H. Santiago García Huerdo, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Me buscaste, Señor, como si te fuera la vida en buscarme, y huyo de ti, como si me fuera la muerte en hallarte; siendo al revés, que buscándome tú hallaste la muerte, y hallándote yo, hallo la vida.» (San Juan de Ávila)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4
En aquel tiempo, Jesús dijo sus discípulos: ¨Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él, dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, púes desde el principio han estado conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento recuerden que ya se lo había predicho yo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuántas pruebas pedimos normalmente al Señor. Pruebas de su existencia, de su poder, de su amor, etc. Una y otra vez fallamos en la fe a su palabra y a sus obras. Él está constantemente hablándonos y haciéndonos ver muchas realidades, para que nuestra fe no tropiece. Piensa en cuantas cosas en tu día Jesús se hace presente y muchas veces no lo notas. Jesús no se cansa en los Evangelios de anunciar una y otra vez que ÉL ES.
No somos tan diferentes de los fariseos o de muchos discípulos que pedían pruebas para creer. Seguimos esperando un salvador a nuestra medida, a un mesías caudillo, a un súper héroe. Como que no nos basta el plan de Dios y lo que Él ha planeado desde toda la eternidad. Las pruebas que Él nos señala (ser expulsados, asesinados, insultados, etc.) para creer, seguramente no son lo que esperábamos de un Mesías. Y ciertamente es difícil de considerarlo, pero hay una luz en todo esto y es que al anunciarlo y al decirnos que van a pasar, realmente deja entrever su poder, y deja ver que lo tiene planeado y bajo control.
Si te das cuenta, el mundo no hace eso. Al revés, nos muestra sólo el lado amable, el que no conlleva esfuerzo, el que no conlleva amor. Que Jesús lo diga y lo haga, nos debe dar un consuelo y una paz inmensos. Al leer este texto del Evangelio automáticamente me vino este refrán a la mente «Quien advierte no es traidor». Eso me da la seguridad de que Jesús es más trasparente que el agua, me da confianza en Él, en sus palabras, porque realmente lo que dice es así. No ha sido distinto en más de 2000 años. No tiene necesidad de esconder lo que significa la cruz, el dolor, la fatiga, el cansancio, seguirlo, etc. Como tampoco las recompensas: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.» (1 Cor 2, 9).
«Jesús muchas veces habla del mundo, habla del odio contra Él y sus discípulos y reza al Padre para que no se lleve a los discípulos del mundo sino para que los defienda del espíritu del mundo. ¿Cuál es el espíritu del mundo? ¿Qué es esta mundanidad, capaz de odiar, de destruir a Jesús y a sus discípulos, es más de corromperlos y de corromper a la Iglesia? Es una propuesta de vida, la mundanidad, es una cultura, es una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, del maquillaje, una cultura ‘del hoy sí, mañana no, mañana sí y hoy no. Tiene valores superficiales. Una cultura que no conoce la fidelidad, porque cambia según las circunstancias, y lo negocia todo. Esta es la cultura mundana, la cultura de la mundanidad. Y Jesús reza para que el Padre nos defienda de esta cultura de la mundanidad. Es una cultura de lo descartable, según la conveniencia. Es una cultura sin fidelidad y también es un modo de vivir de muchos que dicen ser cristianos. Son cristianos, pero son mundanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de mayo de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un examen de conciencia sobre mi actitud ante la mundanidad que me rodea. En mis relaciones familiares y sociales, ¿influye?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.