Regnum Christi Internacional

Llegar a las periferias y que todos tengan acceso a una formación en bioética adecuada – Alberto García, laico consagrado del Regnum Christi

Llevar la formación bioética a las periferias - Alberto García

¿La tecnología digital está transformando la bioética? ¿Cuáles son los retos actuales y cómo llevarla a la gente en los cruces de caminos y periferias? ¿Y en la familia, hay una transformación en el tema de la dignidad humana? Estas son algunas de las preguntas que Alberto García, laico consagrado del Regnum Christi, nos respondió después de participar en el primer congreso internacional de Bioética «Persona y dignidad humana», los días 24 y 25 de junio, en el IEST Anáhuac (México).

Él nos comenta también cómo la inteligencia artificial y la tecnología digital están revolucionando muchos aspectos de nuestra sociedad, y la bioética no es una excepción, afectando a las familias en múltiples niveles. Asimismo, Alberto participó en la 12ª Conferencia Internacional de Educación Ética, organizado por el Centro Aanáhuac de Desarrollo Estratégico en Bioética (CADEBI) del 19 al 21 de junio, en la Universidad Anáhuac México.

¿Cuáles son los principios éticos más importantes que guían la Bioética moderna y cómo se aplican en la práctica?


Los principios éticos fundamentales
más conocidos que guían la Bioética moderna son la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia. Estos principios son básicos para tomar decisiones éticas y responsables en el ámbito de la salud y la biomedicina y se formularon en el contexto de la bioética clínica anglosajona del último cuarto del siglo XX, con cierto matiz individualista.

La autonomía implica respetar la capacidad de las personas para tomar decisiones informadas sobre su propia vida y salud. En la práctica, esto se traduce en proporcionar a los pacientes toda la información necesaria y respetar sus decisiones, incluso si estas difieren de las recomendaciones médicas. La beneficencia se refiere a la obligación de actuar en beneficio del paciente, lo que incluye la prevención y alivio del sufrimiento, así como la promoción del bienestar. La no maleficencia nos recuerda la importancia de no causar daño; esto significa que cualquier intervención médica debe considerar los riesgos y beneficios para minimizar el daño potencial. Por último, la justicia se centra en la distribución equitativa de los recursos y el acceso a la atención sanitaria, asegurando que todos, independientemente de su condición socioeconómica, tengan acceso a los cuidados necesarios.

Ahora bien, la bioética personalista es fundamental en este contexto porque pone un énfasis especial en la dignidad inherente de cada persona, lo cual es un valor central tanto en la bioética como en la evangelización de la cultura. Este enfoque alinea los principios bioéticos con los valores cristianos de amor y respeto al prójimo, proporcionando una base moral sólida para abordar cuestiones complejas de la biomedicina y la tecnología. La bioética personalista promueve una cultura de vida que valora todas las etapas de la existencia humana, desde la concepción hasta la muerte natural, y esto es crucial para la evangelización. Al centrarnos en la dignidad y el valor de cada individuo, estamos difundiendo un mensaje de respeto y amor que puede transformar la cultura y acercarla a los valores del Evangelio.

Además, los valores y principios de la doctrina social de la Iglesia son esenciales para guiar la bioética. Entre estos principios se encuentran la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad. Estos principios no solo guían la acción social y política, sino que también enriquecen la bioética al proporcionar un marco ético que promueve el desarrollo humano integral y la justicia social. Por ejemplo, el principio de dignidad de la persona humana refuerza la importancia de respetar la autonomía y asegurar la justicia en el acceso a los servicios de salud. La solidaridad y el bien común nos impulsan a trabajar por un sistema de salud que beneficie a todos, especialmente a los más vulnerables.

¿Cómo ves que la inteligencia artificial (IA) y la tecnología digital están transformando la bioética?


La inteligencia artificial y la tecnología digital están revolucionando muchos aspectos de nuestra sociedad, y la bioética no es una excepción. Estas tecnologías ofrecen oportunidades sin precedentes para mejorar la atención médica
, la protección del ambiente y la investigación, pero también plantean desafíos éticos significativos que debemos abordar.

