Luis Alejandro Huesca Cantú, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Jesús, ven! ¡Ven Jesús a mi corazón! Sal a mi encuentro. Te busco y anhelo encontrarte con todo mi corazón. ¡Ven, Jesús!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: “No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”. Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: “Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros”. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Cristo vive! ¡Resucitó! ¡Alégrate! ¡Canten todos llenos de júbilo! Las mujeres del Evangelio de hoy corren para dar la buena noticia. Sus corazones están desbordantes de alegría y corren. Tienen que compartir la alegría de la Resurrección. Así como ellas, nosotros también nos alegramos junto con toda la Iglesia.
Olvida tus preocupaciones por un momento. Cierra tus ojos, respira profundo. Inhala y exhala. Vuelve a respirar profundamente y prepárate para contemplar la escena que nos narra San Mateo: «Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”.» (Mt 28, )
¿No es esto lo que te ha sucedido también en tu vida? ¿Has percibido cómo Dios te sale al encuentro y te invita a alégrate con Él? En este momento de oración únete a esta alegría de Cristo, alégrate con Él. Él abre en cada Misa las puertas del cielo y nos salva del pecado y de la muerte. Lo hace en cada Eucaristía. ¿No es esto increíble? Pide al Señor que tu corazón se dilate y vibre por esta gran alegría de la Resurrección, esperando ardientemente contemplarlo cara a cara un día en el cielo.
«¡Jesús resurgió! Este hecho inesperado voltea y subvierte la mente y el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resurge solo por sí mismo, como si su renacimiento fuera una prerrogativa de la que estar celoso: si sube hacia el Padre es porque quiere que cada ser humano tome parte en su resurrección y que cada criatura sea arrastrada hacia arriba. Y en el día de Pentecostés los discípulos se transformaron en el aliento del Espíritu Santo». (S.S. Francisco, Catequesis del 4 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Te invito en este día a ofrecer una sonrisa salga de tu corazón.
También podrías desear ¡feliz Pascua! a aquellos con quienes te encuentras. Probablemente, no sea muy común que nos digan esto, pero podría ayudar a transmitir la alegría de la resurrección a los demás. ¡Inténtalo!
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.