Mar Solis
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola, Señor, ¿Quién soy? Hoy me dispongo a ponerme en tu presencia y en mi pequeñez percibo que eres demasiado grande, en algún momento hasta te llego a sentir lejano. Nada de eso lo deseas, Tú siendo un Padre bueno, pasas por mi vida, así como Cristo lo ha hecho en la vida de Zaqueo. ¡Ven Espíritu Santo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace poco más de dos meses, unos amigos y yo tuvimos la gracia de poder compartir el curso “CRISTO revela al hombre su vocación al AMOR”, impartido por el grupo “Amor Seguro”, basado en las catequesis de la Teología del Cuerpo, según San Juan Pablo II. Y es que, este Evangelio, nos hace retroceder a esos días que compartimos rodeados por una gran comunidad, donde hablábamos de ese dar y recibir. Tal dinámica se refleja en Zaqueo, “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. ¿Cuántas veces vemos el testimonio, sea cristiano o no, de dar algo material o espiritual para los demás? Unos dirían que lo ven poco, otros que es más común ver esos testimonios. Esas personas son reflejo de la Santísima Trinidad, donde se crea un dar, porque han sabido acoger, como sucede entre las tres Personas Divinas, y el cual nosotros vivimos, por el simple hecho de ser hijos en el Hijo, creados para la comunión. Es decir, Dios quiere y desea estar contigo, ser acogido en tu casa. Ahora pasa por tu vida, ¿te das cuenta de ese regalo?, ¿buscas verlo y pones los medios como nuestro amigo, Zaqueo?
La segunda idea, nos ha venido cuando leíamos, “[…] pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí”. Así como Zaqueo, sin importar el tener más o menos, de dónde vienes, etc., todos hemos de salir al encuentro con el Señor, anhelar estar cerca de Él, buscarle en nuestro día a día, a pesar de que la sociedad no nos lo ponga fácil, así como no dejaban a Zaqueo verlo a Él, porque Dios nos espera con los brazos abiertos, pero para ello, hemos de sabernos mirados hijos de Dios, ya que somos un don, creados, amados, hechos a Su imagen y semejanza. Dios es misericordioso, siempre va a estar ahí para acogerte, perdonarte, y te va a dar más de lo que tú esperas. Sí, Dios deseaba encontrarse con él, mientras que él tenía curiosidad de sentir y verlo. Cristo, siendo Dios vivo, escucha los corazones que tienen curiosidad, eso quiere decir, sed de paz, amor y justicia. Por eso, ver mi deseo de lo eterno y de Dios, pues desea estar contigo, pues conviene que Él se quede con nosotros.
«A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de haber cometido un error. Y así lo hace nuestro Padre Dios, así lo hace Jesús. No existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para sacarla del mal». (S.S. Francisco, Angelus, 30 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un misterio del Rosario pidiendo por los cristianos perseguidos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.