Llevar la formación bioética a las periferias - Alberto García

Un ejemplo notable es el uso de la IA en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Los algoritmos pueden analizar grandes cantidades de datos médicos mucho más rápido y con mayor precisión que los humanos, lo que puede llevar a diagnósticos más tempranos y tratamientos personalizados. Sin embargo, esto también plantea preguntas sobre la privacidad de los datos, la equidad en el acceso a estas tecnologías y la responsabilidad en caso de errores. La IA requiere enormes cantidades de información para entrenar sus algoritmos, y gran parte de esta información es extremadamente sensible, como los datos médicos de los pacientes. Es crucial asegurar que estos datos se manejen de manera que protejan la privacidad de los individuos. Además, existe el desafío de la equidad. La IA podría potencialmente mejorar el acceso a la atención médica, pero también podría exacerbar las desigualdades existentes si solo ciertos grupos tienen acceso a estas tecnologías avanzadas.

Por su parte la bioética personalista, que enfatiza la dignidad de cada persona, y los principios de la doctrina social de la Iglesia, como la justicia, la solidaridad y el bien común, proporcionan una base ética sólida para abordar estos desafíos. La dignidad humana exige que respetemos la privacidad y la autonomía de los pacientes al manejar sus datos. La justicia y la solidaridad nos llaman a trabajar para asegurar que todos tengan acceso equitativo a las innovaciones tecnológicas y que estas se utilicen para el bien común, no solo para el beneficio de unos pocos.

Es crucial que los profesionales de la bioética se mantengan informados sobre los avances tecnológicos y participen activamente en el desarrollo de políticas y normativas que guíen el uso ético de la IA y la tecnología digital. Debemos trabajar en colaboración con ingenieros, científicos y legisladores para asegurar que estas tecnologías se desarrollen y se utilicen de manera que respeten los principios éticos fundamentales. También es importante educar a los futuros profesionales de la salud sobre estos temas, para que estén preparados para enfrentar los desafíos éticos que surgirán en su práctica.

La formación ética es fundamental. Los profesionales de la salud deben comprender no solo los beneficios de estas tecnologías, sino también sus limitaciones y los posibles riesgos éticos. Esto incluye la protección de la privacidad de los pacientes, la necesidad de consentimiento informado, y la importancia de la equidad y la justicia en el acceso a la atención. Al integrar la formación ética en los programas educativos, podemos preparar a los profesionales para tomar decisiones informadas y éticamente responsables.

¿Cómo afectan estas transformaciones a las familias y a la visión cristiana de la dignidad humana?

Las transformaciones tecnológicas ciertamente tienen un impacto profundo en las familias y en la visión cristiana de la dignidad humana. Es fundamental abordar estos cambios con una perspectiva ética que respete y promueva la dignidad de cada persona.

Las tecnologías digitales y la inteligencia artificial afectan a las familias en múltiples niveles. Por un lado, pueden ofrecer herramientas valiosas para el cuidado de la salud, como aplicaciones de monitoreo de enfermedades crónicas, asesoramiento genético, y tratamientos personalizados. Esto puede mejorar la calidad de vida de los miembros de la familia y facilitar el cuidado de nuestros seres queridos. Por otro lado, la dependencia excesiva de la tecnología puede afectar la dinámica familiar, reduciendo el tiempo de interacción personal y promoviendo el aislamiento.

Llevar la formación bioética a las periferias - Alberto García

La visión cristiana de la dignidad humana se basa en la creencia de que cada persona es creada a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, tiene un valor intrínseco y una dignidad que debe ser respetada y promovida. Las tecnologías deben utilizarse de manera que respeten esta dignidad. Esto significa garantizar que las tecnologías se utilicen para el bien de las personas, promoviendo su bienestar y desarrollo integral, y no reduciéndolas a meros datos o números.

