Lunes santo
H. Leonardo Garzon, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, dame la gracia de prepararme de la mejor manera posible para la celebración de los misterios de tu pasión, muerte y resurrección; que la casa de mi corazón se llene con la fragancia del perfume de la vida de gracia. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
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- «Seis días antes de la Pascua…»
Este Evangelio está introducido por una datación que, a simple vista, parece no ser importante; sin embargo, introduce el Evangelio como un tiempo de preparación para la fiesta. Estos seis días son los días de preparación de una de las fiestas más importantes de la tradición judía, la Pascua. Éste es el memorial de la liberación de la esclavitud en Egipto, el día en que el Señor llevó la salvación al pueblo de Israel y lo puso en camino hacia la tierra prometida. Estos son los días en los que el pueblo del Señor se prepara para conmemorar, por todo lo alto, las maravillas que el Señor ha obrado en ellos.
Este Evangelio es una invitación a que, también nosotros, comencemos un camino de preparación del corazón para celebrar el día de la Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros, también, celebraremos los misterios de la salvación que nos arrancaron de las garras de la muerte y nos ganaron el cielo. Ahora bien, ¿cómo nos preparamos para la celebración de estos misterios? El Evangelio también nos propone un ejemplo a seguir, el ejemplo de María.
- La actitud de María y el perfume de nardo
A primera vista puede parecer que el modo de actuar de María es un poco exagerado, innecesario o, incluso, derrochador como Judas hizo notar. Sin embargo, María está realizando un auténtico acto de amor y de preparación.
Dos son las características que se reflejan en este modo de proceder de María. En primer lugar, vemos la donación auténtica. María toma un perfume de nardo auténtico, que para la época era muy costoso. Este perfume simboliza la total donación de sí, donación verdadera, libre de mediocridades, apegos e intereses personales. Sólo a través de una donación auténtica la persona llega a ser lo que está llamada a ser. Así como el perfume está hecho para deleitar el olfato y no puede cumplir su finalidad hasta que se le saca del envase para que su fragancia se propague en el ambiente, así la persona no cumple su misión hasta que se dona totalmente.
La segunda característica es el reconocimiento de nuestra propia miseria. Aun sabiendo que el perfume de nardo era un lujo de gran costo, María era consciente de que el Señor ameritaba más que una simple unción con perfume, y que lo poco que ella le podía dar no estaba a la altura del Dios que la amaba con infinito amor. En un acto de humildad, María procede a ungir los pies de Jesús y enjugarlos con sus cabellos; María estaba reconociendo, así, la propia pequeñez, la propia miseria ante la grandeza del Señor. Tenemos que reconocer que la donación de María era auténtica y que esto era la totalidad de lo que ella le podía ofrecer al Señor; sin embargo, ella misma supo reconocer, con corazón humilde, su propia pequeñez en comparación con el infinito amor de Dios que se donó a sí mismo por la salvación de la humanidad.
«A Dios hay que darle siempre el primer lugar. Se le adora. Pero para hacerlo es necesario que nosotros mismos cedamos el primer puesto, no considerándonos autosuficientes sino necesitados. Luego está el incienso, que simboliza la relación con el Señor, la oración, que como un perfume sube hasta Dios. Pero, así como el incienso necesita quemarse para perfumar, la oración necesita también “quemar” un poco de tiempo, gastarlo para el Señor. Y hacerlo de verdad, no solo con palabras.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En una visita al Santísimo, le pediré que ensanche mi corazón para que pueda amar cada vez más como Él ama.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.