H. Ivan Virgen Manzano, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, con tu ejemplo, ayúdame a salir al encuentro de los demás para hacer que tu misericordia llegue a cuantos la necesitan.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, después de atravesar el lago de Genesaret, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo, que vivía en los sépulcros. Ya ni con cadenas podían sujetarlo; a veces habían intentado sujetarlo con argollas y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba las argollas; nadie tenía fuerzas para dominarlo. Se pasaba días y noches en los sepulcros o en el monte, gritando y golpeándose con piedras.
Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a correr, vino a postrarse ante él y gritó a voz en cuello: “Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes”.
Dijo esto porque Jesús le había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre. Entonces le preguntó Jesús: “Cómo te llamas?”. Le respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había allí una gran piara de cerdos, que andaban comiendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaban a Jesús: “Déjanos salir de aquí para meternos en esos cerdos”. Y él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y todos los cerdos, unos dos mil, se precipitaron por el acantilado hacia el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron lo sucedido, en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al antes endemoniado, ahora en su sano juicio, sentado y vestido. Entonces tuvieron miedo. Y los que habían visto todo, les contaron lo que le había ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos. Ellos comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca.
Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el Señor contigo”. Y aquel hombre se alejó de ahí y se puso a proclamar por la región de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos los que lo oían se admiraban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En este Evangelio contemplamos cómo Cristo sana al endemoniado. Este hombre era alguien de quien todos querían huir, pero Cristo no se olvida de llegar a él. Jesús nos recuerda con esta actitud que el cristiano va a donde pocos se atreven a llegar; el cristiano no distingue entre dignos o imperfectos, simplemente trata de hacer llegar a todos la gran dicha de ser hijo de Dios.
Ser hijo de Dios restaura la dignidad, como le pasó al endemoniado de Gerasa. Cuando él fue acogido por Cristo, todo cambió. De tener los sepulcros como hogar, ahora tiene como su hogar el mundo al que desea anunciar que alguien lo ha aceptado como es, que ha sanado su enfermedad y que ha sacado lo mejor de él. Todo por el mayor don de la acogida.
«Buena gente que quiere escuchar la palabra de Jesús, y escuchar cómo esa palabra llega al corazón, pero también empujada por el interés. La suya es por tanto una fe que combina las dos cosas: una fe, unas ganas de amar a Jesús, pero un poco interesada. Aquellos no son los únicos en el Evangelio que tienen tal actitud, por ejemplo, el episodio del endemoniado de Gerasa en el cual los porqueros, cuando vieron que por ese milagro habían perdido los puercos, hicieron el cálculo y dijeron: “sí, sí: este hace milagros, pero a nosotros no nos conviene; perdemos dinero con esto”, y le dijeron cortésmente: “Vete a tu casa”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de abril de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a rezar por todas aquellas personas que son rechazadas para que descubran el gran amor de Dios que tiene por ellas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.