Uno de los principales riesgos es la invasión de la privacidad. Las tecnologías digitales recopilan una gran cantidad de datos personales, y es crucial que estos datos se manejen de manera ética y segura para proteger la intimidad de las familias. Otro riesgo es la deshumanización de las relaciones. Si bien la tecnología puede facilitar la comunicación, también puede hacer que las interacciones se vuelvan más impersonales. Además, existe el riesgo de que el acceso desigual a estas tecnologías pueda exacerbar las desigualdades sociales y económicas, afectando desproporcionadamente a las familias más vulnerables.

Las familias pueden enfrentar estos desafíos adoptando un enfoque equilibrado y consciente hacia el uso de la tecnología. Es importante establecer límites claros para el uso de dispositivos digitales, fomentando momentos de interacción personal y de calidad. Las familias también deben educarse sobre la seguridad de los datos y ser proactivas en proteger su privacidad. Además, deben abogar por una distribución equitativa de los beneficios de la tecnología, asegurándose de que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a estos avances. Mantener los valores cristianos implica también fomentar el respeto mutuo, la compasión y la solidaridad dentro y fuera del hogar.

La bioética personalista y los principios de la doctrina social de la Iglesia proporcionan un marco sólido para abordar estos desafíos. La bioética personalista subraya la dignidad de cada persona y la importancia de tomar decisiones que promuevan el bienestar integral. Los principios de la doctrina social de la Iglesia, como la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad, guían a las familias en la creación de un entorno que respete y promueva estos valores. Aplicar estos principios en la vida diaria ayuda a las familias a utilizar la tecnología de manera que beneficie a todos sus miembros y a la sociedad en general.

¿Qué nuevas áreas de la bioética ves que surgirán en el futuro debido a los avances tecnológicos?

Los avances tecnológicos están transformando rápidamente muchos aspectos de la vida y, como resultado, están emergiendo nuevas áreas de la bioética que debemos considerar. Algunos de estos campos están apenas comenzando a desarrollarse, pero ya presentan importantes cuestiones éticas que debemos abordar.

Una de las áreas emergentes es la bioética relacionada con la edición genética. Tecnologías como CRISPR-Cas9, que son una herramienta molecular utilizada para “editar” o “corregir” el genoma de cualquier célula, permiten la modificación precisa del ADN, lo que abre posibilidades para tratar enfermedades genéticas, pero también plantea preguntas éticas sobre el alcance y los límites de estas intervenciones. ¿Hasta qué punto es ético modificar el genoma humano? ¿Qué implicaciones tiene esto para las futuras generaciones?

Otra área importante es la bioética del Big Data, que es el conjunto de tecnologías diseñadas para recopilar, analizar y gestionar los datos generados por los usuarios de internet, y también lo relacionado a la inteligencia artificial (IA) en la salud. La capacidad de recopilar y analizar grandes cantidades de datos puede revolucionar la atención médica personalizada, pero también plantea cuestiones sobre la privacidad, la seguridad de los datos y la equidad en el acceso a estos avances. Además, la implementación de sistemas de IA en la toma de decisiones clínicas requiere un escrutinio ético para asegurar que estas tecnologías se utilicen de manera justa y responsable.

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La bioética de la neurotecnología también está emergiendo como un campo crucial. Con avances en interfaces cerebro-computadora y la capacidad de influir o leer la actividad cerebral, surgen cuestiones éticas sobre la privacidad mental, la manipulación del pensamiento y la identidad personal. Estas tecnologías pueden tener aplicaciones médicas significativas, pero también pueden ser utilizadas de maneras que afectan profundamente la autonomía y la dignidad humana.

La bioética personalista es esencial en estas discusiones al enfatizar la dignidad y el valor intrínseco de cada persona. Este enfoque proporciona un marco ético sólido para evaluar los beneficios y riesgos de las nuevas tecnologías, asegurando que se utilicen de manera que respeten y promuevan la dignidad humana. En el caso de la edición genética, por ejemplo, la bioética personalista nos impulsa a considerar no solo los beneficios médicos, sino también las implicaciones éticas a largo plazo y el respeto a la integridad del ser humano.

Los principios de la doctrina social de la Iglesia, como la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad nos llaman a asegurar que las innovaciones tecnológicas beneficien a toda la sociedad y no solo a unos pocos. Por ejemplo, en el caso del Big Data y la inteligencia artificial, el principio de justicia social nos impulsa a trabajar para que todos tengan acceso equitativo a los beneficios de estas tecnologías, evitando la creación de nuevas formas de desigualdad.

