Igancio Uzcanga, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sólo Tú eres mi cura para todas esas heridas que ocasionan hemorragias en mi corazón, sáname y no permitas que busque una cura fuera de ti. Ante tu presencia me postro y con fe toco tu manto, pues sé que sólo tocándote, sólo acercándome con fe, Tú me puedes sanar de cualquier herida. Amén
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: “¿Quién me ha tocado el manto?”. Los discípulos le contestaron: “Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?'”. Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: “Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe.” No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: “¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.” Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: “Talitha qumi” (que significa: “Contigo hablo, niña, levántate”). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Todos estamos heridos en nuestro corazón, heridas que nos han ocasionado hemorragias, y que quizás llevamos años así, buscando una cura en tantos medios: pornografía, sexo, drogas, alcohol, o quizás solamente buscando la aprobación de los otros y en los amores humanos. Pero todos sabemos que esto no detiene la hemorragia de nuestro corazón, esto nos va desangrando más y más hasta que terminamos con la sensación de un corazón vacío y sin sentido o rumbo.
Hoy es el día, en el que, a ejemplo de esta hemorroisa, nos acercamos a Jesús. No tenemos que decir grandes discursos para pedirle la sanación o para pedirle perdón, simplemente acerquémonos con fe sabiendo que Él puede sanarnos. No tengas miedo, rechaza la voz del enemigo que trata de convencerte de que Él está enojado contigo porque has estado buscando la sanación en otros medios, la hemorroisa paso años buscando la sanación en medios que sólo la dejaron vacía y Jesús se dejó tocar para sanarla.
Hoy es el día en que, con fe y humildad, debes reconocer la hemorragia que has tratado de sanar de diferentes maneras, y debes dejar que Él te sane. No tengas miedo, Él quiere sanarte y lo único que espera de ti es que te acerques.
Diálogo con Cristo
Señor mi corazón está llagado y herido de amor, he estado buscando curarlo en tantos vicios y personas, pero no me han hecho más que más daño, parece que me estoy desangrando, pero creo firmemente que Tú me puedes curar.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy voy a tomar un momento para orar y pedirle a Jesús que me sane.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.