Regnum Christi Internacional

La Iglesia doméstica: preparando la Navidad en familia

La Iglesia doméstica: preparando la Navidad en familia

Por Eugenio Grandío, Misionero permanente del Regnum Christi.

Diciembre nos ofrece un tiempo precioso para redescubrir el papel central de la familia en la vida cristiana. La Navidad, más que un simple momento de festividades, es una oportunidad para vivir y transmitir la fe en el seno de la familia, nuestra “Iglesia doméstica”. Este término, usado desde los primeros siglos del cristianismo y reafirmado por el Concilio Vaticano II, subraya que el hogar es el lugar donde la fe se vive, se celebra y se transmite, convirtiéndose en un reflejo de la Iglesia universal.

En esta preparación para la Navidad, el Adviento cobra una importancia especial. Este tiempo litúrgico invita a la espera activa y llena de esperanza por la venida de Cristo. Las familias están llamadas a vivir este tiempo con profundidad, integrando en su día a día prácticas que fortalezcan su espiritualidad y unión. Es el Adviento el tiempo para poner el árbol y el nacimiento (el Belén), para hacerlo en familia, con hijos y nietos si se tienen, escuchando villancicos tradicionales que canten la venida del Salvador, disfrutando turrones y mazapanes y, sobre todo, aprovechando para transmitir a la familia nuestras tradiciones y ser, como nos invita el Papa Francisco, formadores en la fe.

La Iglesia doméstica: preparando la Navidad en familia
Cada domingo, al encender una vela, es un momento ideal para reunirse en oración, reflexionar sobre la Palabra de Dios y fortalecer los lazos familiares.

El Adviento: tiempo de esperanza en familia

El Adviento puede vivirse de manera significativa en familia a través de pequeñas pero profundas acciones. La corona de Adviento, con sus cuatro velas, es una tradición que nos ayuda a centrar la atención en el misterio que celebramos. Cada domingo, al encender una vela, es un momento ideal para reunirse en oración, reflexionar sobre la Palabra de Dios y fortalecer los lazos familiares. Es bueno aquí involucrar a los hijos para que aprecien las costumbres y tradiciones cristianas y fortalezcan su fe en Dios nuestro Señor, y en la venida de Jesucristo, nuestro Redentor.

Otra práctica fundamental es la preparación del pesebre (el Belén o Nacimiento). Este sencillo gesto nos conecta con la humildad del misterio de la Encarnación. Armar el Belén en familia no solo es una tradición entrañable, sino una oportunidad para enseñar a los niños que el nacimiento de Cristo es el verdadero centro de la Navidad.

Además, se debe promover la oración en familia. Las noches de Adviento pueden transformarse en momentos de recogimiento, para agradecer y pedir por el amor, la unidad y la paz en el hogar y el mundo. Tradiciones como las posadas en América Latina son un ejemplo hermoso de cómo el Adviento puede vivirse como una experiencia comunitaria de fe. En México se canta la posada para acoger a los peregrinos de la Sagrada Familia, se rompe la piñata y se hace un festejo en el que el nacimiento del Niño Dios es el centro del evento.

La Iglesia doméstica: preparando la Navidad en familia
Este tiempo litúrgico invita a la espera activa y llena de esperanza por la venida de Cristo.

La Navidad: celebración del amor de Dios

Cuando llega la Navidad, la familia, como Iglesia doméstica, está llamada a celebrar la alegría del amor de Dios que se hace presente en Jesús. La Eucaristía debe ocupar el centro de estas celebraciones, recordando que Cristo es la razón de la fiesta. Muchas familias acuden a la Misa de Gallo a la medianoche para festejar esta gran fiesta y ya luego se celebra con la cena de Navidad, con juegos para todos y luego la entrega de los regalos como dones del nacimiento del niño Jesús, nuestro Salvador.

Hace unos días tuvimos el festejo de Navidad en el kínder de los nietos y prepararon un evento de celebración de la Navidad por el mundo y vimos las costumbres en Alemania, Canadá, y otros países. En España vimos la alegría del Belén y cómo preparan la fiesta de los Reyes Magos, en Sudamérica: Chile, Brasil, Colombia, Argentina, la centralidad del festejo en el niño Jesús sin nieve y el polo norte cuando se encuentran en el hemisferio sur empezando el verano.

La Sagrada Familia de Nazaret se presenta como el modelo perfecto de amor, humildad y obediencia a Dios. Imitar sus virtudes ayuda a las familias a vivir este tiempo con un sentido más profundo y cristiano. Además, la Navidad es una oportunidad para ser testigos del amor de Dios más allá del hogar. Acciones como participar en campañas de caridad, visitar a los enfermos o ancianos, y abrir las puertas del hogar a quienes están solos reflejan el espíritu solidario y acogedor del Evangelio.

La Iglesia doméstica: preparando la Navidad en familia
La Navidad es una oportunidad para ser testigos del amor de Dios más allá del hogar.

El verdadero sentido de la Navidad

En un mundo donde la Navidad tiende a reducirse a un evento comercial, las familias cristianas están llamadas a ser contraculturales. Mantener a Cristo en el centro de las celebraciones no solo es un deber, sino un testimonio para el mundo. Evitar el consumismo y vivir este tiempo con autenticidad, priorizando el amor, la oración y el servicio, es el mayor regalo que una familia puede darse y dar a los demás. Da un poco de pena asistir a centros comerciales y a los espacios públicos y ver muchos foquitos y luces, esferas, pinos y Santa Clauses, y no encontrar por ningún lado las figuras del Niño Jesús, la Virgen María y San José que son los verdaderos protagonistas de la Navidad. En muchos lugares ya se felicitan diciendo felices fiestas y evitan el Feliz Navidad, omitiendo que el sentido de las fiestas es el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador.

Vivir la Navidad como Iglesia doméstica nos invita a redescubrir que el hogar es el lugar donde Dios se hace presente y nos llama a ser testigos de su amor en el mundo. Que nuestras familias sean, como la Sagrada Familia, faros de fe, esperanza y caridad para todos. En nuestra familia, es tal vez el momento más especial del año. Mi esposa, Memina, convoca a hijos y nietos, la costumbre es llegar en pijamas y ella tiene listos tamales, frijoles y chocolate caliente para el desayuno, escuchamos los villancicos, especialmente el Burrito Sabanero que es el favorito de la familia y luego todos a poner el árbol de Navidad y el Belén. Claro que no faltan discusiones y esferas rotas y luces que no prenden, pero todo es parte de esta fiesta que esperamos y disfrutamos tanto y que reúne a toda nuestra familia. Hoy es hermoso ver a nuestros hijos replicar nuestras tradiciones con sus hijos, nuestros nietos, y que, a pesar de que a veces se quejaban por el trabajo que implicaba todo esto, hoy lo vuelven a hacer con gran alegría.

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