Exaltación de la Santa Cruz
H. Francisco Andrés Jiménez Pinal, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Espíritu Santo, ven a mí, ilumíname y guíame. Gracias, Dios mío, por permitirme estar contigo. Señor, en estos minutos quiero unirme en oración con la Iglesia celeste, con la Iglesia militante y con la Iglesia purgante. Dame una fe viva, una esperanza gozosa y un amor sin límites como el tuyo; más bien, ama en mí, Jesús.
Ofrezco este momento por mis seres queridos y por todas las demás personas en el mundo para que te conozcan y permanezcan en tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios quiere que experimentemos su amor. Jesús murió en una cruz por amor a nosotros. Después de que Jesús cumplió la voluntad de su Padre, Él mismo nos abrió las puertas del cielo y Él mismo nos está esperando para gozar de su presencia para siempre. El camino más seguro para ir al cielo es seguir a Jesús, abrazando las cruces de nuestra vida diaria. ¿Cuáles son esas cruces que Jesús me pide cargar y abrazar?
Agradezcamos a Dios por su amor y por abrirnos las puertas del cielo. También, pidámosle que nos ayude a cargar la cruz o cruces de cada día con fe, esperanza y amor. Finalmente, pidamos a María, nuestra Madre celeste, que nos haga la cruz que Dios nos ofrece más liviana y así, junto a ella, carguemos la cruz como lo hizo su Hijo Jesús.
«¿Cuál es el motivo de esta alegría? Nos lo dice el evangelio de hoy: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Este mensaje gozoso es el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios llega a la cumbre en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora. Nos ha entregado a su Hijo, a nosotros, a todos nosotros. Es lo que se desprende del diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo, una parte del cual está descrita en la misma página evangélica. Nicodemo, como todo miembro del pueblo de Israel, esperaba al Mesías, y lo identificaba con un hombre fuerte que juzgaría al mundo con poder. Jesús pone en crisis esta expectativa presentándose bajo tres aspectos: el del Hijo del hombre exaltado en la cruz; el del Hijo de Dios enviado al mundo para la salvación; y el de la luz que distingue a los que siguen la verdad de los que siguen la mentira. Veamos estos tres aspectos: Hijo del hombre, Hijo de Dios y luz.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 14 de marzo de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy invitaré a Jesús a mis actividades cotidianas, ejemplo: Jesús, te invito a ver la televisión conmigo, acompáñame a mi trabajo, vamos a lavar la vajilla de la cena, Señor, etc.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.