Es crucial que los profesionales de la bioética nos mantengamos informados sobre los avances tecnológicos y nos involucremos en el diálogo interdisciplinario. Debemos colaborar con científicos, ingenieros, legisladores y otros actores relevantes para desarrollar políticas y prácticas que aseguren el uso ético de estas tecnologías. Además, la formación continua en ética y bioética es vital para estar preparados para los desafíos que presentan estas nuevas áreas.

¿Cómo ves la relación entre la bioética y otras disciplinas como la filosofía, el derecho y la sociología?

La bioética es, por naturaleza, un área interdisciplinar. Para abordar los complejos problemas éticos que surgen en la biomedicina y la tecnología, es crucial integrar perspectivas y conocimientos de diversas disciplinas, incluyendo la filosofía, el derecho y la sociología.

La filosofía es fundamental para la bioética porque proporciona las herramientas conceptuales y metodológicas para analizar y reflexionar sobre cuestiones éticas profundas. La ética filosófica, en particular, ofrece marcos teóricos que nos ayudan a entender conceptos como la dignidad humana, la justicia, el bien y el mal. Por ejemplo, el enfoque de la bioética personalista, que subraya la dignidad y el valor intrínseco de cada persona, tiene raíces filosóficas profundas. La filosofía también fomenta un pensamiento crítico que es esencial para evaluar las implicaciones morales de las prácticas biomédicas y tecnológicas.

El derecho juega un papel crucial en la bioética al proporcionar el marco legal y la recta razón que regula las prácticas biomédicas y tecnológicas. Las leyes y regulaciones son esenciales para garantizar que las innovaciones en salud se implementen de manera ética y segura. El derecho también protege los derechos de los pacientes y asegura la justicia en el acceso a la atención médica. Además, la interacción entre la bioética y el derecho es bidireccional: mientras que las leyes pueden guiar las prácticas éticas, la bioética puede influir en la creación y reforma de leyes para reflejar mejor los valores y principios éticos, a servicio del bien común.

Por otro lado, la sociología es vital para la bioética porque nos ayuda a entender el contexto social en el que se desarrollan y aplican las prácticas biomédicas y tecnológicas. Las perspectivas sociológicas pueden revelar cómo las desigualdades sociales, económicas y culturales afectan el acceso a la atención médica y la percepción pública de las innovaciones tecnológicas. La sociología también nos proporciona datos y análisis sobre cómo diferentes comunidades y grupos sociales responden a cuestiones bioéticas, lo que es crucial para desarrollar políticas y prácticas inclusivas y equitativas.

Un ejemplo claro de esta interdisciplinariedad es el debate sobre la reproducción asistida y la edición genética. Desde la filosofía, podemos abordar las cuestiones sobre la dignidad humana y el alcance ético de intervenir en el genoma humano. Desde el derecho, es esencial establecer regulaciones que protejan los derechos de los individuos y aseguren prácticas seguras y éticas. Desde la sociología, es crucial entender cómo estas tecnologías afectan a diferentes grupos sociales y cómo se perciben en diversas culturas. Integrar estas perspectivas nos permite abordar la cuestión de manera más completa y equitativa, es decir, de modo integral.

La colaboración interdisciplinaria es clave. Los profesionales de la bioética deben estar abiertos a aprender de otras disciplinas y trabajar en equipos multidisciplinarios. Esto implica desarrollar habilidades de comunicación efectiva para poder traducir conceptos y preocupaciones entre diferentes campos. También es importante participar en foros y comités interdisciplinarios donde se discutan y evalúen cuestiones bioéticas desde múltiples perspectivas. La educación y la formación continuas en diversas disciplinas también pueden fortalecer esta colaboración.

¿Cómo se puede llevar la formación en bioética a los sectores de la sociedad que se encuentran en las periferias, en los “cruces de los caminos”, de forma sencilla y actual, para que las personas estén más informadas en cuanto a sus decisiones sobre salud y vida?

