrea.
Una comunidad educativa al servicio de Dios
Andrea reconoce que trabajar en Mano Amiga no es solo un rol administrativo o académico: «Te exige una transformación personal porque tú trabajas con la gracia, y la gracia trabaja contigo». Para ella, uno de sus retos ha sido preservar la cultura organizacional católica y mantener viva la identidad del colegio como comunidad espiritual. «Esto requiere humildad, docilidad y liderazgo en comunión», agrega.
Adicionalmente, menciona que lo que la ha llevado a dirigir con sabiduría es el contar con un equipo de trabajo sólido y humano: «Construir un buen equipo parte del entendimiento de que todos somos imperfectos, aceptando a las personas como son. Tu dream team (equipo ideal) debe de compartir tu misma visión y también debe tener confianza en ti, pero, sobre todo, primero necesitas darles la confianza para que siempre se hable con la verdad. La idea es seguirse construyendo junto con el equipo, no de trabajar para ser un líder autoritario, sino trabajar para Dios».
Hoy, Mano Amiga Zipaquirá celebra con orgullo su primera generación de 18 egresados, de los cuales siete ya se encuentran en la universidad estudiando carreras como ingeniería informática, derecho, fisioterapia y psicología: «La primera graduación fue súper emotiva, yo siempre le pedí a Dios “Señor, déjame llegar a la primera graduación”. Cumplir ese sueño fue un momento lleno de gratitud y esperanza por las futuras generaciones», comparte Andrea.

Ahora, el sueño de Andrea va evolucionando: continuar evangelizando a través de la educación, formando personas integrales que impacten positivamente en su entorno. Para lograrlo, sabe que «Primero hay que amar. A veces es difícil amar a todos, pero la bondad es una gran puerta. Solo podemos llegar a ella si vemos a las personas desde el corazón de Dios», reflexiona.
En Mano Amiga se promueve una educación que toca lo más profundo del ser humano, donde la fe y la razón conviven, la familia es aliada y cada paso está guiado por una convicción: educar como una forma de amar. Desde sus inicios el colegio ha sido el reflejo de aquellos sueños compartidos, construidos con esfuerzo y entrega. Hoy, esos sueños florecen en cada alumno, en cada familia y en cada historia de transformación.
Mano Amiga Zipaquirá ha demostrado que sí se puede y que la educación que viene del amor puede cambiarlo todo, que un colegio pequeño puede generar un impacto en una ciudad entera y que, con fe y colaboración, lo imposible no solamente se alcanza, sino que también se multiplica.
Esta red de colegios busca transformar la vida de niños y jóvenes que enfrentan barreras económicas y educativas mediante una educación integral basada en valores cristianos, promoviendo su desarrollo académico, humano, espiritual y social para que sus alumnos puedan contribuir positivamente a sus comunidades.
Desde sus inicios, los Colegios Mano Amiga han sido más que una institución educativa: ha sido un espacio de encuentro y transformación. Su crecimiento ha ido más allá de la infraestructura o número de alumnos, ya que los niños y jóvenes reciben las herramientas de formación integral que requieren para poder llegar a ser personas exitosas.
La Red de Colegios Mano Amiga está presente en nueve países (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Islas Filipinas, México y Venezuela) y está compuesta de 32 colegios y, al 2024, cuenta con 20.046 alumnos en todo el mundo.
Crédito de las imágenes: Mano Amiga Zipaquirá
(Si tienes una historia que compartir sobre nuestras obras educativas, te invitamos a escribir a [email protected])


