H. Pablo Alfonso Méndez Méndez, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hoy vengo a encontrarme contigo en este rato de oración. Ayúdame a no temer ante las circunstancias que me está tocando vivir. Ayúdame a confiar en Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33
En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por eso creemos que has venido de Dios”.
Les contestó Jesús: “¿De veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a dispersar cada uno por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estaré solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Unos versículos, antes de este Evangelio, Jesús habla clara y abiertamente a los apóstoles sobre su Padre. Por eso exclamarían «ahora sí no hablas con parábolas». Y versículos después Jesús se encuentra en oración antes de padecer los sufrimientos en la cruz. En medio de ambos versículos nos encontramos rejuvenecidos por su Palabra. Es Jesús quien nos anima a ser fuertes, es Él quien nos dice que no estaremos exentos de tribulación, pero tampoco de su gracia.
Por ello, ¿por qué nos extrañamos si en nuestra vida como cristianos atravesamos por dificultades, problemas o desilusiones que jamás hubiésemos pensado que nos sucederían a nosotros? Ya oímos decir a Jesús estas palabras dirigidas a Pedro: «mira que Satanás ha pedido permiso de cribaros como trigo». Y en el libro de Job, Satán pide permiso a Dios para tentar a su siervo.
Es una constante en la vida de todo hombre la tribulación, la aflicción. Y, efectivamente, tanto Pedro como Job fueron probados duramente, tanto así que el primero negó a su maestro y el segundo maldijo el día de su nacimiento. Sin embargo, ambos encontraron la paz de Cristo después de la lucha. Ambos confiaron en el Señor y, en el momento oportuno, les llegó su recompensa: La paz de Cristo a sus almas. Por ello, si tenemos a Cristo en nuestro corazón, adiós tristezas, adiós angustias, adiós soledad. Nada hay que temer porque Jesús está con nosotros.
Cuántas veces —nosotros no lo sabemos, lo sabremos en el cielo—, cuántas veces nosotros estamos ahí, ahí… [a punto de caer] y el Señor nos salva: nos salva porque tiene una gran paciencia con nosotros. Y esta es su misericordia. Nunca es tarde para convertirnos, pero es urgente, ¡es ahora! Comencemos hoy. Que la Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia. (Homilía de S.S. Francisco, 28 de febrero de 2016).
«En este día les digo: por favor mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se la puede quitar, ¡nadie! Pero por las dudas, les aconsejo: No se la dejen robar, cuiden la alegría que unifica todo ―¿En qué?― en el saberse amados por el Señor.»
(Bendición de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.