La formación bioética es crucial para que todas las personas puedan tomar decisiones informadas sobre su salud y su vida. Para llevar esta formación a los sectores más periféricos de la sociedad, es necesario adoptar enfoques accesibles, inclusivos y contextualmente relevantes.

En primer lugar, es esencial utilizar un lenguaje claro y sencillo, evitando términos técnicos que puedan ser difíciles de entender. Además, es importante adaptar la información a las realidades culturales y sociales de las comunidades a las que nos dirigimos. Esto puede lograrse mediante la colaboración con líderes comunitarios y organizaciones locales que ya tienen la confianza de la gente.

Las tecnologías digitales ofrecen una herramienta poderosa para la educación y la formación en bioética. El uso de aplicaciones móviles, plataformas de aprendizaje en línea y redes sociales puede facilitar el acceso a la información bioética. Estas tecnologías permiten llegar a un público amplio y diverso, incluso en áreas remotas. Además, los contenidos digitales pueden ser diseñados de manera interactiva y visualmente atractiva, lo que ayuda a captar la atención y mejorar la comprensión.

Llevar la formación bioética a las periferias - Alberto García

Un buen ejemplo es la educación sobre los derechos de los pacientes y la toma de decisiones informadas en el ámbito de la salud. En comunidades rurales, podríamos organizar talleres participativos utilizando historias y casos prácticos que reflejen las situaciones locales. Estos talleres pueden ser facilitados por profesionales de la salud junto con líderes comunitarios, creando un ambiente de confianza y aprendizaje mutuo.

Las instituciones educativas y religiosas juegan un papel crucial. Las escuelas y universidades pueden incluir la bioética en sus currículos, asegurando que los estudiantes reciban una educación integral desde temprana edad. Las instituciones religiosas, por su parte, pueden integrar la formación en bioética en sus programas pastorales y de catequesis, aprovechando su influencia y alcance en la comunidad. Además, estas instituciones pueden organizar seminarios y charlas abiertas al público, promoviendo una mayor conciencia y comprensión de los temas bioéticos.

La bioética personalista es fundamental en este contexto porque se centra en la dignidad y el valor intrínseco de cada persona. Este enfoque nos impulsa a tratar a cada individuo con respeto y consideración, independientemente de su contexto social o económico. La bioética personalista promueve la justicia, la solidaridad y el cuidado del bien común, valores que son esenciales para llegar a las periferias y asegurar que todos tengan acceso a una formación en bioética adecuada.

Es importante establecer mecanismos de evaluación y retroalimentación para medir el impacto. Esto puede incluir encuestas antes y después de los programas educativos, entrevistas con los participantes y la observación directa de cambios en el comportamiento y la toma de decisiones. Además, colaborar con investigadores y académicos puede ayudar a diseñar estudios que evalúen la efectividad de diferentes enfoques y permitan mejorar continuamente las estrategias de educación bioética.

Breve semblanza de Alberto García Gómez

Nació en Madrid en 1964. Se incorporó al ECYD en 1979 y se asoció al Regnum Christi en 1980. Desde 1981, como laico consagrado del Regnum Christi, ha realizado su apostolado en México como Administrador del Instituto Cumbres y luego como director de Operaciones de la Administración Territorial de 1986 a 1998, en la Administración General trabajó del 1998 a 2001. Desde 2006 reside y trabaja en Roma como profesor universitario.

Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (España). Actualmente es Decano de la Facultad de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y director de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos con sede en Roma. Durante 5 años, ha formado parte del Comité director de Bioética del Consejo de Europa y en el año 2005 recibió el Premio de la Real Academia de Doctores de España en el área de las ciencias jurídicas y sociales.

En 2014 recibió, en México, el Premio COEBIO por su contribución a la bioética a nivel nacional e internacional. En este mismo año fue galardonado, en Alemania, con el Otto Meyerhof Award por su aportación a la bioética y los derechos humanos. En 2022, le fue conferida la Orden del Congreso de Colombia en el grado de Caballero, por su labor académica e investigativa en beneficio de la ciencia y de la humanidad.

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