Regnum Christi Internacional

Lunes 1 de junio de 2020 – El servicio de «estar».

mano amorosa

Visitación de la Santísima Virgen María

H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que pueda ayudar a las personas necesitadas y que no tenga miedo de sus sufrimientos y angustias porque, aparte de ver y experimentar esto, también viviré el gozo que es fruto de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.

María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La actitud de María es aquella de un alma grande que no tiene miedo a desperdiciar su tiempo con los demás. Hay personas a nuestro alrededor que están necesitadas; esta necesidad puede presentarse de diferente forma, necesidad material, necesidad moral, necesidad de amor, etc. Esta ayuda que María nos pone como ejemplo está enraizada en el deseo de hacer algo por los demás. Es un signo de un alma en la que el amor es tanto que se desborda y, como un río fuerte, moja a todo el que se acerca.
Un modo en el que podemos ayudar a los demás es darles nuestro tiempo que, a veces, podemos ver como una pérdida de éste, pero para el amor no hay ninguna cosa perdida, siempre hay ganancia, aun en el sufrimiento y dolor. El hecho de que Alguien nos acompaña, está a nuestro lado es ya una gran experiencia. Me viene a la mente cómo a la hora de la muerte de un ser querido el estar presente conforta por el simple hecho de estar ahí.
El canto de María recoge los sentimientos de todas las personas que han experimentado a Dios en sus vidas y por ello lo han glorificado. Una experiencia como esta se comparte porque es estar cerca de Dios y poder ayudarle en su labor salvífica, ser parte de su misión. Glorificamos a Dios cuando en nuestras vidas hemos visto su mano amorosa que nos guía y cuando nos alegramos al verla también en la vida de los demás.
Pidámosle a María que nos conceda un corazón tan grande como el suyo que sepa servir a los demás, y que nos haga capaces de ver a Dios en nuestra vida y en la de los demás.

«Las oraciones, por lo que son y no por las explicaciones que damos, se convierten en una escuela de vida cristiana, abierta a los que tienen oídos, ojos y corazón abiertos para aprender la vocación y la misión de los discípulos de Jesús. […] La Iglesia está realmente viva si, formando un solo ser viviente con Cristo, es portadora de vida, es materna, es misionera, sale al encuentro con el prójimo, dispuesta a servir sin perseguir poderes mundanos que la hacen estéril. Por eso, celebrando los santos misterios recuerda a María, la Virgen del Magnificat, contemplando en Ella “como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser”.»
(Discurso de S.S. Francisco, 24 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pasar el tiempo con alguien que vea que lo necesite.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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