H. Edison Valencia, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, aumenta mi fe y mi paciencia para que pueda yo llegar a la meta que me tienes preparada.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: “ Por qué esta gente busca una señal?. Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal”.
Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Sería mucho más fácil para Jesús darles una señal palpable del cielo a aquellos fariseos que se la pedían, creo que se hubiera evitado muchos dolores de cabeza e, incluso, los hubiese dejado con la boca cerrada. Pero la pedagogía de Jesús es totalmente diferente, no busca que crean en Él por sus obras o grandes milagros, sino que crean en Él por lo que realmente es, el Hijo de Dios y salvador nuestro.
¡Cuántas veces no nos pasa en nuestra vida que no creemos en Dios porque no responde a nuestras súplicas inmediatamente! El tiempo de Dios, no es como el nuestro, pues Dios no solo sabe el tiempo, sino el momento y la hora exacta en que debe actuar. Algo muy importante es que debemos estar siempre atentos para aprender a descubrir las señales de Dios en nuestra vida cotidiana. Dios nos manifiesta su voluntad en los momentos menos esperados de nuestra vida y, con ello, también revela lo que nosotros le hemos pedido. Esto se da en las circunstancias más sencillas de nuestra vida, como decía antes, por ejemplo, cuando estoy hablando con un amigo (a), cuando estoy escuchando una canción, cuando leo un libro, cuando estoy platicando con mis hijos, en mi trabajo, pero, sobre todo, cuando estoy en oración con Dios nuestro Señor.
Dos cosas también importantes para tener en cuenta es que no perdamos la paciencia y que pidamos con insistencia a Aquel que siempre nos escucha. Nunca olvidemos que cuando el cielo aparentemente calla, es porque una gran bendición nos tiene preparada.
«El aliento del Maestro a sus discípulos también se puede entender en este sentido: “Ánimo, que soy yo, no temáis”. Y realmente es Él, incluso si a nuestros ojos les cuesta trabajo reconocerlo: con la ropa rota, con los pies sucios, con el rostro deformado, con el cuerpo llagado, incapaz de hablar nuestra lengua… Nosotros también, como Pedro, podríamos sentirnos tentados de poner a prueba a Jesús, de pedirle una señal. Y tal vez, después de algunos pasos vacilantes hacia él, volver a ser víctimas de nuestros miedos. ¡Pero el Señor no nos abandona! Aunque seamos hombres y mujeres de “poca fe”, Cristo continúa tendiendo su mano para salvarnos y permitir que nos encontremos con él, un encuentro que nos salva y nos devuelve la alegría de ser sus discípulos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir hoy a Dios nuestro Señor, con pureza de corazón, que revele su voluntad en lo que yo le he pedido.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.