H. Julián Álvarez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, me pongo en tu presencia y dispongo mi alma a escucharte en mi corazón. Dame la gracia de acoger tu Palabra y, de tu mano, pasarla de la oración a la vida diaria. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
No sé si has tenido alguna vez la experiencia de recibir una gracia, una buena noticia, un logro, algo muy positivo, y en ese momento en que la recibes, todo el mundo cambia por dentro. Si eres papá o mamá, te acordarás quizás de cuando supiste que ibas a tener un hijo. Si eres joven, de cuando supiste que te aceptaron en la universidad que querías, o cuando la chica o el chico que querías te dijo que sí. Nuestra vida, por más rutinaria y ordinaria que parezca, está rodeada de estos momentos, ya sean nuestros o de alguien a nuestro alrededor.
¿Te acuerdas de ese momento en que tú sabías cuál era la buena noticia, pero nadie más? ¿Qué querías llegar a casa para compartirla? ¿O llamar a alguien de inmediato y decírselo? Eso que tú sentiste fue algo similar a lo que María, en el Evangelio de hoy, experimentó; y ella, también, como tú, fue a compartirlo.
Hoy Dios te invita a descubrir esas gracias y noticias de ti y de los que están cerca de ti. Alegra a los demás cuando te toca y déjate alegrar por los demás cuando les toca a ellos. Dios nos llama a agrandar nuestro corazón y a compartir las alegrías de la vida; y no te olvides, sobre todo, de compartirlas con Dios, a Él, te aseguro, le alegrarás el día.
«No ignoren la voz de Dios que los empuja a levantarse y a seguir los caminos que Él preparó para ustedes. Como María, y junto a ella, sean cada día portadores de su alegría y de su amor. Dice que María se levantó sin demora y apurada fue a ver a su prima. Siempre dispuestos, siempre apurados, pero no ansiosos, no ansiosos. Les pido que recen por mí y ahora les doy la bendición. Todos juntos, cada uno en su lengua, pero todos juntos, recemos el Ave María: Dios te salve María…» (Discurso de S.S. Francisco, 22 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Compartir con alguien alguna alegría o gracia especial que haya recibido hoy o en estos días.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.